Túnez Capital, museo vivo de las culturas mediterráneas

La reapertura del Museo del Bardo, uno de los mejores del mundo sobre las culturas mediterráneas, así como del Tourbet (mausoleo) de la Medina de Túnez el año pasado son dos excusas más para visitar esta ciudad, capital de la república del mismo nombre, y disfrutar de su gastronomía, su historia y de los zocos además un del clima soleado y benigno la mayor parte del año.

Tourbet El Bey, panteón de los principales gobernantes musulmanes de Túnez.
Tourbet El Bey, panteón de los principales gobernantes musulmanes de Túnez.

La luz del mediterráneo y el azul de sus cielos, en una ciudad donde el 75% de los días son soleados, es uno de los tesoros inmateriales de la ciudad de Túnez y sus alrededores. Y motivo probable, junto con su posición geográfica central en el Mare Nostrum por el que todas las grandes civilizaciones de los últimos tres milenios se asentaron en la zona.

La combinación de su geografía afortunada y el impresionante legado que dejaron en la ciudad y sus alrededores los fenicios, romanos, árabes y europeos, convierten a Túnez en destino perfecto y uno de los de moda para el próximo 2024.

La Medina cuenta con cientos de monumentos escondidos en sus callejuelas.
La Medina cuenta con cientos de monumentos escondidos en sus callejuelas.

La Medina musulmana

Capital de la región desde el siglo XII, cuando los almohades la designaron como centro político de la zona, Túnez Capital (denominada Tunis en francés para diferenciarlo del país denominada Tunisie) fue durante mucho tiempo la segunda ciudad más importante del norte de la África musulmana con sus más de 100,000 habitantes, solo por detrás de El Cairo. También uno de los principales centros comerciales del mediterráneo donde fondeaban comerciantes italianos, franceses o árabes, así como las caravanas de mercaderes del Sahara.

La Mezquita Al-Zitouna, epicentro de La Medina de Túnez, rodeada de comercios.
La Mezquita Al-Zitouna, epicentro de La Medina de Túnez, rodeada de comercios.

La Medina, el casco histórico de la capital, fue designada como patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1979. Actualmente es un museo vivo y al aire libre cuya vida se organiza en torno a la gran mezquita Zitouna (Aceituna en árabe) que, levantada en el siglo IX, fue una de las primeras construidas en el Magreb. Aunque el acceso al interior no está permitido para no musulmanes, su minarete resulta de gran utilidad para que el viajero se oriente en sus paseos por los callejones laberínticos de la ciudad viejas.

Como ocurre tradicionalmente en las ciudades árabes, en torno a la mezquita principal se suelen encontrar los zocos más nobles, como aquellos dedicados a la joyería o la perfumería. En el caso de Túnez, y alrededor de la mezquita Zitouna, destaca el zoco de El Attarine donde se pueden encontrar esencias de perfumes y colonias, siendo el producto estrella local los aceites de jazmín, la flor nacional. Otros zocos muy interesantes son el Ech-Chaouachine, especializado en la venta y fabricación de la Chechia, el tradicional gorro masculino generalmente de color rojo, y los zocos de El Berka, que en su día llegó a ser el lugar de compraventa de esclavos, o el de El Bey dedicado a los metales preciosos.

Sin embargo hay muchos más, cada uno especializado en un gremio u oficio desde la fabricación de banderas a la marroquinería, pasando por alimentación o ropa de segunda mano. La mejor opción para disfrutar del ambiente y descubrir la dinámica social de la medina de Túnez es perderse por sus estrechas callejuelas irregulares que se extienden por 270 hectáreas, con la garantía casi absoluta de encontrarse con alguno de los 700 monumentos (mezquitas, palacios, madrasas o mausoleos) que se conservan en la zona.

El mausoleo de Tournet El Bey, el mayor de Túnez, alberga los restos de los soberanos de la dinastía local husainita. El edificio que combina influencias italianas, otomanas y locales, y es quizás uno de los monumentos más importante a nivel histórico. Reabierto el año pasado, es una visita muy recomendada para profundizar en la desconocida historia de esta región que a lo largo de la historia fue invadida por Carlos I, recibió a parte de los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos, y fue refugio de piradas entre otros muchos visitantes que quedaron prendados de sus encantos. La Medina cuenta con algunos hoteles boutiques muy auténticos donde poder alojarse como Dar Bem Gacem (www.darbengacem.com) que colabora además con las actividades sociales del barrio.

Mrabet, una de las primeras cafeterías del Magreb, es un lugar muy frecuentado por locales y visitantes.
Mrabet, una de las primeras cafeterías del Magreb, es un lugar muy frecuentado por locales y visitantes.

