Roscas de Reyes, momentos familiares de tradición artesanal

CIUDAD DE MÉXICO, enero 4 (EL UNIVERSAL).- Para Gerardo y su hija Ximena, el proceso de hacer Roscas de Reyes es más que sólo un negocio, es un momento familiar que comparten entre padre e hija en el que dejan todo el sabor y la tradición artesanal en cada una de las roscas que preparan para este 6 de enero, que pueden tomar meses o, incluso, años en crearse.

Esto, debido a que ofrecen una alternativa a las Roscas de Reyes producidas en masa por grandes panaderías; este, es un producto artesanal creado únicamente entre ellos dos con un elemento distintivo: pan de masa madre.

Ximena explica que el pan de masa madre requiere muchísimo más tiempo en su preparación que la masa tradicional, ya que esta es elaborada con años de antelación en los que se fermenta para adquirir un sabor único y constantemente tiene que ser alimentada y preservada para que no se eche a perder.

Es por esto que para elaborar los panes, ella y su papá Gerardo pueden tardar hasta 10 horas desde que comienzan a amasar hasta que estos salen del horno y están listos para ser decorados y vendidos.

PUBLICIDAD

Como Ximena y Gerardo, Eugenio y Joel también comparten un negocio familiar entre padre e hijo y ya han comenzado a preparar cientos de roscas para tener listas a la venta el Día de los Reyes Magos.

Es un "momento muy bonito" trabajar con mi papá en la elaboración de las roscas

"Mi papá lleva 20 años siendo panadero, pero empezamos el negocio entre los dos apenas hace un año (...), es un momento muy bonito el trabajar con mi papá. He aprendido mucho de él y me enseña diario y gracias a Dios el negocio va creciendo", dice Joel, quien le ayuda a su padre en el proceso de creación de las roscas.

A diferencia de otros panaderos que pueden tomar varias horas en preparar la masa para las roscas, Eugenio asegura que sus años previos de experiencia como panadero le han dado la habilidad de preparar hasta seis roscas en menos de una hora, listas para hornear.

Luego se llevan al horno, no sin antes colocar a los "niños" —que son una representación del Niño Jesús— al interior de la masa y, una vez terminada su cocción, Eugenio y Joel decoran las roscas con el característico ate y son colocadas en cajas, listas para ser vendidas.