El temor ante el tacto rectal y la falta de acceso a la consulta demora el diagnóstico precoz del cáncer masculino más frecuente
Ubicada en la pelvis, debajo de la vejiga y de la forma de una nuez, la próstata es una glándula que tienen únicamente los varones y se encarga de fabricar el líquido seminal, que nutre y transporta el esperma.
Después de los 50 años aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de próstata, que en nuestro país se diagnostica en más 11.000 casos cada año (20% de todos los cánceres) y produce unas 3600 muertes anuales. Este cáncer es el más frecuente entre los varones y el tercero en mortalidad (11,2% de todas las muertes por causa oncológica). Casi el 90% de esas muertes ocurre en hombres mayores de 65 años.
Su particularidad es que se trata de un tumor con altísimas posibilidades de curación cuando se detecta en forma temprana. Pero para lograr esto los varones deben realizarse controles anuales a partir de la quinta década de la vida o de la cuarta, si tienen antecedentes familiares. Sin embargo, esto no ocurre. Y en algunas provincias más del 60% de los hombres llegan al diagnóstico cuando la enfermedad ya hizo metástasis.
“El Registro Institucional de Tumores (RITA) de la Argentina indica que el 24% de los hombres son diagnosticados con enfermedad avanzada –dice el urólogo Diego Martín Barreiro, del servicio de Urología oncológica del hospital Durand e integrante de la Sociedad Argentina de Urología (SAU)–. Pero en más del 50% de los pacientes incluidos en ese registro no se conoce realmente cuál es el estadío del tumor, por lo tanto 24% no es una cifra confiable. Esta es la realidad que vemos en el hospital Durand, adonde llegan hombres que nunca se hicieron un control y lamentablemente son incurables”.
Carlos Palazzo, cirujano urólogo del Instituto Sagrada Familia de San Miguel de Tucumán y profesor de las Universidades Nacional de Tucumán y del Norte Santo Tomás de Aquino, condujo una encuesta de más de 11.000 hombres que indicó que el 62% de los cánceres de próstata en el noreste del país (Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Chaco, Formosa y Corrientes) se diagnostican metastásicos.
“Existe importante diferencia con el resto de las provincias, donde la detección con metástasis oscila entre el 20 y el 34%, en tanto el promedio de todo el país es del 40 por ciento”, explica Palazzo a LA NACION, al tiempo que indica que el trabajo se publicará en una revista científica con referato y que fue presentado durante el último congreso de la SAU, el año pasado.
“Esta encuesta demuestra que la detección tardía se hace por falta de educación para que llegar a tiempo a la consulta –advierte Palazzo–. En parte esta demora es por el prejuicio de los varones al tacto rectal, una maniobra que junto con un análisis de sangre, el Antígeno Prostático Específico (PSA por su sigla en inglés) permite el diagnóstico oportuno”.
50 a los 50
“Se estima que al llegar a los 50 años, hasta la mitad de los hombres tienen cáncer de próstata”, dice el oncólogo español Enrique Grande Pulido, jefe del Servicio de Oncología Médica e Investigación Clínica en la Fundación MD Anderson Cancer Madrid.
El experto agrega que en el cáncer de próstata existen muchos estadíos y que esto depende de cuán agresivas sean las células que lo producen. “En términos generales, a partir de los 50 años el porcentaje de hombres con cáncer de próstata es del 50% y va subiendo un 1% por año, así que a los 75 años el 75% lo tiene. Es mucho más prevalente de lo que parece”.
Si bien es normal que la próstata aumente su tamaño con el paso de los años, este incremento no siempre da lugar a un cáncer sino a la hiperplastia prostática benigna, que no es una enfermedad oncológica pero puede causar síntomas parecidos: dificultades para orinar, levantarse muchas veces de noche, chorro miccional débil o entrecortado, dolor o ardor al orinar.
Así como octubre es “rosa” porque se lo identifica en todo el mundo como el mes de la concientización del cáncer de mama, noviembre es “azul” y también en todo el mundo se lo dedica a la difusión del riesgo de este tumor.
“En los Estados Unidos y en Europa –cita Grande Pulido–, hay más nuevos casos anuales (incidencia) que en América Latina a excepción de Brasil, donde al existir más población afrodescendiente aumentan. Pero, a diferencia de América Latina, Estados Unidos y Europa tienen menor mortalidad porque diagnostican cuando es potencialmente curable: eso significa que en América Latina tenemos la oportunidad de mejorar. Los controles son imprescindibles, porque los tumores más agresivos de próstata suelen empezar sin síntomas”.
