La solución a la cuestión cubana | Opinión

Desde que Cuba emergió del fondo del mar hace unos 40 millones de años, no ha sufrido mayor cataclismo que la instauración del régimen marxista-leninista en 1959.

A medida que se fue evidenciando el desastre socio-político-económico del experimento castrista, los espíritus iluminados comenzaron a buscarle solución a la cuestión cubana. Algunos intentos de resolverla por las armas, como la invasión por Bahía de Cochinos (abril 1961), fracasaron.

A partir de unas cuantas intentonas más, las soluciones se quedaron reducidas a dos:

La del exilio cubano

Quienes salieron durante las primeras dos décadas de la era castrista, abogan por asfixiar la revolución cubana mediante embargo económico y toda medida que pueda hundir más la ya hundida economía de la otrora Perla de las Antillas.

Algunos dicen que abandonaron temprano el país por sus ideales democráticos, mientras otros admiten que se fueron porque les confiscaron sus propiedades. Tampoco había democracia durante la dictadura batistiana, pero los pudientes se adaptaron a ella, porque no hubo confiscación de bienes.

Se caracteriza este exilio histórico por tratarse de cubanos de avanzada edad que no tienen familiares en Cuba. No les duele en carne propia que el pueblo cubano sufra penurias por medidas supuestamente contra el gobierno. Los gobernantes siempre se las arreglan para pasarla mejor. Pero el pueblo llano es quien sufre la escasez de alimentos, la ausencia de medicinas, la falta de artículos de higiene, la frecuencia de los apagones, el mal suministro de agua y todo lo imaginable en miserias.

La del exilio posterior

De manera algo arbitraria se fija el Éxodo por Mariel (15 de abril al 31 de octubre de 1980) como el momento en que comenzó a constituirse una nueva clase de exiliados. Los de la vieja guardia, los históricos, prefieren llamarlos emigrantes económicos, porque no salieron por ideales elevados.

Los cubanos que han ido llegando a Miami y a otras playas han logrado ir sacando familiares de Cuba, pero siempre les quedan parientes allá. Los nuevos cubanos en el exterior ven con buenos ojos que el gobierno norteamericano les permita ayudar a la parentela y amistades con remesas de dinero, con envíos de paquetes y con transporte aéreo a muchas ciudades cubanas para visitar a quienes quedaron atrás.

No es que estos exiliados o emigrantes estén de acuerdo con el “status quo”. También desean vehementemente que Cuba se libere de esa locura sexagenaria del socialismo castrista. Pero esperan pacientemente a que el cambio llegue con el relevo generacional.

Actualmente el régimen no puede contar con la juventud. La emigración juvenil hacia todas partes del mundo continúa desangrando el país de todos sus talentos jóvenes. El régimen se está quedando solo.

Llegará el día en que el equipo dirigente sienta el desgaste y la desmoralización al contemplar una Cuba cada vez más vaciada, y no habrá más remedio que cambiar de rumbo. ¿Cuándo llegará ese día? Esa es otra cuestión.

Eduardo M. Barrios, S.J.; correo: ebarriossj@gmail.com.