“Soy la tía de la niña que no vas a tocar”: mujeres e infancias marchan en Ecatepec contra la violencia de género

FOTOS: Montserrat Sánchez Maldonado
FOTOS: Montserrat Sánchez Maldonado

“No se separen y no tengan miedo. Hoy no vamos solas”, dice una mamá a sus hijas pequeñas mientras les coloca en el cabello un paliacate morado a cada una. De la mano y en fila, forman parte de las colectivas y ciudadanas que decidieron marchar este miércoles en Ecatepec, Estado de México, para exigir un alto a la violencia de género. 

Desde el mediodía, mujeres, niñas, niños y madres de víctimas de feminicidio de la periferia, aquella que aseguran en sus cartulinas que “existe porque resiste”, se reúnen en Casa Morelos para conmemorar el Día Internacional de la Mujer

Las niñas y los niños caminan al paso de sus madres, tías y hermanas. Portan paliacates de color verde o morado mientras sostienen carteles pequeños como ellos y tratan de seguir el ritmo de la canción “Vivir sin miedo” de Vivir Quintana

“No queremos más hijos sin sus madres” y “Queremos vivir, no sobrevivir”, dicen las cartulinas de los dos primeros infantes que llegaron a la marcha. Preparados con sus botellas de agua, bloqueador solar en la cara y aferrados a las manos de su madres, emprenden el camino que al menos por hoy les pertenece. 

Con las madres al frente 

“Las madres al frente, vamos con y por ellas”, grita una de las organizadoras de la protesta, mientras pide a las demás asistentes acomodarse, tomar sus carteles y preparar el megáfono. “Hoy Ecatepec es nuestro, hoy este municipio que nos ha quitado a muchas es nuestro”, dice la joven, que prefiere omitir su identidad por miedo a represalias. 

Con una lona casi de su tamaño —y con la leyenda “Que tus ojos que me leen nunca lloren por una hija asesinada”— es como se une a la marcha Mercedes Rangel Becerril, madre de Montserrat Mejía Rangel, víctima de feminicidio. 

En entrevista, la madre de la joven de tan solo 27 años exige justicia no solo por la hija que le arrebataron, sino por el nieto que no pudo nacer

“Ella estaba embarazada de cinco meses y le quitaron la vida el 17 de febrero de 2021. El presunto feminicida es su esposo Saúl, hay pruebas, hemos señalado evidencia y las autoridades solo aplazan el caso, lo dejan libre. Es como si él tuviera más derechos que nosotros”, lamenta Mercedes. 

Al paso de las demás mujeres y cubriendo sus lágrimas con sus pestañas largas, Mercedes dice estar decidida a no parar hasta que pague no solo el responsable, sino también sus padres, ya que “ellos también acabaron con la vida de su niña, pues le ayudaron a Saúl a limpiar la casa”. 

Marchar por justicia

Vasti Cruz, de 27 años, marcha junto a sus dos hijas menores de edad, que juntas exigen justicia por el feminicidio de su abuelita.

“Vine a gritar por mi abuelita que fue víctima de feminicidio por su propio hijo y ese propio hijo me golpeó a mí; entonces yo era la que la cuidaba para atenderla y todo, él se queda con ella y a la semana de que a mí me golpea mi abuelita falleció por su negligencia porque no la cuidó, no la atendió, y me culpó a mí de esa muerte”, dice en entrevista afuera del Centro de Justicia, mismo que mantiene las puertas cerradas.

Vasti menciona que al levantar la denuncia fue revictimizada, pues al “no estar tan golpeada” las autoridades no quisieron proceder más que por despojo. Su agresor la había corrido de la casa en la que vivía con su abuelita.

“Yo tuve que llegar a un juzgado para que se atendiera mi caso pero tampoco hizo nada (…) sigue el proceso por violencia y hasta ahorita nos siguen dando vueltas”, señala, al tiempo que reclama que su agresor sigue en libertad.

Un edificio no es más importante que las mujeres 

Con brincos, abrazos y cantos como “Ni una más, ni una asesinada más” y “Mujer, escucha, esta es tu lucha”, las mujeres avanzan hasta el Centro de Justicia para las Mujeres de Ecatepec, instancia de la fiscalía en el municipio, para ahí exigir que se atienda a las denunciantes de violencia de género cuyos casos tienen atrasos o irregularidades. Sin embargo, ahí se encuentran con las oficinas cerradas. 

“No puede ser que resguarden un edificio que piensen que vale más que la vida, la dignidad de las mujeres. Nosotras no vamos a romper, queremos que nos escuchen”, demandan las manifestantes. 

Tras la petición de las mujeres, personal de la fiscalía acepta recibir solamente a tres denunciantes o a sus representantes, bajo el argumento que los funcionarios no tenían permitido el acceso a más gente. 

Sonia Itzel Gutiérrez, abogada feminista, una de las organizadoras de la marcha y acompañante de las denunciantes, comenta más tarde que en la reunión con autoridades no se atendió a sus peticiones. 

“Parece que nos tienen miedo y no debería ser. Nosotras solo queremos que nos protejan, que cumplan con su trabajo. Queremos que entiendan que somos las mujeres que vivimos en un municipio con doble alerta de género, no nos pueden cerrar las puertas a la justicia”, sentencia. 

Un evento oficial que parece una burla 

“Ecatepec tiene una deuda con las mujeres”. Esto lo saben las madres, las maestras, las amas de casa, las hijas que habitan ese municipio. Lo saben por las fichas de búsqueda de al menos 25 mil 177 mujeres desaparecidas y no localizadas en el Estado de México. Lo saben porque, de ese universo, mil 354 son de Ecatepec. 

Es por las desaparecidas y por las 140 mujeres asesinadas en 2022 —reconocidas por el Estado— que ver un evento oficial en la explanada del Palacio Municipal, justo en esta fecha, les resulta una burla. 

“Nuestra vida, nuestra seguridad no es un circo. No queremos que nos den conciertos, ni que nos pinten las uñas o el cabello; queremos estudiar, salir, vivir, regresar a casa, eso es lo que queremos las mujeres de Ecatepec, del Estado de México”, dicen las jóvenes que se quedan hasta el final de la protesta, y quienes irrumpen en el evento para sostener en alto el nombre de las que ya no están. Y con ello, hacerle ver a las autoridades que no las olvidan.