Lo que Trump sabe sobre su presidencia que los críticos no entienden

El presidente Trump habla junto al vicepresidente, Mike Pence, durante una reunión con la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, celebrada en la Casa Blanca el 11 de diciembre de 2018 (Foto: Kevin Lamarque / Reuters).
El presidente Trump habla junto al vicepresidente, Mike Pence, durante una reunión con la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, celebrada en la Casa Blanca el 11 de diciembre de 2018 (Foto: Kevin Lamarque / Reuters).

No ha sido una semana para echar cohetes para el presidente Trump. Recuperándose todavía de la zarandeada de las elecciones de medio término, Trump ha intentado sustituir a su asediada jefa de gabinete solo para darse cuenta de que ninguno de sus aprendices quiere el puesto.

Por su lado, fiscales federales han acusado al presidente de dirigir un esquema de pagos ilegal y el New York Times ha desvelado cómo el régimen saudí ha estado jugando como ha querido con su despistado yerno.

Y todo esto mientras los índices de aprobación de Trump se sitúan poco por encima del 40%.

Así que cuando Trump organizó una sesión de fotos en el Despacho Oval con los líderes demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi y Chuck Schumer, y luego explotó por su querido muro fronterizo, sus críticos se regocijaron.

Casi todos los tuits se pusieron de acuerdo de inmediato sobre que Trump había logrado empeorar las cosas. Había convertido el Despacho Oval, donde todo legislador sonríe e intenta ser digno, en algo más del estilo de la cocina de Gordon Ramsay, y había desautorizado públicamente “con condescendencia machista” las políticas de Pelosi.

Lo peor de todo es que movido por la rabia, Trump dijo que estaría “orgulloso de cerrar el gobierno” acerca de la financiación del muro, si llegara el momento de hacerlo. “No le voy a culpar por eso”, dijo Schumer.

¡No le voy a culpar por eso! ¿Dijo eso realmente? ¡Suicidio político!

En Washington, hay que entender que es indicativo saber quién es el responsable de una parada técnica del gobierno, es un indicador político crucial, aunque estoy seguro de que nadie fuera de Washington se da cuenta cuando el gobierno se cierra unos días, y seguro que no les importa quién es el responsable.

(Además, no esperan realmente que Trump cumpla su palabra sobre nada, así que eso es todo).

Todo este asunto acerca de lo estúpido que es Trump por decir en voz alta que cerrará el gobierno me recuerda a una de mis escenas favoritas de “The Simpsons”, cuando Lisa decide ser vegetariana y otros niños se burlan de ella.

¿Te vas a casar con una zanahoria, Lisa?

Sí, me voy a casar con una zanahoria.

¡Oh, lo ha reconocido! ¡Se va a casar con una zanahoria!

Miren, no voy a defender el comportamiento de Trump, que rara vez se puede defender. Y ni siquiera entremos a valorar su relación de amor con el muro, pero los demócratas y mis colegas de los medios realmente creen que se ha hecho mucho daño a sí mismo al gritar como un bebé por la seguridad de la frontera en el Despacho Oval, y no sé si es del todo así.

Lo que muestra este enfrentamiento televisado es que Trump entiende perfectamente qué es lo que mantiene su presidencia a flote, aunque usted no lo sepa.

En primer lugar, Trump sabe que la inmigración ‒legal, ilegal, extraterrestre, la que sea‒ es el único problema resonante de su vida política y lo ha sido desde que bajó por las escaleras mecánicas directamente a nuestras pesadillas. Es posible que se oponga a los republicanos y los independientes en lo referido a Rusia y Arabia Saudí o el comercio, pero siempre puede recurrir al tema que lo llevó hasta aquí.

Trump podría haber hecho que el Servicio Secreto esposara a Pelosi y Schumer allí mismo y les hubiera alimentado a la fuerza con su remanente de filetes, y siempre que lo hiciera diciendo que era para mantener fuera del país a las personas no blancas, sus votantes principales aplaudirían.

Y Trump, el actor, entiende, de una forma que aún no entienden sus críticos, que la mayoría de los estadounidenses están cansados de toda esta falsa obra de teatro. Lo que nosotros en Washington consideramos un comportamiento digno del puesto de presidente a otra gente le parece otra cosa, digamos una condescendencia simulada.

Hubo un momento fascinante en el enfrentamiento del martes cuando Pelosi protestó, no fue la única vez, diciendo que los dos bandos no deberían haber estado debatiendo en la televisión nacional. “No está mal, Nancy”, le dijo Trump. “Se llama transparencia”.

Trump sabe que cada vez que se burla de los convencionalismos propios de su puesto, cada vez que hace algo políticamente incorrecto, está ganándose a la porción de electorado que aún tiene. No importa lo que diga, lo que importa es que nos está haciendo lanzar alaridos de indignación.

Él también sabe que las mentiras se pierden en la vorágine de una gran pelea televisiva; el lenguaje corporal supera un montón de análisis. Y cada vez que los zombis de la televisión se pavonean del grosero comportamiento de Trump es un minuto que no hablan de los cargos penales que pesan sobre él o de una Casa Blanca sin timón y sin nadie que lo quiera tomar.

Ganar y ganar.

Uno dice que está bien, pero todo esto está llegando muy lejos. Puede que Trump esté activando a sus bases, pero eso apenas son cuatro de cada 10 votantes, por lo que muchos legisladores republicanos van a recoger sus cosas esta semana y se van a marchar. ¿Cómo se puede llamar a eso ganar?

Pero, verás, esto es lo que Trump ve acerca de nuestra política que no vemos en Washington, ni siquiera ahora. Todo en la cultura se ha fragmentado. Nadie es 50 % de algo. Todo ahora es pluralidad.

No es casual que Trump se haya pasado años dominando la franja horaria con más audiencia de la televisión, donde había tres gigantes que competían entre ellos y no como ahora que hay cientos. Puedes hacer un programa con una modesta cuota de mercado en cualquier espacio y a cualquier hora, y aun así ser insignificante en relación con el resto.

Así que Trump sabe que ya no se trata de dos grandes partidos que aspiran a una mayoría unificada de país. Se trata de mantener una porción del electorado que es más grande, o al menos más robusta, que la del siguiente tipo. Así es como conquistó a su base principal en 2016, así es como mantiene a los inquietantes líderes de su partido a raya, incluso cuando su presidencia se está desmoronando.

¿Es un 40% suficiente para que Trump sea reelegido? Probablemente no. ¿Conseguirá su muro? De ninguna manera.

Pero en este momento, es lo que tiene, y es justo lo que necesita para seguir siendo una figura temida en su partido y un candidato viable para la reelección. Es por eso que está más que contento de usar a los líderes demócratas como apoyo al tiempo que se jacta de querer cerrar el gobierno por cadena nacional, a pesar de que los críticos se burlen de su ineptitud.

OK, seguro, se va a casar con una zanahoria, pero si usted no se da cuenta de lo que está haciendo, el chiste se burla de usted.

Matt Bai