Aunque toda la medina está llena de pequeños restaurantes de comida local y rápida, el Café Mrabet a pocos pasos de la mezquita Al-Zitouna es una joya por visitar. Abierto en el siglo XVII fue uno de los primeros en servir café en el norte de áfrica como bebida social, y no solo como medicina, siendo sus primeros clientes las tropas y políticos turcos que gobernaban durante esa época la ciudad. Popular por igual entre locales y viajeros, ofrece desayunos y almuerzos típicos tanto en un salón interior de estilo musulmán como en una terraza con vista excelente a sus alrededores.

La ciudad moderna

No se encuentra lejos la Kashba de la ciudad, donde actualmente se localiza edificio del ayuntamiento de arquitectura moderna levantado sobre un antiguo fuerte de la dinastía Hafsi. La zona, sede de los principales edificios gubernamental del país, ofrece una panorámica amplia de la ciudad tanto hacia el puerto marítimo de La Goulette, parada habitual de cruceros, como hacia el interior.

Y es que los atractivos de la capital de Túnez no se limitan a su medina musulmana. En su parte baja, frente a la Puerta de Francia (también conocida como Bab al-Bahr en árabe) en el límite del casco antiguo y en dirección al mar se extiende la urbe construida por los franceses durante la época del protectorado que se extendió desde 1881 hasta 1956.

La Avenida de Francia y la Avenida Bourguiba son la columna vertebral de este barrio de edificios coloniales franceses, donde se encuentran los hoteles de mayor tamaño y la zona de negocios de la ciudad. Es también una zona de restaurantes, terrazas, teatros, tiendas, centros comerciales y quioscos de prensa donde, aunque a priori no hay grandes atractivos turísticos, resulta muy agradable pasear y es, además, una forma de palpar la realidad social tunecina del momento.

Mosaico romano en el Museo Nacional del Bardo, uno de los más importantes del mundo en las culturas mediterráneas.
Mosaico romano en el Museo Nacional del Bardo, uno de los más importantes del mundo en las culturas mediterráneas.

También fuera de la Medina se encuentra El Museo del Bardo, uno de los más importantes del mundo especializado en las culturas mediterráneas. Reabierto el año pasado, su colección abarca desde piezas fenicias hasta arte musulmán pasando por el periodo romano con una de las mejores colecciones de mosaicos del mundo. Una visita tan imprescindible como recomendable hacerlo con algún guía para poder disfrutarla plenamente ante la falta de audioguías. La información se presenta en árabe, inglés y francés. Algunas pocas compañías ofrecen visitas en español como Civitatis www.civitatis.com/es/tunez

Cartago: púnica, romana y andalusí

Otra opción para bucear en la historia de la ciudad y sus alrededores es visitar la zona arqueológica de Cartago. A una decena escasa de kilómetros del centro de Túnez, y a orillas de un mediterráneo de azul intenso, se levantó durante siglos la cuidad púnica de Cartago. Capital de un imperio marítimo que dominó el comercio en el este del Mare Nostrum tras derrotar a los griegos en Sicilia y Córcega, su derrota por Roma en el siglo II AC supuso su destrucción casi total, aunque aún se pueden visitar el puerto y la ciudad púnica de Byrsa, además de testimonios de esta civilización en el Museo Nacional de Cartago. La herencia romana está mucho mejor conservada. El sitio arqueológico de Cartago, donde se conserva un anfiteatro o las Termas de Antonino son solo algunos de los puntos de interés que se encuentran en torno a la zona arqueológica de la localidad costera.

Pero no todo es arqueología en Cartago, ya que tres milenios después de que el rey cartaginense Amilcar gobernara gran parte del mediterráneo desde su palacio de Cartago, estas mismas tierras siguen albergando la sede del poder local ya que es en el Palacio Presidencial de Túnez donde vive el presidente de la república.

Sidi Bou Said, población de casas blancas y azules fundada por los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos.
Sidi Bou Said, población de casas blancas y azules fundada por los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos.

En el actual municipio de Cartago, y en la vecina La Marsa, las antiguas villas romanas han sido sustituidas por viviendas de la clase media y alta actual de la capital tunecina. Justo en el límite de ambas localidades se encuentra Sidi Bou Said, población de casas blancas y azules fundada por los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos, y destino tanto de viajeros internacionales como lugar de excursión de día de los tunecinos. Sus callejuelas y cuestas, sus tiendas de artesanía y sus restaurantes con espectaculares vistas al golfo de Túnez la han convertido en un lugar de visita muy recomendada.

También cuenta con una pequeña playa que, justo con los más extensos arenales de La Marsa, hacen que la capital de Túnez sea al mismo tiempo un destino tan propicio para la historia y la cultura, como para relajarse y darse un baño de mar.

