¿Se podría repetir la historia de la evolución?

Imagen de uno de los experimentos en los que se basa la revisión, el experimento sobre evolución a largo plazo de E. coli llevado a cabo por el Dr. Lenski y colaboradores. Crédito: Brian Baer and Neerja Hajela [CC BY-SA 1.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/1.0)], via Wikimedia Commons
Imagen de uno de los experimentos en los que se basa la revisión, el experimento sobre evolución a largo plazo de E. coli llevado a cabo por el Dr. Lenski y colaboradores. Crédito: Brian Baer and Neerja Hajela [CC BY-SA 1.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/1.0)], via Wikimedia Commons

Si la evolución empezase de nuevo, ¿ocurriría otra vez de la misma manera? Stephen Jay Gould, uno de los más reconocidos divulgadores de la evolución – y con un largo currículo como investigador en paleontología – lo expresó de una manera muy sencilla: “Si volviésemos a pasar la cinta de la vida… difícilmente aparecería nada como el Homo sapiens” (la cita no es literal).

Jay Gould llamó a esto “contingencia”. Y la idea es atractiva, pero ¿es cierta? Esto es lo que se trata de responder en un artículo publicado en la revista Science. Un artículo de un tipo muy concreto: se trata de una revisión, un análisis de la literatura científica disponible que trata de poner en orden lo que se sabe sobre un tema muy concreto.

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En concreto se han centrado en estudios realizados sobre evolución rápida en laboratorio, en estudios de campo, y estudios que comparan el proceso evolutivo en linajes cercanos. Vaya, que han tratado de recoger tanta información como era posible, para dar una conclusión.

Lo que no resulta nada sencillo. Como bien sabemos, la historia es un cúmulo de casualidades. Si hablamos de Historia, es decir, la recopilación de hechos y eventos humanos, aparecen un gran número de cuestiones que ocurren por puro azar.

Aún más si hablamos de evolución. El que un determinado grupo de individuos de una especie decidiese anidar en un lugar y no en otro puede suponer que mueran por una riada o que sobrevivan. Y si contaban con genes que aportaban determinadas características, estas se pierden y pueden afectar a la especie.

Pero no todo depende de la suerte, buena o mala. La selección natural es determinista, en el sentido en que hay características que son beneficiosas para una especie y otras que no. Y las que no lo son tienden a desaparecer, o al menos a mitigarse. Claro, que todo esto funciona mientras el medio no cambie, y en ocasiones lo hace al azar…

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En esto consiste la contingencia, en la tensión que existe entre la “direccionalidad” de la selección natural y el azar de los eventos históricos. Pero ¿cuál pesa más de los dos? La respuesta que dan en el artículo es… que no está claro.

Hay ciertos datos que indican que la direccionalidad tiene un peso importante. Tanto en estudios de laboratorio, de campo y de registros históricos se comprueba que ciertas características tienen mayor tendencia a aparecer que otros. O a mantenerse.

Pero al mismo tiempo, eventos que ocurren de manera aleatoria, que resultan imposibles de predecir, cambian por completo las circunstancias y condiciones de las especies, llevando a la extinción a organismos que parecían destinados a dominar la Tierra.

Parece que no se da ninguna respuesta, y en parte es cierto. Pero no es así: el artículo deja claro que tanto una postura como la contraria tienen parte de razón. Y que lo que resulta necesario es cambiar la pregunta, obtener más datos y cuando la imagen sea más clara, volver sobre esta pregunta para tratar una vez más de responderla.