Starmer, el sobrio fiscal que levantó de la lona al laborismo

Liverpool (R.Unido), 10 oct (EFE).- Bajo su apariencia algo anodina, una oratoria titubeante y una notoria falta de carisma, si algo ha demostrado el líder laborista Keir Starmer, favorito a convertirse en el próximo primer ministro británico, es que quienes lo subestiman corren riesgo de escaldarse.

Desde que asumió las riendas del principal partido de la oposición hace tres años, a Starmer no le ha temblado la mano para rehacer el partido a su antojo y distanciarlo de la propuesta izquierdista que enarbolaba el hoy defenestrado Jeremy Corbyn.

Starmer (Londres, 1962) se marcó como primer objetivo reconstruir a un laborismo recién salido en 2019 de una de las peores derrotas electorales de su historia. Para ello, purgó a Corbyn por su supuesto antisemitismo y laminó al sector crítico de la formación.

Hoy pronuncia uno de los discursos más esperados de su carrera (aunque oscurecido por la sombra de la guerra en Oriente Medio), en el congreso de los laboristas en Liverpool, para demostrar al Reino Unido que ha llegado su momento.

Tan implacable ha sido para afianzarse internamente como en su esfuerzo por transmitir un mensaje de seguridad al votante.

Dicen quienes lo han frecuentado últimamente que parece inquieto: la enorme ventaja de la que goza en las encuestas hace que las elecciones previstas para 2024 dependan más de los errores de los laboristas que de los aciertos del gobierno conservador de Rishi Sunak.

Ahí surgen las primeras críticas. Starmer, aseguran esas voces, está yendo demasiado a asegurar el tiro, le falta osadía en sus propuestas.

El líder de la oposición no oculta su obsesión por convencer a los empresarios de que los laboristas son el partido de la economía. En esa clave se entiende que tras el discurso ayer de su responsable económica y gran aliada, Rachel Reeves, se proyectase un vídeo del exgobernador del banco central Mark Carney dándole su apoyo.

Pero el laborismo es una coalición compleja. Si Starmer mantiene prietas las filas es en gran medida porque en lontananza el partido ya atisba Downing Street, tras 13 años en la oposición.

Hasta las voces más beligerantes, como el secretario general del sindicato RMT, Mick Lynch, que mantiene conocidas discrepancias con Starmer, han prometido callar hasta las elecciones: "Tenemos que sacar a los 'tories' (conservadores), y eso significa meterlo a él".

Una concejala laborista en la vecina ciudad de Stockton, Rachel Wise, resumía para EFE un sentir extendido: "Las elecciones las decidirán si los votantes conservadores se quedan en casa". Entre el pragmatismo y las credenciales de izquierda

Es frecuente caracterizar a Starmer como un pragmático a ultranza que hará lo que sea necesario por alcanzar el poder. Sin embargo, a lo largo de su vida ha demostrado fidelidad a los valores de la izquierda.

Nacido al sur de Londres en el seno de una familia de fuerte raigambre laborista, en su nombre lleva el destino: sus padres le pusieron Keir en honor a Keir Hardie, fundador del partido a comienzos del siglo XX.

Tras un inevitable paso por Oxford para estudiar un posgrado en Derecho Civil (fue el primer miembro de su familia en obtener un título universitario), Starmer se convirtió en abogado litigante ("barrister", en inglés) mientras permanecía en la órbita de movimientos socialistas.

Desde el comienzo trabajó en casos relacionados con los derechos humanos, lo que le granjeó popularidad y prestigio en los círculos legales, hasta que en 2008 le llegó la gran oportunidad de su carrera al convertirse en el jefe de la Fiscalía de la Corona.

Allí tuvo que lidiar con algunos casos polémicos, como el del presentador de la BBC y delincuente sexual Jimmy Savile, que no socavaron su reputación.

Diputado laborista desde 2015, se integró en el equipo de Corbyn como portavoz de inmigración, primero, y para el Brexit, después, algo que los conservadores no dudan en recordarle cada vez que pueden.

Pese a que fue uno de los artífices de la campaña por un segundo referéndum sobre el Brexit con la que los laboristas participaron en las elecciones de 2019, Starmer consiguió esquivar los efectos de esa derrota y se alzó en la carrera interna por reemplazar a Corbyn en primera ronda, con el 56 % de los votos.

Casado con la antigua abogada Victoria Alexander y padre de dos hijos, se considera a si mismo como un fanático del Arsenal de fútbol, deporte que ha practicado durante gran parte de su vida.

Enrique Rubio

(c) Agencia EFE