El senador romano Catón El Viejo, ante las riquezas y poder que acumulaba Cartago hizo famosa la locución latina “Carthago delenda est” (Cartago Delenda Est, que significa, ‘Cartago debe ser destruida’), pero los propios romanos sucumbieron a los encantos del lugar y levantaron sobre sus ruinas una nueva capital desde la que gobernar la provincia de Afriquiya. Lo mismo que hicieron posteriormente los gobernantes árabes en la cercana Túnez y más tarde la dirigentes franceses atraídos por la luz del mediterráneo y su clima agradable. Afortunadamente, vivimos tiempos algo más pacíficos en los que es más fácil disfrutar de Túnez y Cartago, la metrópoli norteafricana con siglos de historia.

Excursiones desde Túnez Capital

El Djem, anfiteatro romano del siglo II, y el segundo mayor del mundo tras el coliseo romano.
El Djem, anfiteatro romano del siglo II, y el segundo mayor del mundo tras el coliseo romano.

El Djem y sus ruinas romanas

A 250 kilómetros al sur de la capital, en la localidad de El Djem se levanta el tercer mayor anfiteatro romano del mundo. El monumento levantando en el siglo III sigue siendo el centro geográfico de la localidad, aparece en algunas escenas de la película ‘Gladiator’. La localidad alberga también un muy interesante museo arqueológico romano que recrea, sobre los restos originales, una domus (Casa Afriquiya) de la época en la que esta región era uno de los principales proveedores de aceite de oliva del imperio. El acceso está incluido en la entrada del anfiteatro, y a pesar de ello esta joya no suele ser muy visitada.

Ribat de Monastir, junto al paseo marítimo.
Ribat de Monastir, junto al paseo marítimo.

Monastir

En la misma ruta que Djem, pero más cerca de la capital, se encuentra Monastir. Ciudad natal de Bourgiba, el primer presidente del Túnez independiente, el mausoleo dedicado a esta personalidad es uno de los atractivos para los viajeros interesados en conocer más sobre la historia moderna la república norteafricana. Aunque sin duda el más espectacular es el Ribat, una fortificación del siglo IX desde la que monjes-soldados musulmanes vigilaron la costa durante siglo. En él se grabaron algunas escenas de ‘La vida de Bryan’.

La ciudad costera cuenta con playas urbanas de arena blanca y aguas turquesas, y es destino habitual de turistas tunecinos e internacionales por su oferta cultural, playera y también gastronómica en torno a los pescados. Una escapada perfecta desde la capital para viajeros en coches de alquiler. También esta conectada por tren y autobús con la capital, aunque en este caso es necesario pernoctar. Agencias especializadas ofrecen excursiones de día completo con guía en español para ver la ciudad en combinación con El Djem. (www.civitatis.com/es/tunez-pais/)

Dougga y Bulla Regia

A dos horas de la capital, dos las zonas arqueológicas romana y prerromanas más importantes del norte de África. Dougga es un sitio arqueológico ubicado en Túnez. Fundada en el siglo V a.C., destacan sus imponentes ruinas, como el teatro romano, el Templo de Juno Caelestis y la Capitoline Triad. Su posición en una colina ofrece vistas panorámicas, añadiendo un encanto pintoresco a este importante yacimiento arqueológico.

Bulla Regia es conocida por sus singulares estructuras subterráneas. Fundada por los fenicios y más tarde ocupada por los romanos, Bulla Regia destaca por sus casas subterráneas con patios interiores, diseñadas para escapar del calor extremo del verano y del frío del invierno.

¿Sabías que?

  • La moneda nacional es el dinar tunecino. Por dólar se reciben 3,5 dinares. Hay casa de cambio en el aeropuerto y la ciudad que ofrecen buenas tasas por la gran competencia. Para cambiar los dinares sobrantes por euros al terminar el viaje es necesario guardar el certificado del cambio.

  • En el aeropuerto y el centro de la ciudad se pueden comprar tarjetas SIM con duración de un mes y hasta 5 gigas de datos por menos de $10. Es recomendable que en el local te inserten la sim local y activen el servicio y así salir con el móvil funcionando en modo local.

  • Aunque los taxis llevan taxímetro, en ocasiones no los ponen a funcionar por lo que es importante pactar el precio de antemano con el taxista o en el hotel. El centro de la ciudad, la Medina y la zona colonial francesa, se pueden recorrer caminando sin problema. La APP Bolt funciona en la ciudad, con precio algo superiores pero asequibles.

  • Sitios webs

  • No hace falta visado para viajar a Túnez.

  • El clima templado se extiende desde mediados de marzo hasta finales de junio, y desde septiembre a diciembre.