Somos pobres, ¿de tiempo?

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¿Para ti qué es lo más valioso? ¿La salud? ¿El amor? ¿El dinero? Claramente, no hay una respuesta universal, pero probablemente para muchas personas será el tiempo. Sin embargo, a pesar de lo mucho que valoramos nuestro tiempo, según datos del Consejo de Evaluación de la Ciudad de México (EVALÚA), alrededor de 7 de cada 10 personas en el país sufren de pobreza de tiempo.

A grandes rasgos, la pobreza de tiempo se refiere a la carencia de tiempo libre que tiene una persona para dedicar a lo que le gustaría, como actividades de ocio, autocuidado, participación política, entre otras.

Según la metodología de EVALÚA, se estima que el tiempo libre semanal que una persona (entre 18 y 69 años) 1 debería tener son 44 horas. 2 Sin embargo, muy pocas lo tienen. Y es que el 66.3 % de la población en México (85.3 millones de personas) sufre pobreza de tiempo.

¿Por qué no tenemos tiempo libre? Para empezar, es común que las personas dediquen más de 48 horas a la semana a alguna actividad remunerada y, particularmente en el caso de las mujeres, tienen dobles o triples jornadas laborales por el trabajo doméstico no remunerado. Así lo demuestra la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) 2019: en promedio el tiempo total de trabajo (TTT) que dedicamos a la semana son 56.6 horas. Cabe resaltar que las mujeres dedican 6.2 horas más a estas actividades: en promedio 59.5 horas, frente a 53.3 de los hombres. Asimismo, las personas hablantes de una lengua indígena trabajan, en promedio, 3.1 horas más que las no hablantes.

Otro aspecto subestimado es el tiempo de traslado, pues la realidad, particularmente para zonas urbanas, es que destinamos más de una hora diaria a esta actividad, como lo estima el EVALÚA. Por ejemplo, de acuerdo con la Encuesta de Origen-Destino en Hogares de la Zona Metropolitana del Valle de México (EOD) 2017, la mayor parte (58.1 %) de los viajes que se realizan para ir al trabajo tardan en entre 31 minutos y hasta 2 horas, y el 5.3 % tardan más de 2 horas. Por ello, pensar que en algunos contextos se destinan alrededor de 14 horas semanales al traslado, en vez de 6, no es descabellado.  

Estos son solo un par de ejemplos sobre a qué dedicamos el tiempo que debería ser libre. Pero hay que tener muy presente que el uso del tiempo está estrechamente relacionado con las características de cada persona y su entorno. Por ejemplo, en comunidades con carencias de servicios públicos, como acceso a agua potable o transporte público, la población debe invertir más tiempo para cubrir sus necesidades básicas. Es sumamente importante entender por qué sucede esto e implementar políticas públicas para reducir estas desigualdades y sus impactos.

¿Cómo nos afecta la pobreza de tiempo?

Queda claro que no tenemos el tiempo libre que nos gustaría, pero ¿qué impactos tiene esto en nuestra vida a nivel individual y comunitario?

Mala salud: debido a la falta de tiempo, en muchas ocasiones dejamos de lado ejercitarnos, cuidar la alimentación, realizar chequeos médicos o incluso acudir a consulta cuando enfermamos. En este sentido, diversos estudios han encontrado que existe una relación negativa entre las horas dedicadas al trabajo y su impacto en la salud; es decir, más horas laboradas, peor salud.

Menos felicidad: la ecuación de la felicidad es “sencilla”; más horas dedicadas a lo que nos gusta igual a más felicidad, pero en México los valores de esta ecuación son muy bajos. Somos el país con el peor balance vida-trabajo de la OCDE y el segundo (en empate con Costa Rica) con menos tiempo destinado al ocio y cuidado personal.

Baja movilidad social: como se ya mencioné antes, la situación de vulnerabilidad de algunos grupos poblaciones se traduce, lamentablemente, en una mayor demanda de tiempo que les impide realizar actividades de autocuidado, desarrollo personal, etc. En última instancia, esto se vuelve un ciclo vicioso que dificulta aún más la movilidad social en el país.

Poca participación política activa: la baja participación política no solo tiene que ver con el hartazgo de la ciudadanía de los actores políticos. La carencia de tiempo es un gran obstáculo para informarnos, conocer las candidaturas y sus propuestas, manifestarnos, debatir, etc., y muchas veces preferimos dedicar el poco tiempo libre que tenemos disponible a alguna actividad que nos guste y no nos desgaste aún más.

Es evidente que existe un problema con el uso del tiempo que afecta nuestra calidad de vida. Naturalmente, la siguiente interrogante que surge es: ¿qué podemos hacer para atenderlo? Tres puntos clave que la política pública debe atender para ello son la reducción real de las jornadas laborales, la redistribución comunitaria del trabajo doméstico y de cuidados y el mejoramiento del transporte público. Además, se debe asegurar que instituciones como el INEGI y EVALÚA CDMX puedan seguir generando información y análisis que permitan entender mejor estas problemáticas y tomar decisiones para atenderlas basadas en evidencia.

* Néstor Genis (@GenisNestor) es coordinador de Inclusión y Desarrollo Sostenible en Ethos Innovación en Políticas Públicas (@EthosInnovacion).

 

1 La estimación del tiempo libre se calcula con base en aspectos legales como la jornada laboral de 48 horas establecida en la Ley Federal del Trabajo; médicos, como que una persona adulta debe dormir 8 horas; y estimaciones del tiempo destinado al autocuidado y el transporte. Además, esta estimación varía según la edad debido a las diferentes dinámicas de vida y necesidades biológicas de cada sector..

2 Para calcularlo, al tiempo total disponible semanalmente (168 horas) se le resta: 1. el tiempo total de trabajo (TTT = 48 horas), que se refiere al tiempo dedicado a nuestro empleo o actividad económica y actividades domésticas y de cuidado (también conocido como tiempo de trabajo socialmente necesario); 2. el tiempo de traslado (TT = 6 horas), y 3. el tiempo de reposición individual  (TRI = 70 horas), que se refiere al tiempo para dormir, comer, bañarse, etc.