Stanley, el embajador “anti-grieta” que busca derribar los prejuicios del kirchnerismo

La cúpula de la CGT con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley
La cúpula de la CGT con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley

Almuerzos compartidos con opositores horas antes de un café con sonrisas, rodeado de sindicalistas peronistas. Encuentros con empresarios, disertaciones en congresos, encuentros con los medios, viajes por el Interior en los que aprovecha para degustar alfajores o tomar mate con vecinos.

Son estas algunas de las actividades desplegadas por el embajador de Estados Unidos en el país, Marc Stanley, una hiperactividad que es constante durante los casi diez meses que lleva de gestión diplomática. Autodenominado como el “embajador anti-grieta” , el exitoso abogado de Texas y activo dirigente de la comunidad judía norteamericana se “tomó muy en serio” su misión: la de “mejorar los vínculos” bilaterales e intentar derribar los prejuicios que buena parte del kirchnerismo y el peronismo histórico tienen hacia todo enviado de Washington desde las épocas del “Braden o Perón”, la antinomia surgida en 1946, en la génesis del justicialismo.

“Está hablando con todos, y ganando esa batalla”, dicen fuentes cercanas al embajador, que incluso en términos personales intenta tender puentes. Sin saber una palabra de castellano al llegar al país, utiliza un traductor “a tiempo real” cada vez que se cruza con un interlocutor que no habla inglés, mientras “le pone garra” (según testigos calificados) a sus clases de español.

Cercano por default con muchos opositores de simpatías abiertas hacia Washington-sin ir más lejos, semanas atrás compartió almuerzo y charla distendida con los macristas Patricia Bullrich y Rogelio Frigerio, organizada por la Asociación Amigos de la Universidad Ben Gurión- Stanley comenzó a derribar barreras con sus dos encuentros con la vicepresidenta Cristina Kirchner, el primero de ellos cuando la invasión rusa a Ucrania ya cobraba un luctuoso saldo en vidas humanas. “El tenía como objetivo juntarse con Cristina, porque si hablaba con ella podía hablar con cualquiera. Y muchos peronistas empezaron a pensar que si Cristina lo recibió contenta, ellos también se podían juntar”, contaron por lo bajo conocedores de la intrincada relación entre el kirchnerismo y los Estados Unidos.

A través del Centro de Estudios Americanos, que comenzó hace dos años el sigiloso proceso para acercar posiciones, Stanley trabó vínculos con muchos sindicalistas destacados, y las gestiones (comenzadas por Luis María Savino, titular del CEA) dieron sus frutos días atrás. Se sucedieron el encuentro con la cúpula de la CGT (incluido Pablo Moyano) y otra reunión esta semana con Jorge Sola (Sindicato de Seguros), Luis Cáceres (Ladrilleros), y Gerardo Martínez (Uocra), en la que el embajador entregó una distinción en reconocimiento por el trabajo de los ladrilleros contra el trabajo infantil.

¿Qué mensaje lleva Stanley a esos encuentros? “Dice que quiere contribuir a colaborar con la Argentina a superar la crisis de endeudamiento, estabilización y superación de la crisis económica”, contaron a este diario cerca de uno de los gremialistas que vio a Stanley en esas reuniones.

Los embajadores Marc Stanley y Eyal Sela junto con Patricia Bullrich y Rogelio Frigerio, entre otros
Los embajadores Marc Stanley y Eyal Sela junto con Patricia Bullrich y Rogelio Frigerio, entre otros

Además de la mirada general, Stanley-que conoce bien el sector petrolero-es portador del “interés” de Estados Unidos y sus empresas en el desarrollo energético, a través de Vaca Muerta y el litio, además de “la potencialidad de Argentina en materia de proveedor de alimentos”.

Con los sindicalistas, además, Stanley recordó el conocido vínculo del presidente Joe Biden con el sindicalismo en su país, y manifestó “respeto por el rol de los sindicatos en la Argentina y su participación en el desarrollo de las cadenas de valor productivas”. Música para los oídos de muchos sindicalistas, hasta el punto que el camionero Pablo Moyano, cercano a la vicepresidenta, afirmó, al salir de una reunión con él, que lo consideraba “más peronista que muchos de los nuestros”. Los aplausos, como era de esperar, no fueron unánimes: desde el cristinismo criticaron las fotos con el “imperialismo depredador”, al decir de la ex embajadora Alicia Castro, y aplaudieron una foto casi simultánea del sindicalista Daniel Catalano (CTA), con el embajador de Cuba, Pedro Pablo Prada.

Tanto en sus charlas con oficialistas como con opositores, en las que evita hablar de las elecciones de 2023, Stanley se mostró “satisfecho” con la gira y las gestiones posteriores del ministro de Economía, Sergio Massa, de las que formó parte y que, en su momento, incluyera reuniones de alto nivel con el Tesoro norteamericano, empresarios y el FMI. “Reitera que hay una buena predisposición de la administración Biden para colaborar con la Argentina en ese sentido”, contó otro de sus interlocutores recientes. Desde la delegación norteamericana en el país ven con satisfacción la sucesión de giras de altos funcionarios: a Massa lo siguió el Presidente, que participó a mediados de septiembre en New York de la Asamblea de Naciones Unidas, y la semana siguiente fue el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y un grupo de gobernadores los que llegaron a la potencia mundial en una gira política y económica. La actual gira de Massa por Estados Unidos es seguida con renovado interés desde la sede diplomática del barrio de Palermo.

Cuidadoso con cada mensaje que sale de sus redes sociales, Stanley dejó dudas cuando en un plenario del Consejo de las Américas habló de una clase política que “trabaje en acuerdos desde ahora y no espere a las elecciones de 2023″. Luego de las reacciones críticas de referentes kirchneristas como el gobernador Axel Kicillof, quien se preguntó “qué recomendación tiene (Marc Stanley) para los partidos políticos de su país”, desde la embajada aclaran que el diplomático “se refirió a que Gobierno y oposición trabajen juntos, no a una confluencia opositora, no está acá para tomar partido”, definen.

Convencido cultor del “Tikún Olam”, el precepto judío de intentar “reparar el mundo”, Stanley pasó las festividades judías de Rosh Hashaná en su país y el Día del Perdón en distintas sinagogas porteñas, como la comunidad Amijai, en Belgrano, de la que ya es socio honorario y a la que suele asistir a sus ceremonias del shabat, los viernes por la noche, y el templo de la calle Libertad, liderado por el rabino y ex ministro de Medio Ambiente de Cambiemos, Sergio Bergman.

A su regreso, volvió a las gestiones con dirigentes oficialistas y opositores y a sus viajes a las provincias (el jueves estuvo en Mendoza con el gobernador Rodolfo Suárez y en distintas universidades) que va anotando en su termo “homónimo” cada vez que pasa por un territorio nuevo. “Yo sé de qué lado de la grieta estoy: del de los 48 millones de argentinos”, repite Stanley, en su búsqueda de “reforzar” la influencia de Washington en el mundo político y empresarial del país.