Samuel García y el tuit en el que prometía solucionar el problema del agua

Samuel García durante una comparecencia pública. (REUTERS/Daniel Becerril)
Samuel García durante una comparecencia pública. (REUTERS/Daniel Becerril)

Samuel García tendrá mucho tiempo para explicar todo lo que está haciendo en estos momentos (o lo que no está haciendo). Podemos imaginarlo muy bien: en unos seis años, después de que su mandato haya terminado y cuando sus aspiraciones presidenciales se hayan confirmado como un chiste mal contado, Sammy pedirá foro en algún podcast de altos alcances en redes sociales para platicar sus aventuras al frente del Estado de Nuevo León.

Por ejemplo, podrá relatar por qué en 2021, cuando estaba en campaña, se atrevió a lanzar un eslogan tan pretencioso como falso: “El único que va a defender el agua de Nuevo León”. También se dará tiempo para justificar cómo tiró su programa de gobierno a la basura, pues un año y tres meses después, el mandatario se ha olvidado de sus promesas y ha optado por quitarse responsabilidades. “Ahora resulta que la mentada de madre es porque no hay agua, como si a mí me toca el abasto del agua… ¡pues no, señores!, el abasto de agua le toca a Conagua”.

Sus reflexiones filosóficas, entremezcladas con lecciones de vida y de negocios, serán muy bien valoradas por el algoritmo de Facebook, siempre tan generoso con las historias de superación y la mentalidad de tiburón. Ahí brindará las explicaciones que hoy evita o endilga en otros. En esos cinco minutos de podcast distribuido en formato de videoclip tendrá el tiempo y espacio necesarios para justificar cuanta ridiculez haya hecho en sus seis años de gobierno.

“Si, bro. Como te platicaba, gobernar es muy complicado. La gente piensa que es levantarse, mover el dedito y, por arte de magia, todos los problemas se van a solucionar”. Puede usted ponerle la voz de Samuel a las anteriores líneas, para más realismo. El podcast futurista contará con la conducción de algún entrevistador indulgente, cuyas ideas y poses serán idénticas a las de García, pero el anfitrión de turno tendrá la suficiente inteligencia como para disfrazar sus preferencias en beneficio de una pretendida neutralidad. Porque, claro, los políticos, cuando se retiran, merecen alabanzas y no hay razón para molestarlos por las cosas que hicieron en el pasado. “Ya supérenlo”, diría el maestro Peña Nieto.

La crisis por el agua que actualmente vive la próspera entidad regia será para entonces una mera anécdota, de esas que vale la pena contar para que la gente, que no entiende los entresijos de la vida política, se dé cuenta de lo complicado que es ser gobernador. Todo será tan perfectamente dicho, con argumentos tan elaborados y una labia incomparable, que los días desérticos de 2022 hasta sonarán divertidos. Para que vean: toda adversidad tiene sus recompensas, solo hay que ser “resilientes”.

No importará que sus promesas de campaña hayan sido una farsa, porque finalmente eso es lo que hacen casi todos los políticos del país. No importará que haya arrogado el derecho a acabar con problemas que hoy en día le dan tanto miedo que prefiere quitarse responsabilidades. García saldrá indemne de los seis años en los que intentó ejercer de político con un simple golpeteo de pecho en un podcast. Si en ese mismo formato se aventó la joyita del sueldito de 50 mil pesos, y aun así más de 700 mil personas votaron por él.

Pocas veces un arrepentimiento había sido tan explícito. La verdad sea dicha, votar por alguien que vive en una burbuja, y todavía se enorgullece de ello, no era precisamente lo que se llama una decisión sensata, pero, como dicen los que saben, en una democracia todos tienen derecho a equivocarse. Si antes los políticos escribían sus memorias para expiar culpas y lavar su conciencia, Samuel García puede estar tranquilo, no tendrá que hacer algo tan complicado: bastará con sentarse enfrente de un micrófono.

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