Su padre murió de COVID-19 solo en una residencia: el obituario que escribió culpa a los estadounidenses que “abandonaron” la ciencia

Grace Hauck

El doctor Marvin James Farr nació en un Estados Unidos donde los vecinos estaban dispuestos a morir por sus conciudadanos.

MORRISON, CO - SEPTEMBER 1: People stand for the national anthem during an anti-mask gathering at Bandimere Speedway on Tuesday, September 1, 2020. Thousands of people showed up to speak out against masks required by the state that were enacted to help curb the spread of coronavirus. The event was highlighted by speeches on patriotism, Jesus Christ and stories of family members who served the country. (Photo by AAron Ontiveroz/MediaNews Group/The Denver Post via Getty Images)
Manifestantes anti mascarillas en Estados Unidos (Photo by AAron Ontiveroz/MediaNews Group/The Denver Post via Getty Images)

Pero el martes murió en un país muy diferente, uno donde “muchos de sus compatriotas se niegan a llevar un trozo de tela en la cara para protegerse unos a otros”.

Son las palabras de un obituario muy compartido que escribió uno de los cinco hijos de Farr, Courtney Farr, quien critica a los estadounidenses que han “menospreciado y abandonado” la ciencia en medio de la pandemia de coronavirus.

Farr, de 81 años, de Scott City, Kansas, dio positivo la semana pasada a la COVID-19 y había estado aislado en una residencia para ancianos desde el Día de Acción de Gracias, según su hijo.

“Más de 260 000 estadounidenses infectados con COVID-19 le precedieron en la muerte. Murió en una habitación que no era la suya, mientras lo atendían personas vestidas de manera rara y aterradora. Murió con COVID-19 y sus últimos días fueron más duros, aterradores y solitarios de lo necesario. No estaba rodeado de sus amigos y familiares”, escribió su hijo en el obituario publicado en el sitio web de Price & Sons Funeral Home.

Farr, quien era agricultor y veterinario, nació en 1939 “en un Estados Unidos que se recuperaba de la Gran Depresión y estaba a punto de enfrentarse a la Segunda Guerra Mundial, tiempos de pérdidas y sacrificios difíciles de imaginar para la mayoría de nosotros”, escribió Courtney Farr.

“A los estadounidenses les pidieron que racionaran los suministros esenciales y enviaran a sus hijos por todo el mundo a luchar y morir en guerras de destrucción insondable. Murió en un mundo donde muchos de sus compatriotas estadounidenses se niegan a usar un trozo de tela en la cara para proteger a los demás”.

Farr se graduó de la Universidad Estatal de Kansas en 1968.

“Su carrera le dio una vida plena y le permitió comprender mejor la ciencia de la vida. Aprendió a cultivarla y mantenerla, pero también conoció las innumerables formas en las que la vida puede torcerse. De joven se debatió entre estudiar ciencia mortuoria o veterinaria. Eligió la vida sobre la muerte”, continúa el obituario.

“La ciencia que guio su vida profesional ha sido menospreciada y abandonada por muchas de las mismas personas que dependían de sus conocimientos para cuidar a sus animales y cultivar su comida”.

Farr era religioso, “un hombre de su comunidad” y un “hombre de familia, tanto de los lazos de sangre como los elegidos”, escribió su hijo. Participó activamente en organizaciones sociales que hicieron un “buen trabajo” para la red de Hospitales Shriners para Niños. También era un lector lego en la iglesia y “no vio ningún conflicto entre la ciencia que ejercía en su vida profesional y la creencia que mantenía en su vida personal, cada una enriquecía la otra”.

“De la religión aplicó especialmente las lecciones de perdón y cuidado”, escribió Farr. “Él cuidaría de quienes lo habían lastimado más profundamente, un sentimiento del que se han hecho eco los sanitarios que luchan por hacer su trabajo mientras sus comunidades se vuelven en su contra o les dificultan la labor. En algunas ocasiones también falló a quienes más lo necesitaban, ya que era un ser humano, con sus defectos y límites”.

El obituario ha sido muy compartido en Internet y varias organizaciones de noticias lo han publicado. El jueves, Courtney Farr dijo en una publicación en Facebook que estaba “conmocionado” por la cantidad de personas que lo vieron.

“Resonó en mucha gente y eso me alegra el corazón”, dijo Farr en la publicación. “A menudo, cuando experimentamos una pérdida, dolor o trauma, nos sentimos muy solos. Saber que no lo estás, que alguien más lo sabe, tiene un poder increíble”.

Farr dijo que la mayoría de las respuestas al obituario han sido positivas, pero ha habido “algunos comentarios negativos, incluidas afirmaciones de que convertí el obituario de mi padre en un asunto político”.

“Bueno, su muerte fue política. Murió en aislamiento con una enfermedad infecciosa que está causando una crisis nacional. Fingir lo contrario o ignorarlo es también una decisión política”, escribió Farr. “Estoy seguro de que la principal queja de mi padre sería que no tiene la oportunidad de decir lo que piensa”.

Courtney Farr y Price & Sons Funeral Home no respondieron de inmediato a la solicitud de comentarios.

Hasta el sábado, habían muerto más de 279 000 personas en Estados Unidos y 1,5 millones en todo el mundo tras contraer la COVID-19, según los datos compilados por la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, en las últimas semanas las infecciones y las muertes han seguido aumentando, por lo que el influyente modelo del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud proyectó el viernes que Estados Unidos superará el medio millón de muertes por COVID-19 en abril.

Para combatir la propagación de la COVID-19, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan a los estadounidenses usar mascarillas en espacios públicos. De hecho, 37 estados han hecho obligatorio su uso en público, según una lista de AARP. Los estudios de los CDC han encontrado que, en al menos 16 estados y el Distrito de Columbia, la obligación de usar mascarillas parece haber contribuido a mitigar la transmisión de la COVID-19.

Este artículo fue publicado originalmente en Yahoo por USA Today

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