Siete remedios de la abuela que realmente funcionan

Por todo el mundo, son ricas las tradiciones folcóricas sobre remedios natuales que pasan de generación en generación. Algunas de ellas realmente funcionan, e incluso se puede rastrear la ciencia que hay tras su éxito. En LiveScience han recopilado siete de estos “remedios de la abuela” que conviene saber, ahora que se acerca el otoño y con él los primeros resfriados. En lugar de hablaros de medicina de vanguardia y de laboratorios de última generación, por una vez este blog explicará el éxito de siete remedios que han llegado hasta nuestros días a través de la tradición oral, y que en algunos casos han inspirado a la medicina moderna.

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Chinches y hojas de alubia

Cierto remedio casero de los Balcanes, afirma que diseminar hojas de la planta de la alubia sobre el área de descanso, puede ayudar a matar a las chinches y a evitar infestaciones. Según un trabajo publicado en 2013 en Journal of the Royal Society Interface, hay algo de cierto en esta afirmación. Los filamentos microscópicos de las hojas de la planta de la alubia, que tienen forma de gancho afilado, o bien ensartan las patas de las chinches o bien las atrapan, impidiendo que se muevan (véase foto superior).

Los investigadores tratan ahora de fabricar versiones sintéticas de la hoja de alubia para detener a las chinches sin necesidad de emplear insecticidas.

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Ranas

Según el folclore ruso, es conveniente meter una rana en el recipiente de la leche fresca para evitar que se agríe. Pese a que desconocemos lo que la rana opina de esta práctica, lo cierto es que esta costumbre parece tener raíces científicas que la avalan. Los anfibios producen secreciones antimicrobianas que recubren su piel. Según un estudio publicado en 2012 en la revista Journal of Proteome Research, estas secreciones protegen a la rana frente a los patógenos que abundan en las charcas.

Un estudio anterior había descubierto que las ranas pardas rusas (Rana temporaria) posee 21 sustancias que muestran actividad antibiótica de interés médico. Sin embargo, el estudio antes mencionado de 2012 amplió esa cifra hasta las 76 sustancias presentes en la piel de esta rana, con capacidad para luchar contra los patógenos. Por tanto, no es descartable pensar que estas secreciones puedan impedir que las bacterias y microbios estropeen la leche, por lo que la ciencia da credibilidad a esta tradición.

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Miel

Según la revista de los alumnos de la Universidad de Michigan, los antiguos egipcios, chinos, indios y africanos, empleaban la miel para tratar una larga lista de males entre los que se incluían las úlceras, quemaduras y amputaciones. Hoy en día los doctores sigen usándola para ayudar a que los pacientes se recuperen. Por ejemplo, un estudio de 2012 publicado en la revista Pediatrics, afirma que si se le da miel a un niño con catarro media hora antes de que se acueste, su tos se volverá menos frecuente, menos severa y menos molesta.

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Ajo

El ajo está presente en multitud de recetas tradicionales por todo el mundo. En el folclore norteamericano, por ejemplo, se le considera un remedio útil contra la tos convulsiva. No obstante, mascar un diente de ajo probablemente no te curará de este tipo de tos, o de una anfermedad contagiosa de las vias respiratorios. Sin embargo, el ajo es una potente arma antiviral, fungicida y antibacterial. El aho fresco machacado también contiene alicina, un compuesto que puede matar algunos gérmenes por contacto.

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Plantas antimosquito

Según el folcore del sur de los Estados Unidos, un buen remedio para evitar las picaduras de mosquito consiste en desmenuzar hojas de Callicarpa americana y frotarse el cuerpo con ellas. A pesar de que suene extraño, científicos del Ministerio de Agricultura de los EE.UU. afirman que el remedio funciona. Lo cierto es que según un artículo de 2006 publicado en ScienceDaily las bayas de este arbusto contienen tres compuestos que repelen los mosquitos: calicarpenal, intermededol y espatulenol.

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Cebollas

Al igual que sucede con el ajo, la cebolla es protagonista de infinidad de “remedios de la abuela” por todo el planeta. De hecho, se creía (erróneamente) que su bulbo era eficaz en el tratamientos de algunos males como los forúnculos, la urticaria y las convulsiones. En realidad, las cebollas no ayudan contra niguno de los mencionados achaques pero son una fuente muy saludable de vitamina C, compuestos sulfúricos, flavonoides y fitoquímicos.

Según la prestigiosa Clínica Mayo, los fitoquímicos son compuestos que se dan en la naturaleza y que podrían proteger contra el cáncer, las enfermedades cardiacas, la osteoporosis y la diabetes. Los flavonoides son los responsables de dar color a las frutas y vegetales, y podrían reducir el riesgo de padecer Parkinson, enfermedades cardiovasculares e infartos.

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Jengibre

El tallo subterráneo de esta planta es un rizoma horizontal muy apreciado por su aroma y sabor picante. Según algunos trabajos recientes, el jengibre puede aliviar las nauseas, al menos durante un tiempo. Los humanos lo han venido empleando tradicionalmente como un remedio que lo curaba todo, desde los resfriados hasta los dolores asociados a la menstruación, pasando por el dolor de estómago, lo que sugiere que ya imaginaban que era útil contra algunos males.

Pese a que no es de utilidad contra los mareos asociados al movimiento, lo cierto es que el jengibre es un método seguro y efectivo de tratar las nausas y vómitos durante el embarazo. Además, según un estudio de 2012 publicado en la revista Cancer Prevention Resarch , el jengibre podría ser útil para reducir las inflamaciones de colon, y en última instancia para aminorar el riesgo de padecer cáncer colorectal.

Me enteré leyendo LiveScience.