Stallone es él mismo en la pantalla chica

Sylvester Stallone, quien protagoniza “Tulsa King”, en el hotel St. Regis en Nueva York, el 5 de octubre de 2022. (Sinna Nasseri/The New York Times)
Sylvester Stallone, quien protagoniza “Tulsa King”, en el hotel St. Regis en Nueva York, el 5 de octubre de 2022. (Sinna Nasseri/The New York Times)

Sylvester Stallone no necesita presentación, así como Rambo no necesita un cuchillo más grande ni Rocky otro puñetazo en la cara. Sin embargo, sí quiso aclarar una cosa sobre él mismo mientras tomábamos té en el hotel St. Regis en Manhattan el mes pasado, antes del estreno de su nueva serie de Paramount+, “Tulsa King”.

¿Recuerdan los papeles que lo han hecho famoso? Esos sujetos no eran realmente él. Sí, eran tipos duros y él es un tipo duro (a los 76 años, todavía está en estupenda forma física, aún hace la mayoría de sus escenas de riesgo, sigue siendo Sly). Pero, a pesar de las exigencias físicas, aceptó que la parte de la actuación era un poco fácil, en particular después de hacerlo tantas veces: ocho películas de Rocky y cinco de Rambo.

Stallone comentó: “Es realmente simple esconderse detrás de Rambo o Rocky” (y en este punto nos brindó un rápido e idéntico “How you doin’?” (“¿Cómo estás?”), algo parecido a una imitación de una imitación de su propia actuación.

Sobre su personaje en “Tulsa King”, un gánster elocuente llamado Dwight Manfredi, mencionó: “Con este sujeto, tienes que ser listo”. También tuvo que desarrollar una cualidad que no estaba acostumbrado a practicar frente a las cámaras.

“Lo más difícil en la actuación es ser tú mismo”, afirmó y agregó: “Y yo diría que a mi edad, en este momento, es probable que esté haciendo mi mejor trabajo porque en realidad me estoy interpretando a mí mismo”.

Por supuesto, ese es el tipo de cosas que dicen los actores. Sin embargo, es difícil de imaginar un mejor conducto para que Stallone sea él mismo. Como el Manfredi atenuado pero todavía formidable, tiene la oportunidad de interpretar a un tipo duro mientras hace uso de su propia inteligencia e idiosincracias y “Tulsa King” está dirigida a muchas de las mismas personas que crecieron viéndolo pelear y destrozar enemigos durante toda la década de los ochenta.

Sylvester Stallone, quien protagoniza “Tulsa King”, en el hotel St. Regis en Nueva York, el 5 de octubre de 2022. (Sinna Nasseri/The New York Times)
Sylvester Stallone, quien protagoniza “Tulsa King”, en el hotel St. Regis en Nueva York, el 5 de octubre de 2022. (Sinna Nasseri/The New York Times)

Taylor Sheridan creó la serie, la cual se estrena el domingo. Como el exitoso drama de vaqueros de Sheridan, “Yellowstone” (creado junto con John Linson), “Tulsa King” promete ser un favorito de quienes disfrutan de este subgénero (que mezcla elementos predilectos de los papás y honrados a través del tiempo como los wésterns, las películas de mafiosos, una historia telenovelesca no intimidante, un poco de falta de corrección política y mucha “Stalloneidad”).

Para Stallone, “Tulsa King” le ofrece la oportunidad de probar algunas cosas nuevas: es su primer papel importante en televisión y su primer personaje serio como un gánster (en este caso, el capo de una familia criminal que acaba de cumplir una sentencia de 25 años en prisión y debe reubicarse para expandir las operaciones en Tulsa, Oklahoma).

No obstante, también se alinea con un cambio gradual evidente que se ha visto en su trabajo reciente, notorio en las películas de “Creed”. Stallone tiene mayor edad ahora, su catálogo de lesiones es legendario y sus papeles han evolucionado. El mundo también ha evolucionado, incluida la audiencia que gusta de su raza particular de hombre viril estadounidense de la posguerra (aquel de los pantalones cortos de box con la bandera estadounidense y la banda sonora de Sammy Hagar). Los héroes cinematográficos más jóvenes que le han sucedido (aquellos de trajes de tela elástica y que filman con pantallas verdes) hacen películas diferentes ahora, diseñadas con esmero por conglomerados globales para evitar que sus estrellas se lastimen y ofender a los censores chinos. ¿Qué puede hacer una estrella de acción matacomunistas?

Al parecer, la respuesta ha sido adaptarse. Pero dentro de ciertos límites. Un ejemplo: una escena de “Tulsa King” que me mostró en su teléfono, que involucra la cara de otro hombre y una estufa eléctrica muy caliente.

El actor indicó: “Creo que si vas a hacer una escena de violencia, hazla realmente memorable”. Hice una nota mental de elegir mis palabras con más cuidado a la hora del té.

Stallone, un amante de los caballos desde hace tiempo, asegura que conoció por primera vez a Sheridan en el Centro Ecuestre de Los Ángeles, cuando Sheridan era mejor conocido como actor. Stallone aseguró que, varios años después, tras convertirse en uno de los guionistas más solicitados de Hollywood, Sheridan se puso en contacto con él para mostrarle el guion de un piloto sobre “el último sujeto fuera de su elemento: un gánster que va al oeste”. (Sheridan no estuvo disponible para hacer comentarios).

