Tal vez todos seamos inmigrantes extragalácticos

La Vía Láctea sobre el Monte Bromo en Indonesia. (Foto: Grey Chow/Caters News)
La Vía Láctea sobre el Monte Bromo en Indonesia. (Foto: Grey Chow/Caters News)

Una de las cosas que Carl Sagan me enseñó en su mítica serie Cosmos, allá por la década de los 80 del siglo pasado, es que todos somos polvo de estrellas. Los átomos de hierro que dan el color rojizo a tus hematíes, por ejemplo, nacieron hace miles de millones de años en una tremenda explosión estelar en forma de supernova. Los átomos son eternos, de modo que cuando tu ya no estés, ese mismo átomo de hierro se unirá a otra estructura animal o mineral. De hecho, cuando el sol devore nuestro planeta al hincharse como gigante roja, ese átomo volverá al espacio y de algún modo acabará por formar parte de algo.

Por si este conocimiento no fuera ya de por si lo suficientemente abrumador, el investigador Daniel Anglés Alcázar, físico licenciado por la Universidad Autónoma de Madrid que en la actualidad trabaja en el Centro para la Exploración e Investigación Interdisciplinar en Astrofísica (CIERA) de la Universidad Northwestern en Evanston, Illinois, EE.UU. acaba de hacer un descubrimiento aún más sorprendente. Casi la mitad de los átomos que configuran tu cuerpo pueden proceder de explosiones de supernova acaecidas fuera de nuestra galaxia. De confirmarse podríamos decir que, en cierto modo, todos somos alienígenas procedentes del exterior de la Vía Láctea.

Empleando simulaciones por supercomputadora, el equipo de la Universidad Northwestern descubrió de forma inesperada que nuestras galaxias obtuvieron su materia a través de transferencia intergaláctica, un fenómeno identificado recientemente que necesita miles de millones de años para darse.

Daniel Anglés lo explica en The Guardian: “es probable que buena parte de la materia que compone la Vía Láctea formara parte de otra galaxia antes de que se viera empujada al exterior por un poderoso viento, viajase a través del espacio intergaláctico y finalmente encontrase un nuevo hogar en nuestra galaxia”.

Y añade: “desde esa perspectiva, nuestra propia naturaleza podría indicar que somos viajeros del espacio, o inmigrantes extragalácticos”.

Para hacer este descubrimiento, David Anglés desarrolló algoritmos que siguieran la pista al modo en que las galaxias ganan materia. Para ello empleó programas que generan modelos 3D de galaxias y rastrean el modo en que se formaron y evolucionaron desde el Big Bang hasta nuestros tiempos.

Tras el Big Bang el universo estaba repleto de gas, el cual se fue agrupando por la acción de la gravedad formando en última instancia estrellas y galaxias. Las simulaciones de Anglés descubrieron que las explosiones de supernovas liberaron gas, lo que provocó que la masa fuera transportada por vientos galácticos desde las galaxias pequeñas a las grandes, como la Vía Láctea, donde formaron parte de nuevas estrellas.

Anglés cuenta que han sido capaces de recomponer el origen de las estrellas en galaxias similares a la Vía Láctea y determinar si la masa gaseosa de la que se formó era de origen endémico o si provino de otra galaxia.

El trabajo del equipo de Daniel Anglés se publicó en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.