Tensión en Siria por protestas de las minorías que desafían a los rebeldes: un muerto y toques de queda
DAMASCO.- El período de gracia del nuevo gobierno sirio instalado después de la caída del régimen de Bashar al-Assad se ha limitado a un par de semanas. En los últimos dos días, las minorías cristiana y alauita, a la que pertenecía el clan familiar del expresidente, han salido a la calle para protestar contra varias provocaciones por parte de radicales islamistas y exigir un respeto estricto a sus derechos.
Las manifestaciones en la región de mayoría alauita, situada en el noroeste del país, han sido las más tensas, y se registraron choques con las fuerzas de seguridad y el arresto de varios manifestantes, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). Por esta razón, las nuevas autoridades, lideradas por la milicia islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), decretaron el toque de queda de las 18 a las 8 en las ciudades de Homs y Banias.
En Homs, el OSDH reportó un muerto y cinco heridos “después de que las fuerzas de seguridad abrieron fuego para dispersar” a los manifestantes. En Tartús, sede de una base naval rusa, también hubo movilizaciones, pero fueron pacíficas.
La chispa que encendió la indignación de los alauitas, una secta surgida del chiismo y que profesa un 15% de la población siria, fue la difusión de un video del asalto a un templo sagrado de la comunidad. En las imágenes se puede ver cómo varios individuos prenden fuego el santuario de Abu Abdallah Hussein al-Khassibi, uno de los principales referentes espirituales de la comunidad alauita, así como los cadáveres de varias personas encargadas de custodiar el recinto.
En el transcurso de las manifestaciones se produjeron choques violentos con las fuerzas de seguridad, que intentaron dispersar las protestas por la fuerza, lo que provocó varios heridos. El gobierno interino reaccionó y aseguró que las imágenes eran antiguas y que se produjeron durante su ofensiva sorpresa de principios de diciembre contra el régimen. También se comprometió a arrestar y castigar a los autores del ataque.
Por su parte, la institución que custodia el templo emitió un comunicado en el que informa que están en contacto con las autoridades para “prevenir estos actos”, y urge a la población a “mantener la calma, la paciencia y la unidad para preservar la paz civil”.
Las manifestaciones culminan un incremento de las tensiones durante la última semana en la región alauita, donde se registraron diversos actos violentos. Por ejemplo, en la región de Homs aparecieron asesinados el martes tres jueces alauitas. En muchos casos, hay versiones contradictorias sobre el origen de la violencia. Las autoridades las atribuyeron a actos de venganza individuales, así como a un intento por parte de pequeños grupos armados leales al antiguo régimen que están intentando provocar el caos en el país.
Esta narrativa se ha visto reforzada con las polémicas declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araghchi. “Creo que es aún pronto para juzgar, tanto para nosotros como para los otros que creen que han logrado una victoria en Siria”, dijo el canciller, algo que su par sirio, el recién nombrado Assad Hassan al-Shibani, denunció como un intento de “provocar el caos” y de incitar a los antiguos seguidores de Al-Assad a usar la violencia. Irán y Rusia eran los grandes pilares de apoyo del antiguo régimen, mientras que Turquía fue el principal respaldo de las milicias opositoras, especialmente durante los últimos años del conflicto.
Preocupación
Si bien el asalto al santuario ha sido el desencadenante de las protestas, no es el único motivo de enojo por parte de la comunidad alauita. “Hay preocupación en la comunidad por el futuro, y no gusta el hecho de que muchos funcionarios, sobre todo alauitas, hayan sido despedidos de sus puestos de trabajo. No todos los alauitas apoyaban a Al-Assad”, comenta Joseph, un escultor de la ciudad de Tartús, que ve con desasosiego la posibilidad de que los militantes de HTS, que fue filial de Al-Qaeda hasta 2017, formen el grueso de las Fuerzas Armadas de la nueva Siria.
En cambio, la comunidad alauita estaba sobrerrepresentada en las fuerzas de seguridad, sobre todo entre los altos escalafones del Ejército.
En el caso de la comunidad cristiana, el conflicto con el gobierno es de menor envergadura. El martes, miles de cristianos salieron a la calle en Damasco y en otras ciudades sirias para reclamar que se proteja su derecho a la libertad de culto. El detonante de las marchas fue la quema el día anterior de un gran árbol de Navidad situado en una plaza pública de Suqaylabiyah, una población de mayoría cristiana cerca de Hama, en el centro del país.
De nuevo, un video subido en las redes sociales, que circuló como reguero de pólvora en el país, fue el detonante de la ira de la multitud. Según el OSDH, los autores de este acto intolerante fueron milicianos uzbekos de otro grupo islamista, Ansar al-Tawhid. Esta milicia ejerció a menudo de aliado de HTS en su combate contra el clan de los Al-Assad durante la brutal guerra civil, que se prolongó durante 13 años y dejó más medio millón de muertos.
Los responsables de HTS, que desde su toma del poder enviaron repetidos mensajes en un tono tranquilizador a las minorías religiosas, actuaron de forma firme y rápida ante el ataque. “El árbol será restaurado e iluminado mañana por la mañana”, aseguró un responsable local del grupo en un video difundido en las redes sociales, en el que insistió en que los culpables “no eran sirios”.
El ataque pone de manifiesto las reticencias que puede afrontar el líder de HTS, Abu Mohamed al-Golani, entre las filas de los sectores islamistas más radicales a la hora de aplicar su estrategia de moderar la ideología de su grupo.
En un esfuerzo por aplacar los miedos de los cristianos, el nuevo gobierno interino decretó el mismo día de las protestas que el 25 y 26 de diciembre serían días festivos para los funcionarios públicos en todo el país por la celebración de la Navidad.
A pesar de las marchas, el día de Navidad transcurrió con normalidad en los barrios cristianos, como el de Bab Tuma, situado en el corazón de Damasco. El ambiente festivo reinó durante toda la jornada, que incluyó desfiles de boys scouts cristianos y la visita a un pequeño mercado de Navidad con su correspondiente árbol y un pesebre hecho con figuras de cartón de talla humana. A escasos metros, una unidad de milicianos de HTS ataviados con pasamontañas velaba por la seguridad.
“Este es un período de incertidumbre, expectación y miedo para muchos cristianos. Las nuevas autoridades nos vinieron a visitar enseguida y aseguraron que respetarían nuestra libertad de culto, y hasta ahora, su comportamiento ha sido positivo”, comentó al padre Firás después de celebrar la misa de Navidad en la iglesia católica de San Francisco, en Bab Tuma. “Los cristianos somos un componente esencial de la sociedad siria, y por eso debemos implicarnos en el proceso político que ahora se abre para exigir que la Constitución retome la igualdad entre todos los ciudadanos sirios”