Ni siquiera en Atlacomulco: los gobiernos priistas dejaron en obra negra un hospital

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 “Nos duró cuatro días y luego se fue… desgraciadamente ya no se pudo hacer más, pero si hubiera estado listo el hospital municipal de Atlacomulco, a lo mejor habría sido atendido, a lo mejor se hubiera salvado”, dice Emigdio Domingo Domínguez al hablar de su suegro, Constantino Martínez Sánchez.

Constantino falleció hace cuatro meses, a los 68 años de edad, por insuficiencia crónica pulmonar, enfermedad que le fue diagnosticada hace seis años. En sus últimos días, su familia decidió que lo mejor era atenderlo en casa  porque era complicado llevarlo al hospital más cercano, el Hospital General de Atlacomulco, que les quedaba a 2 horas. 

Incluso, llegar hasta ahí no le garantizaba buena atención, pues el hospital siempre estaba saturado por  personas que, al igual que él, no tenían seguridad social y estaban afiliados al Insabi, antes Seguro Popular. No había excepción, hasta mujeres a punto de dar a luz no eran recibidas por provenir de Michoacán, entidad colindante con el Estado de México.

“De aquí a hacer el traslado hasta allá, si se tiene una emergencia en la noche es muy difícil. Cuando llegábamos al hospital general no nos reciben porque está muy saturado ¿Se imagina?”, recuerda.

Por ello, la familia de Constantino decidió hacer un esfuerzo para poder pagar atención en la pequeña clínica que hay en su pueblo. La primera advertencia que le dieron fue que dejara su oficio, la albañilería, porque respirar el polvo del cemento empeoraría su padecimiento. 

Tuvieron que costear un concentrador de oxígeno que el sistema de salud público no pudo brindarle. “Hicimos el sacrificio, anduvimos viendo, llamando y buscando para que le proporcionarán el concentrador, sabíamos de personas a las que si se lo habían brindado, pero no sé, a lo mejor la suerte ¿no?”, relata Emigdio. 

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Emigdio Domingo Domínguez piensa que el hospital le pudo haber salvado la vida al su suegro, Constantino Martínez Sánchez.
Emigdio Domingo Domínguez piensa que el hospital le pudo haber salvado la vida al su suegro, Constantino Martínez Sánchez. Foto: Ethan Murillo.

La suerte de Emigdio y miles de habitantes de Atlacomulco podría haber sido distinta si sus gobernantes, Eruviel Ávila Villegas y Alfredo del Mazo Maza, hubieran cumplido sus promesas. 

En enero de 2012 comenzó la construcción del hospital municipal de 18 de camas de Santiago Acutzilapan, el poblado de Constantino y Emigdio, que buscaba beneficiar a sus 5,800 habitantes. Supuestamente tendría atención de medicina interna, obstetricia, ginecología, cirugía general, pruebas de laboratorios, área de rayos X, entre otros servicios.

Sin embargo, 11 años después, la obra apenas tiene algunos cimientos, y una sección de techo; las varillas sobresalen de las columnas que quedaron a medio colar, y la naturaleza volvió a tomar su sitio, con el pasto creciendo entre el concreto, donde debía haber camas.

Ni siquiera la reja que cercaba el predio sigue en pie porque la madera que la sostenía está carcomida, y con ella la cadena y el candado, que eran los únicos ‘veladores’ de la construcción.

Las columnas forman pasillos amplios, y no hay nada más. No tienen un solo muro ni ventana, y desde ahí se alcanzan a ver los cerros, uno de ellos, con tres cruces blancas sobre la cresta. 

El supuesto hospital se encuentra a pie del libramiento de la carretera Villa del Carbón, ni siquiera tiene dirección reconocida por el navegador de Google Maps. En ningún documento oficial se registró su ubicación. Llegar a él solo fue posible contactando a la unidad de protección civil municipal y la única instrucción fue “sigue el libramiento de la carretera del carbón, está como a 5 min, no hay pierde.”

Efectivamente, primero hay que ascender curvas que llevan al centro de Atlacomulco, luego seguir por calles y la única vía principal del lugar donde el tráfico no lo provocan automóviles, como en las zonas conurbadas, sino mujeres u hombres arreando a sus animales.

La obra comenzó a edificarse meses después de que Eruviel Ávila Villegas asumiera la gubernatura del Estado de México. En sus informes de gobierno aseguraba que había invertido entre 80 y hasta 110 millones de pesos en la construcción, pero mintió. 

En realidad, el ISEM solo hizo contratos con tres empresas a las que pagó 20 millones 283 mil pesos, de los 70 millones que costaría la construcción, de acuerdo con información que el Instituto entregó por transparencia a este medio.  

Emigdio es un testigo directo de lo que ha pasado en este hospital, pues trabaja en el pozo de agua del poblado que está justamente a un lado de la obra, y ha comprobado que los gobernantes no cumplen sus promesas. 