Mientras tanto, Stallone señaló que siempre había querido interpretar a un gánster en una película seria, desde que fue rechazado para ser extra en “El padrino”. (“Oscar”, su comedia de la mafia de 1991, no hizo disminuir su interés). Aceptó como protagonista y como productor ejecutivo, y Sheridan le entregó la responsabilidad de director de la serie a Terence Winter, a quien Stallone admira desde hace tiempo por su trabajo en “Boardwalk Empire” y “Los Soprano”.

Winter revisó el piloto y comenzó a escribir y a supervisar los episodios siguientes con Stallone en mente.

Winter relató: “Es genial escribir algo con un actor ya vinculado al proyecto. Tienes esa voz y ese físico en tu mente. Así que esto en realidad fue hecho a la medida para Sly”.

Al hablar con otros miembros de la producción, me dio la impresión de que a Stallone sí le quedó cómoda esa medida, una sensación que intentó transmitir a sus compañeros del elenco.

Jay Will, quien interpreta al compañero de aventuras de Dwight, un joven taxista llamado Tyson, opinó: “La energía que aportó al lugar, en lo personal, me hizo sentir como que puedo ser yo mismo y ponerme a mí mismo en el personaje. Hay autenticidad en Sly que está muy muy al frente de su ser, que es sensible al mundo. No lo contiene”.

En su momento, Rocky y Rambo representaban a cierto segmento de hombres estadounidenses en la era posindustrial y pos-Vietnam que cargaban las cicatrices de la violencia, la negligencia, la pérdida de sustento y de propósito. Sin embargo, habían descubierto cómo sobrevivir. Sin importar cuán ridículas se volvieron algunas de las secuelas, la película original “Rocky”, que Stallone escribió, y “Rambo: Primera sangre”, que coescribió, son grandes películas con temas grandiosos y serios.

Stallone manifestó: “En realidad, odio el término actor de ‘acción’ porque yo lo llamo mitología”. Continuó al comentar que ya nadie escribe “La odisea”, “pero esa mentalidad… (necesitamos héroes mitológicos)”.

Visto en ese contexto, el atractivo de “Tulsa King” para un veterano como Stallone tiene sentido: cuando se trata de héroes mitológicos de Hollywood, ni siquiera Los Vengadores pueden competir con los vaqueros y los gánsteres.

Stallone no puede interpretar héroes exactamente como solía hacerlo y no finge lo contrario. El actor comentó: “Es egoísta a un grado casi imperdonable creer que vas a salir y ser más rápido que un boina verde de 21 años. Tengo que aceptar eso”. Sin embargo, tampoco ha jubilado sus espuelas, incluso a pesar de que sus personajes ahora deben enfrentar con honestidad las pérdidas y los límites de la edad.

Esos límites no son solo físicos. Con base en los dos avances proporcionados a los periodistas, hay una escena cómica al principio de “Tulsa King” en la que Dwight se droga por accidente y se desinhibe. Ha estado en prisión durante un cuarto de siglo y ahora se siente como si hubiera estado dormido todo ese tiempo. No está enojado, solo confundido (“¡Un teléfono es una cámara!”; “Y estos pronombres. ¿Qué [palabra malsonante] pasa con los pronombres?”) y aunque está “a favor del cambio”, siente que “alguien sigue moviendo la meta”.

Los programas de Sheridan a menudo son descritos como para espectadores de “estados republicanos” (una opinión reduccionista, dado que “Yellowstone” fue el drama más aclamado por la crítica en la temporada televisiva pasada). Sin embargo, el monólogo narcotizado de Dwight es al menos un vínculo con los espectadores que no tuvieron que ir a prisión para sentirse alienados o confundidos por los cambios rápidos de la tecnología y las normas sociales. (Winter señaló que la escena no tiene el propósito de ser política de manera explícita —“no es solo una declaración sobre ser concienciado”, como él lo explicó—, sino “solo en general, trata de lo rápido que cambian las cosas”). La escena herirá algunas sensibilidades y, aun así, a medida que continúa, da un giro.

Dwight declara al dueño de un dispensario de marihuana interpretado por Martin Starr: “Cuando era niño, en mi vecindario, al menos yo sabía quién era”. Después, se encoge de hombros y su voz se vuelve más tranquila. Dice: “O pensé que lo sabía. Pero, para ser honesto, nadie sabe nada”.

Esto también se sintió como Stalloneidad: humildad ante los dioses. Stallone me indicó que esa humildad se volvió más profunda conforme se hizo mayor y la vida se basó más y más en pérdida. Los hijos crecieron y se fueron. Los matrimonios se hicieron más complicados. Los cuerpos envejecieron. Los amigos murieron.

Stallone cuestionó: “Después de los 45, restas. ¿Y cómo manejas cuando tienes que restar?”.

Minutos después, respondió a su propia pregunta: te adaptas. Sigues avanzando. Te pones a la altura de los desafíos. Indicó que, como artista, todavía cree en las historias en las que gana el más débil, en el modelo de “hombre contra el sistema, mujer contra el sistema, mitología moderna, superar los obstáculos”. La lucha puede no verse o sentirse igual que antes, pero de todos modos sigues luchando. (¿“Los indestructibles 4”? Se estrenará el próximo año).

¿Y qué haces cuando las probabilidades se apilan en tu contra?

Stallone concluyó: “Te hundes o nadas”.

c.2022 The New York Times Company