Sábado de Gloria y la tradición de desperdiciar agua que está muriendo; y no es queja

Sábado de Gloria es un día muy recurrente para refrescarse, pero hay condiciones muy importantes a tomar en cuenta. (Gerardo Vieyra / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images)
Sábado de Gloria es un día muy recurrente para refrescarse, pero hay condiciones muy importantes a tomar en cuenta. (Gerardo Vieyra / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images)

Hasta hace no mucho, la llegada del Sábado de Gloria era sinónimo de un día en el que se iba a desperdiciar agua. Así lo marcaba un ambigua tradición que, por suerte y a punta de sanciones, está muriendo en México y debió hacerlo desde mucho tiempo antes. El Sábado de Gloria, con el que llega su fin la Semana Santa, tiene un contexto histórico del cual se desprende esa costumbre instalada durante décadas de mojarse en hogares y vías públicas.

Durante la Edad Media, la iglesia ordenaba que, en conmemoración de la muerte de Jesucristo, las personas no se bañaran por una semana como señal de luto. Y por eso, una vez llegado el día de la resurrección, las personas podían retomar el baño y lo hacían a lo grande. De ahí que, al paso de los años, se interpretara que ese día, el Sábado de Gloria, era un pretexto para mojarse sin importar el desperdicio de agua que eso implicaba.

También durante esta época, en ese mismo período histórico, los sacerdotes bautizaban a las personas que querían convertirse al catolicismo. Sin embargo, como la afluencia era masiva, la solución recaía en lanzar agua a todas las multitudes para así ahorrar tiempo. Es necesario entender el contexto histórico para conocer por qué se consolidó esa práctica, pero no por eso dejar de decir que todo el tiempo fue cuestionable y más en una época en la que si algo escasea, es el agua —la crisis del año pasado en Nuevo León y los recurrentes cortes en Ciudad de México sirven como ejemplos vivos para recordarlos—. Además, en estos momentos, el Sistema Cutzamala, que distribuye agua potable a la Ciudad de México y Estado de México, está funcionando apenas al 46%

Y por ese motivo fue que las multas han fungido como método providencial para evitar que esta tradición siguiera creciendo en estas fechas. La Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México, en su artículo 29, fracción VIII establece cuáles serán las acciones susceptibles de recibir una sanción: “Desperdiciar el agua o impedir su uso a quienes deban tener acceso a ella en tuberías, tanques o tinacos almacenadores, así como utilizar indebidamente los hidrantes públicos, obstruirlos o impedir su uso”.

Las multas van desde las 100 a las 300 UMAS (Unidad de Medida y Actualización), lo que equivale a montos que van de los 10 mil 374 hasta los 31 mil 122 pesos. Como en cada reglamentación, no falta quien se aviva para tratar de "ganar" la partida: tirar el agua adentro del domicilio (aunque eso también puede ser reportado) o eliminar rápidamente los rastros de que se ha desperdiciado agua para así esquivar las revisiones de las autoridades. Pero las infracciones están ahí, son muy claras y nadie puede darse por desentendido si llegan a ponerle una multa que vaya que le calará a su bolsillo. ¿Realmente vale la pena desperdiciar un recurso que para nada abunda en estos momentos y que en no mucho tiempo podríamos echar bastante de menos?

Queda claro que hay otras opciones mucho más viables para estas fechas si de refrescarse se trata: desde ir a la playa, con el gasto que ello implica, o buscar opciones balnearios locales; además de las clásicas albercas y también albercas inflables. El problema de la escasez de agua también tiene protagonistas titánicos, como las empresas refresqueras y cerveceras que han vaciado al país de este líquido y lo seguirán haciendo. Cierto que ahí está el principal asunto a tratar a largo plazo, pero para nada queda bien lanzarse cubetazos de agua por diversión.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Viva México: Se desata persecución policial por robo de diablito cargado de jitomates