Sangre, miedo, silencio y furia: Sderot despierta de la pesadilla de Hamas

Soldados israelíes caminan frente a una estación policial destruida por islamistas de Hamas, en Sderot, Israel, el lunes 9 de octubre de 2023.

Edificios destruidos, vehículos quemados, manchas de sangre y un mar de casquillos en las calles, así luce la ciudad israelí de Sderot, la más cercana a Gaza y liberada el lunes por el Ejército después de tres días de cruentos combates con milicianos palestinos que se infiltraron el sábado y masacraron a unos cuarenta residentes.

Esta ciudad de casi 30,000 habitantes se ha convertido en un pueblo fantasma en el que reinan la destrucción y el silencio.

Lo único que se escucha es el sonido de las alarmas antiaéreas, de los todoterrenos atestados de soldados, las intercepciones de cohetes lanzados desde Gaza, los feroces bombardeos israelíes en la Franja y de las máquinas excavadoras que intentan demoler los restos de lo que alguna vez fue la estación de Policía de Sderot.

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Por las calles circulan escasos residentes, todos con miedo, muchos con la mirada perdida y otros paseando a sus perros, intentando que no laman la sangre de los muertos, aún húmeda en las aceras.

“No tengo a dónde ir. No tengo familia, solo a mis hermanos que también viven aquí. No tengo dinero para pagarme un hotel. Estamos entrando y saliendo todo el tiempo de los refugios porque nos dicen que hay terroristas o suenan las sirenas”, relata a EFE Ofer, israelí de unos 50 años que tiene miedo de revelar su apellido y su edad exacta por temor a ser identificado por el movimiento islamista Hamas.

El sábado por la mañana, Ofer vio desde su ventana como una columna de milicianos del grupo palestino se dirigía hacia la comisaría, acribillando a todo aquel en su camino.

Allí se enfrentaron con un grupo de agentes hasta que llegaron refuerzos del Ejército que rodearon el edificio. Tras 20 horas de combates, las tropas terminaron derribando la estación con lanzacohetes y hasta un tanque. Unos 10 milicianos habrían fallecido en los enfrentamientos, y sus cuerpos aún están siendo recuperados por las excavadoras.

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Ante este panorama, la mayoría de los residentes de Sderot abandonó la ciudad y no saben cuándo podrán volver, tras iniciar Israel una fuerte contraofensiva que ha dejado ya más de 830 muertos en Gaza, además de los alrededor de 1,500 milicianos fallecidos en territorio israelí, alcanzados por las fuerzas de seguridad tras infiltrarse en los últimos días.

Del lado israelí la cifra de fallecidos supera los 900, además de más de 100 personas secuestradas por las milicias y llevadas a Gaza.

Además de la desesperación y el miedo, en Sderot abunda también el enojo. Enojo con las fuerzas de seguridad, que tardaron en llegar y con los políticos.

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“Aquí la mayoría somos votantes de la derecha, pero yo estoy furioso con Netanyahu, que dejó crecer a Hamas. Podríamos haber terminado con ellos desde el principio, cuando construyeron el primer cohete”, afirma a EFE Moshe Hasón, israelí de 62 años y residente de Sderot.

Hasón pasó ocho horas encerrado en el refugio de su casa con el comienzo del ataque de Hamas el sábado. Desde entonces, dos cohetes han impactado en su vivienda y ha salido a pedirle soluciones a la Policía.

“Esto es peor que la Guerra de Yom Kipur (1973), se siente mucho peor. Era el momento que más temíamos”, describe sobre la magnitud de la situación actual, y reconoce que lo único que quiere es irse de la ciudad y del país pero que no puede porque uno de sus hijos sufre una grave enfermedad.

A poco metros de la casa de Hasón se encuentra la escuela rabínica de la ciudad, dirigida por el rabino David Fendel, quien ante el paisaje de familias que se montan con maletas en vehículos que los trasladan a hoteles en otras zonas del país, se niega a abandonar su ciudad.

“Estamos muy tristes, los palestinos intentaron convertir este lugar en una ciudad fantasma. Lo lograron temporalmente pero no por mucho tiempo, vamos a convertir a este lugar en un sitio que no solo sobrevive sino que prospera”, asegura Fendel.

“Lo convertiremos en la capital de la vida”, agrega.

Al igual que la mayoría de los residentes consultados por EFE, Fendel considera que la reacción al ataque del grupo palestino debe ser una contraofensiva aún más fuerte, “bombardeando sin parar hasta que se rindan”, y culminando con la reocupación israelí de la Franja, donde viven más de dos millones de palestinos. “No hay otra alternativa”, concluye.