‘El sueño inconcluso’, la historia del Directorio Revolucionario Estudiantil

En los primeros meses de 1960, justo cuando comprendieron el rumbo hacia el comunismo que Fidel Castro estaba tomando, numerosas organizaciones decidieron evitarlo a toda costa. Una de las primeras en hacerlo fue el Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE) cuando el 5 de febrero de 1960, en los momentos en que Anastas Mikoyan, viceprimer ministro de la Unión Soviética en aquel entonces, se disponía a depositar una ofrenda en el monumento a José Martí en el Parque Central, sus miembros acudieron al lugar con una corona de flores en la que podía leerse: “A ti, querido Apóstol, en desagravio por la visita a Cuba de Anastas Mikoyan”.

Esa protesta, que marcó el comienzo del enfrentamiento del Directorio a los intentos de Fidel Castro de convertir a Cuba en un Estado comunista, recibió amplia cobertura periodística y es conocida por muchos. Sin embargo, pocos saben sobre la lucha que, desde aquella primera acción, el Directorio Revolucionario Estudiantil llevó a cabo para liberar a Cuba.

Ese vacío en la bibliografía cubana ha sido al fin llenado por un importante libro que acaba de ser publicado. Se trata de El sueño inconcluso (Ediciones Universal, 2022), escrito por el historiador cubano Javier Figueroa de Cárdenas, en el que se aborda la historia del Directorio Revolucionario Estudiantil desde 1959 hasta 1966.

El voluminoso libro (son más de seiscientas páginas) está estructurado cronológicamente en quince extensos capítulos. El primero de ellos, titulado 1959: Nace la oposición. La ruptura del consenso es un minucioso análisis del contexto histórico en que el Directorio fue fundado. El último, con el lapidario título de El DRE en la Prisión, es un doloroso recuento de los terribles momentos que vivieron sus miembros cuando fueron capturados, torturados y finalmente condenados: unos a largas penas de cárcel en las que no solo se vieron obligados a realizar trabajos forzados en las canteras, sino que también recibieron brutales golpizas durante las requisas. Otros fueron sentenciados a muerte por fusilamiento.

Entre uno y otro capítulo está el resto de la historia, es decir la del “sueño inconcluso”. En el número cinco (1961: hacia los días de abril), por ejemplo, después de examinar los planes de la invasión de Bahía de Cochinos, el autor pasa a explicar -dentro de un contexto internacional- el papel que el Directorio desempeñó, junto a otras organizaciones, en los preparativos para propiciar acciones en Cuba que servirían de apoyo al desembarco de la Brigada 2506: “Como se desprende de la documentación del DRE, la dirigencia del Directorio, plenamente adherida a la composición de lugar que fue gestando desde que se vinculó a la CIA en septiembre y octubre de 1960, y cumpliendo con los planes que se fue trazando, inició los preparativos para abrir varios frentes guerrilleros a lo largo de la isla”.

Y en el número 14 (Conclusión de una etapa), se enumeran minuciosamente todos los problemas -políticos y económicos- que enfrentaba el Directorio a finales del año 1965: “Con la desmovilización gradual de la militancia, incluyendo a parte de la dirigencia, la diminución de los fondos que recibían de la CIA y la falta de un plan concreto que entusiasmara con la propuesta de hacer énfasis en la formación, los días del DRE como una de las organizaciones más importante de la oposición cubana operando desde el exilio, estaban contados”.

El sueño inconcluso es un libro valioso, no solo porque está escrito con rigurosidad académica sino también porque está basado en una meticulosa revisión de documentos desclasificados de la CIA y en extensas entrevistas a miembros del Directorio. Es valioso, además, porque rescata para las futuras generaciones una parte poco conocida de nuestra historia. Y quizás lo más importante: porque es un merecido homenaje a la memoria de esos valientes y decorosos hombres que enfrentaron sus destinos con la estoicidad de los elegidos.

Javier Figueroa de Cárdenas fue profesor en la Universidad del Sagrado Corazón (Puerto Rico), Colgate University (New York) y el Departamento de Historia de la UPR, Recinto de Río Piedras, de donde se jubiló en 2012. Es autor de numerosos ensayos que abordan diferentes aspectos de la historia cubana. Entre ellos El exilio en invierno, en el que examina los comienzos del exilio cubano.