Siguiendo los pasos del teatro clásico por la radio española
Cuando en 1925 nació Unión Radio, que se convertiría en la principal cadena española (y que desembocaría en la actual Cadena SER), Ricardo Urgoiti, su dueño, entendió rápidamente el potencial del nuevo medio. Así, se interesó por elaborar una programación en la que la cultura ocupase un lugar predominante, con el radioteatro como elemento imprescindible.
En sus dos primeros años de emisión, el teatro comenzó a desarrollarse con la interpretación de escenas seleccionadas u obras cortas, ligeras, compuestas para la ocasión y cuya ambientación musical se hacía también en directo. El teatro radiado supuso una plataforma para que nuevos intérpretes se diesen a conocer, y otro empleo para quienes ya trabajan en compañías de teatro. Estas obras, a su vez, formaron a aficionados que encontraron en los cuadros escénicos la mejor escuela.
El primer título que se estrenó con intención de salir a antena como obra completa fue un “arreglo radiofónico” de la tragedia Macbeth que preparó el escritor Agustín Martín Becerra. Los títulos de repertorio clásico antiguo, español y europeo se alternaban con otros comerciales o contemporáneos, ya que muchos autores aprovecharon el nuevo medio para estrenar obra y promocionarse.
Para los intérpretes era un reto trabajar ante un micrófono sin público. Luis Medina, actor que trabajaba como speaker en Radio Madrid, contó en Ondas(la revista que publicaba la programación semanal de la radio) que su “única preocupación era la de que me oyeran, por lo que hablaba en tono alto, como si a un sordo me dirigiese. Una vez convencido de que mis palabras eran oídas en el mundo, me expresé con naturalidad”.
Ante la ambición de poder retransmitir obras más complejas, Nilo Vargas publicó en septiembre de 1926 en la revista Ondas dos páginas sobre la interpretación, la dirección y el casting de actores. Esta normativa se puede resumir en seis puntos:
Reducción de la duración de las obras.
Eliminación de personajes que estorbasen la trama, que era preferible que fuese lenta y sencilla en sus acotaciones.
Incorporación de un nuevo personaje que oficiase el papel de “explicador” para contextualizar el argumento.
La voz era el elemento determinante para la elección de los actores y actrices.
Alternancia de sonidos y pausas durante la interpretación, sin interrupciones: el silencio dramático era citado por primera vez.
Las “ilustraciones musicales” eran un “poderoso aliado”.
Grecia y Roma en los oídos
En julio de 1926 había llegado por primera vez a las antenas españolas (y europeas) una obra clásica completa: Las nubes de Aristófanes. Pero hasta el 9 de octubre de 1930 los oyentes no volverían a tener ocasión de disfrutar en la radio del teatro “más abandonado e ignorado, el teatro clásico: griego y romano (…). Un teatro para todos. Por ser para todos… nadie se arriesga a ponerlo en escena”.
Eran palabras de Fernando Gutiérrez-Mantilla, responsable del estreno absoluto de Medea de Eurípides, repetida con éxito en la parrilla hasta 1931. Aristófanes volvió a antena con Agustín Martín Becerra en un 1932 en el que hay una crisis económica que enmarcaba ese Pluto, última obra de ese proyectado (y frustrado) ciclo de obras de teatro clásicas.
En junio de 1933 otra Medea, la de Séneca, ocupó los micrófonos de Unión Radio en directo desde el abarrotado Teatro Romano de Mérida. Este reto costoso a nivel técnico y económico consiguió retransmitir por primera vez con calidad una obra de teatro representada al aire libre, anticipándose otra vez a otras representaciones europeas que se emitirán por antena. Lamentablemente, este estreno sin precedentes no sólo no fue elogiado, sino que fue silenciado o criticado por la prensa española de la época.
Lecturas contemporáneas
El radioteatro abundó en la difícil década de los cuarenta, cuando el sueldo de unos artistas que actuaban en directo, también en domingo y en festividades, era escaso. Antonio Calderón lideró la parrilla desde 1942 con La hora de Galerías, que se convirtió en Esenciales. Teatro del Aire en 1947. En ella ofrecía a los radioyentes títulos de repertorio universal y también nuevas obras compuestas para el radioteatro, de una hora de duración aproximada.
El cuadro escénico de Radio Madrid retransmitió Las Troyanas de Eurípides a finales de 1949, una tragedia sobre los desastres tras una guerra y las represalias que sufrieron las mujeres y los niños supervivientes que resultaba una elección reveladora en una España de posguerra. No como el Edipo Rey de Sófocles en versión de José María Pemán, que rodaba por los escenarios, protagonizada por los intérpretes del Cuadro Escénico de Radio Barcelona en 1954, bajo la dirección de Armand Blanch. El beneficioso alcance de la radiodifusión lo aprovechó Pemán para difundir una ideología franquista diseminada entre los versos de Sófocles.
También Antonio Calderón programó Edipo Rey, además de Edipo en Colono y Antígona de Sófocles. Para la preparación del libreto que Luis Durán dirigirá en Teatro del aire (1961) apostó por Rosa Alavedra, extrabajadora de Unión Radio-Barcelona, de donde fue trasladada como represaliada, parece, a Radio San Sebastián. Esta mujer de izquierdas y silenciada no desaprovechó la oportunidad y adaptó la traducción catalana de Carles Riba, quien había pasado varios años en el exilio. Se publicitó como una “adaptación libre”, aunque fue fidedigna al original.
En unas dos horas, Alavedra hizo sutiles y significativas intervenciones para guiar en clave política la interpretación del debate entre Edipo y Creonte sobre el poder y su repercusión en la ciudadanía, colándoselo a la censura. Entre otras triquiñuelas, sustituyó el nombre de la ciudad que gobernaba Edipo, “Tebas”, por la palabra “patria”, para que se pudiese entender la obra como una crítica política sobre el gobierno totalitario.
Rosa Alavedra no completó la trilogía. Quizás algún censor se dio cuenta de la intencionada adaptación; o quizá las más de dos horas de duración pudieron contribuir a la falta de interés del público.
La Antígona que faltaba llegó en 1968 en adaptación y dirección de Jaime Jaimes para la cadena SER, aunque no se retransmitió la versión original de Sófocles, sino la versión que hizo Jean Anouihl de la tragedia griega en 1944. Jaimes contuvo la tragedia en una hora, pero alguien añadió una justificación para que el público “comprendiese” las razones por las cuales un tirano firmaba decretos inamovibles…
No fueron muchos los títulos que se retransmitieron en antena, pero sí importantes, porque los profesionales se atrevieron a adaptar e interpretar obras clásicas para la radio en España antes que en otros países, buscando cierta relación entre el momento social y el título elegido. Además, entendieron que la radio era un medio para democratizar la alta cultura y extenderla, y detectaron, en su invisibilidad, una manera de sortear las costosas dificultades de una puesta en escena.
La emisión en TVE-2 del ciclo Teatro de Siempre, donde se programaron catorce comedias y tragedias de dramaturgos antiguos, fue el puntapié final que sacó ese repertorio de la parrilla radiofónica.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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