El Hospital Municipal de Santiago Acutzilapan, en Atlacomulco, se encuentra abandonado, pese a que su construcción comenzó en 2012 con una inversión de 15 millones de pesos.
El Hospital Municipal de Santiago Acutzilapan, en Atlacomulco, se encuentra abandonado, pese a que su construcción comenzó en 2012 con una inversión de 15 millones de pesos. Foto: Ethan Murillo

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Cuando Alfredo del Mazo hizo campaña, visitó Acutzilapan y en un mitin frente a cientos de habitantes prometió que en su primer año de gobierno estaría terminado el hospital de Santiago para beneficio de todo el municipio.  Nada pasó.

Emigdio recuerda que en 2022, Del Mazo regresó a Atlacomulco a inaugurar una reforestación en la localidad “El Salto” y durante el evento mencionó que el hospital de Santiago Acutzilapan estaba terminando. 

“Declararlo terminado es una vergüenza (…) cuando vino yo estaba trabajando, no me enteré, pero yo hubiera ido a decirle en su cara ‘a ver vamos, para que me diga dónde está el hospital terminado’”, reclama Emigdio mientras manotea. 

La administración de Del Mazo consideró que este hospital si está terminado porque, al cierre de su mandato, respondió a Animal Político que hay nueve hospitales inconclusos en la entidad con avance de 19% a 65%, pero no mencionó al hospital de esta comunidad. 

Los priistas no cumplieron con la promesa de este poblado de Atlacomulco, municipio al que le debe el nombre del grupo más poderoso que el PRI ha tenido en el Estado de México. Del Grupo Atlacomulco, cuyo mentor fue Carlos Hank González, han salido siete gobernadores y un presidente, Enrique Peña Nieto

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La construcción del hospital que siempre está en trámite

Hace años, mientras Emigdio estaba trabajando, notó que un camión se estacionó enfrente de la obra y personas comenzaron a sacar la madera, las varillas y demás materiales de la construcción. Las autoridades acudieron al predio después de que él los llamó y le mencionaron que quién se llevaba las cosas era el encargado de la empresa que comenzó a construir. 

Esa empresa fue Servicios de Ingeniería Construcciones y Avalúos Rojas, S.A de C.V la primera constructora que el Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) contrató por 19 millones de pesos, pero el propio instituto incumplió en la entrega de los anticipos acordados, según publicó la revista Revista D’ interés en 2018. 

Animal Político solicitó el contrato entre el ISEM y la empresa mediante la solicitud de información número 00564/ISEM/IP/2023, pero el Instituto se negó a entregarlo; solo mandó un link de la página del Instituto de Transparencia del Estado de México, pero los contratos no están disponibles en el portal. 

Además del retraso en los anticipos, la empresa manifestó que la construcción se retrasaría porque los ejidatarios no permitieron el acceso al predio, ya que ese terreno sería destinado a otros fines, pero Emigdio asegura que ese predio fue cedido desde un principio para que tuvieran hospital.

El ISEM también contrató a Rolbec, S. A. de C. V. en 2014 para supervisar que los trabajos de construcción se realizaran adecuadamente, pero Emigdio no recuerda haber visto a personas trabajando hasta dos años después.

En septiembre de 2016, el ISEM volvió a contratar a otra constructora, LM Grupo Constructor, S. A. de C. V., por 4 millones de pesos. Emigdio recuerda que por esa época colaron una parte de losa y después no se volvieron a ver trabajadores en el lugar.

El ISEM respondió vía transparencia a Animal Político que la obra fue terminada anticipadamente amparándose en el artículo 60 de la “Ley de Obras Públicas y Servicios relacionados con las mismas”, el cual permite la terminación anticipada cuando “concurran razones de interés general; existan causas justificadas que le impidan la continuación de los trabajos, y se demuestre que, de continuar con las obligaciones pactadas, ocasiona un daño o perjuicio grave al Estado”.

Por otro lado, el ayuntamiento de Atlacomulco ha mencionado a los habitantes que la razón por la que la construcción del hospital se ha suspendido es porque la donación del terreno no se realizó a nombre del ISEM sino al de la Secretaría de Salud y ello impide que se le asigne presupuesto. 

El predio fue donado por la comunidad pero en el documento no incluyeron el pedazo de terreno que está entre la obra y la carretera, el cual sería necesario para acceder al inmueble. Las autoridades municipales le repiten lo mismo a Don Emigdio cada vez que pregunta si ya será terminado el hospital  “está en trámite”. 

Don Emigdio se enteró que se habían liberado 100 millones de pesos para continuar la obra, pero sigue igual que hace años. “Argumentan que los papeles están mal, cuando ya se había hecho una donación”

Incluso se realizaron asambleas dónde se acordó que el ISEM devolvería el terreno si no lograba concluir el proyecto, pero los comisarios ejidales tampoco han mencionado algo al respecto. 