Isabella Grueso, médica colombiana directora de Políticas Públicas para Mercados Emergentes de Pfizer y experta en acceso a la salud en oncología, señala que efectivamente en la región existen desigualdades significativas. “En los varones, el cáncer de próstata es el más frecuente, pero los esfuerzos de las políticas públicas no son suficientes. La resistencia al tamizaje y los tabúes culturales limitan el acceso a diagnósticos tempranos”, advierte.
Diagnóstico, mitos y tratamientos
La manera de confirmar un cáncer es a través de una biopsia, que en el caso de la próstata consiste en introducir una aguja especial por vía transrectal para extraer muestras del tejido de la glándula.
“Actualmente existe tecnología que permite introducir la aguja a través del periné y no del recto, en forma menos invasiva, y obtener resultados más precisos y rápidos –afirma Norberto Bernardo, cirujano urólogo del hospital de Clínicas y de Clínica San Camilo y director del Centro Argentino de Urología (CAU)–. Se trata de microecografía-fusión de ultra-alta resolución: los ecógrafos convencionales tienen una frecuencia que oscila 5 y 9 MHz mientras que este posee 29, es decir, tiene la capacidad de detectar y discriminar elementos de menos de un milímetro de diámetro. La biopsia se realiza bajo sedación, durante 15 o 20 minutos”.
Norberto Bernardo agrega que hace algunos años una corriente liderada por médicos de familia de los EE.UU. intentó demostrar la poca fiabilidad del PSA para acercarse a un diagnóstico presuntivo de cáncer de próstata. “Esto fue un error –asegura–, y quedó demostrado porque aumentó la mortalidad, así que actualmente tanto el PSA como el tacto rectal están recomendados. Un PSA puede dar normal (menos de 4) pero el tacto palpar una próstata no necesariamente agrandada pero sí con zonas duras al tacto, y esas durezas pueden ser indicadoras de un cáncer”.
El cirujano del hospital de Clínicas y la Clínica San Camilo añade que la cirugía para extraer la próstata cuando el tumor está localizado no es sinónimo de incontinencia o de disfunción sexual eréctil. “Las prostatectomía robótica reduce ese riesgo porque se opera con mucha más exactitud, en visión 3 D ampliada y no se toca el paquete vásculo-nervioso”.
“Cada vez vemos casos en hombres más jóvenes –afirma Enrique Grande–. Suelen ser entre el 5 al 10% de pacientes con mutaciones genéticas, como por ejemplo el BRCA 1 o BRCA 2, que también se presentan en cáncer de mama. Hay que identificarlos, porque existen fármacos dirigidos a esas alteraciones moleculares pero también porque sus hijos e hijas tendrán más riesgo de distintos cánceres. Además, los pacientes con mutaciones genéticas tienen un peor pronóstico: aunque el tumor esté localizado uno de cada 4 va a recurrir en los próximos 5 años y si se diagnostica metastásico tendrá peor evolución que otros tumores de próstata no hereditarios, aun detectados en fases avanzadas”.
El oncólogo del MD Anderson Cancer Center Madrid añade que en casos de tumores localizados la radiación pélvica y la prostatectomía son muy eficaces, “pero un 10 a 20% de los pacientes que a pesar de ser operados y tratados, posteriormente van a desarrollar metástasis y no ser curables”.
Cada paciente, dice Grande Pulido, merece un tratamiento individualizado. “A veces solo hacemos una vigilancia activa sin intervención, por ejemplo, en el caso de hombres muy añosos. Cuando existe metástasis, inducimos la castración química con tratamientos hormonales y podemos añadir quimioterapia, radioligandos (radiación específica en el tumor) o inhibidores de PARP, que evitan que las células cancerosas se dividan y multipliquen”.
En cuanto a la Argentina, “el gran problema con el cáncer de próstata es la falta de programas de detección precoz -asegura Diego Martín Barreiro-. Entre las mujeres está difundida la importancia de autopalparse las mamas; pero a los varones jóvenes nadie les enseña a autopalparse los testículos, aun cuando el cáncer de testículo es el tumor sólido más frecuente en hombres de 15 a 35 años. Y tampoco está naturalizado controlar anualmente la próstata: esto permitiría reducir drásticamente los casos detectados en forma avanzada”.