Rubalcava y la costumbre de los políticos mexicanos: hacer berrinche y renunciar

Adrián Rubalcava renuncia al PRI / Foto: Animal Político
Adrián Rubalcava renuncia al PRI / Foto: Animal Político

La secuencia puede identificarse fácilmente. Un político, en este caso Adrián Rubalcava, se enoja con su partido porque no le dieron lo que quería. Entonces, después de haber defendido esa bandera contra viento y marea, viene el berrinche clásico de quien no cumplió un capricho: enojarse, quejarse de todo lo que antes ignoró, decir que las cosas están mal, que en esto él no cree que esto sea posible en el partido que conoció. Y dar un paso al costado. Total, qué más da saltar de un partido a otro. El famoso chapulineo que ya a nadie espanta.

Hubo una época en la que pasar a otro partido era noticia de verdad. Vaya, todo un acontecimiento, porque era anormal, porque exigía mucha comprensión el hecho de que alguien haya cambiado de barco. Casi era una cuestión filosófica: ¿por qué lo hizo? Hoy es lo habitual. Lo de todos los días, y más en época electoral. Basta, para entenderlo, lo mencionado arriba: el político no cumple sus aspiraciones, en este caso contender por la jefatura de la Ciudad de México, y entonces dispara contra su propio partido —que deja de ser su partido porque ya no lo representa y porque hay renuncia de por medio—.

Rubalcava, que firmó su adiós al PRI, no se unirá formalmente a Morena, según dijo, pero sí dará su apoyo a Claudia Sheinbaum —se llevó consigo a otros diez mil militantes priistas—. “Esto no quiere decir que ya me sume a Morena, he decidido apoyar con mi equipo de trabajo a la doctora Sheinbaum y esto es como agradecimiento al trabajo que hizo por Cuajimalpa. Espero que me reciba, no he tenido acercamiento con ninguno de ellos (Morena), pero hasta ahora no he cerrado ninguna negociación”, manifestó.

El alcalde de Cuajimalpa dijo que un coordinador del PAN, Jorge Romero, le contó que la candidatura de Santiago Taboada estaba pactada desde hace seis meses, por lo que la supuesta contienda interna del frente opositor fue una simulación. Y no es que eso sea una sorpresa, vista la forma en la que se han elegido los candidatos para la Ciudad de México y para las presidenciales. Pero si eso se sabía con tanta antelación, ¿por qué Rubalcava se prestó a formar parte del circo? ¿Acaso porque abrigaba alguna esperanza de que la decisión cambiara de última hora y así se le abriera la puerta?

Sólo él lo sabe, pero formó parte de esa farsa que ahora crítica y que ha sido su boleto de salida del priismo. Dice que no irá con Morena, pero apoyará y pondrá a sus seguidores al servicio de la candidata de ese partido. Básicamente no se afiliará para no darle peso al formalismo, pero en los hechos impulsará la candidatura de Sheinbaum. Porque es favorita, porque Xóchitl Gálvez no da señales de respuesta, y porque entonces, cuando Sheinbaum gane (si gana, que es lo más probable al menos hasta hoy), deberá recordar a quienes le ayudaron. Y ahí aparecerá Rubalcava para recoger su rebanada de pastel. Del tamaño que sea, pero pastel al final del día.

La tendencia del favoritismo marca las convicciones de los políticos de hoy. A nadie le gusta ser un político perdedor. Pero, sobre todo, a nadie le gusta lo que implica perder: olvidarse de los cargos públicos (y esa es la peor tragedia para ellos). Por eso es mejor abrir el paraguas con toda la anticipación posible. Así, antes de que la lluvia los sorprenda, los políticos ya están cubiertos y van un paso adelante, por más incongruente y oportunista que sea. La estrategia y la visión no se les puede negar.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO:

Intercambio de regalos con objetos ‘robados’ de la propia casa del anfitrión