El Hospital Municipal de Santiago Acutzilapan, en Atlacomulco, se encuentra abandonado, pese a que su construcción comenzó en 2012 con una inversión de 15 millones de pesos.
El Hospital Municipal de Santiago Acutzilapan, en Atlacomulco, se encuentra abandonado, pese a que su construcción comenzó en 2012 con una inversión de 15 millones de pesos. Foto: Ethan Murillo

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Acutzilapan sin atención médica gratuita

En la localidad hay un Centro Especializado de Atención Primaria a la Salud (CEAPS), pero ya no brinda servicio médico completamente gratuito porque el Insabi se ha extinguido con la llegada del IMSS-Bienestar, ahora los pacientes tienen que costear la mitad de la consulta y del medicamento, pero eso no garantiza encontrar ahí las medicinas que les recetan. 

A esa clínica acude Blanca Estela García Gallardo, de 62 años, para atenderse  la diabetes y la hipertensión. Su hermana le comparte insulina porque la farmacia del lugar no es abastecida con frecuencia. 

“Lo que necesito es la insulina, pero a veces sí hay, a veces no, ahora sí que es como todo ¿no? Tengo una hermana que es diabética y le digo “oye, regálame tantita”-rie. 

En 2013, la señora Blanca Estela se sometió a la primera de dos cirugías contra el queratocono, una enfermedad ocular que afecta la estructura de la córnea y provoca visión borrosa e hipersensibilidad a la luz.

“Yo trabajaba, era asistente de una doctora, pero por haberme operado me dijeron que ya no les servía, entonces me quitaron el trabajo”, quien tiene que acercar las hojas a unos cuantos centímetros de sus ojos si necesita leer algo y usa grandes gafas de sol para que la luz no le moleste porque persiste con esa enfermedad. 

Ella asistía al Centro Médico “Lic. Adolfo López Mateos” ubicado en Toluca, gastaba casi 500 pesos en pasajes y comida cada que asistía a una de sus citas de seguimiento, las que podrían ser cada mes o hasta cada quince días. Salía de casa a las 5 de la mañana, conseguía un taxi que la llevara al centro de Atlacomulco, ahí tomaba un camión que la dejara lo más cerca del hospital y caminaba el resto del trayecto. 

Blanca dejó de asistir a sus consultas porque ese lugar fue reservado para atender a los contagiados de Covid-19; su visión ha empeorado y quiere retomar su tratamiento, pero no puede hacerlo porque tiene problemas económicos. 

Para Blanca sería mejor agendar cita vía telefónica dado que acudir a esas instalaciones significa gasto y estar todo el día fuera de casa, aún así tendrá que ir y después de agendar vendrá la espera para que puedan atenderla.

Quién tampoco puede atenderse por falta de recursos es la señora Máxima Domingo Domínguez, ella tiene 54 años y lleva seis con una hernia en la columna lumbar, realiza trayectos de 2 o 3 horas para acudir a sus citas y terapias, pero éstas ya no son suficientes, necesita una operación. 

Máxima es ama de casa, a medio día toma un palo de escoba que ocupa como bastón y saca a pastar a sus borregas, también se lleva una bolsa con estambre y un gancho para tejer mientras sus animales se alimentan. Las ovejas tienen un lazo amarrado en las patas para que no corran tanto porque Máxima también tiene lesionada la rodilla izquierda.

Ella prefiere mantenerse de pie, a pesar del cansancio, porque si se sienta el dolor en su columna aumenta y no podrá levantarse fácilmente. El medicamento que le recetan ya no hace el mismo efecto, “que lastima tenerlo acá enfrente (el hospital) y no tener el servicio, nos dicen “vamos a ver”, pero nunca se hace nada”.

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Al hospital no  llegan recursos, pero sí propaganda política 

Atlacomulco es considerado por muchos un municipio priista, de ahí salieron gobernadores y hasta un presidente de la república. Podría tratarse, entonces, del lugar donde hay “más y mejores resultados”, frase que el partido tricolor ha utilizado para presumir los logros de sus administraciones. 

Pero este año, Atlacomulco fue uno de los municipios clave para que Delfina Gómez, de Morena, ganará la gubernatura del Estado de México que fue liderado por priistas desde hace décadas. 

Al hospital municipal de Santiago Acutzilapan no llegan los recursos, pero sí la propaganda política. Durante la candidatura de Delfina Gómez colocaron mantas del partido en las columnas de la obra que lleva una década inconclusa.

“Le decía al comisario ejidal que por qué habían permitido eso, no es correcto, independientemente de que partido sea, no tienen porqué venir a hacer publicidad ahí, entonces  vinieron y quitaron las mantas” explica Emigdio.

La terminación de este hospital ha sido parte del discurso político de todos los candidatos que aspiran a ocupar la presidencia municipal o la gubernatura del Estado de México.

Pero todo sigue igual. 

“No prometan algo que no van a cumplir (…) no jueguen con la gente ni se burlen de uno”, remata el indignado Emigdio.