Cómo el robo de una cadena y una golpiza en Las Vegas llevó al asesinato de Tupac

Con la acusación de Duane Keith Davis, exlíder pandilleril de Compton, Ca, los fiscales han comenzado a trazar una narración más detallada de la muerte de Shakur

Un gráfico sin fecha proporcionado por la Policía Metropolitana de Las Vegas que muestra quiénes se cree que iban en el Cadillac blanco que abrió fuego contra Tupac Shakur el 7 de septiembre de 1996 y dónde iban sentados. (Policía Metropolitana de Las Vegas vía The New York Times)
Un gráfico sin fecha proporcionado por la Policía Metropolitana de Las Vegas que muestra quiénes se cree que iban en el Cadillac blanco que abrió fuego contra Tupac Shakur el 7 de septiembre de 1996 y dónde iban sentados. (Policía Metropolitana de Las Vegas vía The New York Times)

En 1996, tras una pelea de Mike Tyson, un BMW negro en el que viajaba el rapero Tupac Shakur se detuvo en un semáforo en rojo a la salida del Strip de Las Vegas, emocionando a las mujeres del auto al lado.

Mientras Shakur se asomaba por la ventanilla del copiloto, sus amigos del Lexus que iba detrás supusieron que estaba invitando a las mujeres al nuevo local nocturno de su discográfica, el Club 662, cuyo nombre numérico era un código telefónico apenas disimulado de “MOB” (mafia).

Las mujeres se apartaron y un Cadillac blanco ocupó su lugar. Un brazo grande y musculoso salió por la ventanilla trasera y disparó una ráfaga de tiros con una pistola Glock calibre 40 contra el BMW. Shakur recibió cuatro impactos.

Al conductor del BMW, el empresario de Death Row Records Marion Knight, mejor conocido como Suge, lo rozaron los disparos. Pero se las arregló para huir, girando en U sobre una mediana de tránsito y llevando a Shakur herido en dirección contraria antes de detenerse.

Malcolm Greenidge, rapero y amigo íntimo de Shakur que los había estado siguiendo en el Lexus, salió corriendo del auto para ver cómo estaba Shakur, según declaró este verano ante un gran jurado de Las Vegas. Shakur parecía menos preocupado por sus heridas que por la seguridad de Greenidge mientras agentes de policía armados se acercaban a la escena caótica, recordó.

“Tírate al suelo, te van a disparar”, le dijo Shakur, según Greenidge. Shakur moriría menos de una semana después, a los 25 años.

En los 27 años transcurridos desde entonces, los relatos de lo sucedido el 7 de septiembre de 1996 se han convertido en una maraña de noticias, especiales sobre crímenes reales, rumores callejeros, insinuaciones en internet y dudosas automitologizaciones. El caso estaba sin resolver.

Pero con la acusación la semana pasada de Duane Keith Davis, un exlíder pandilleril de Compton, California, conocido como Keffe D, que ha estado diciendo públicamente durante años que estaba en el Cadillac blanco cuando se produjeron los disparos mortales, los fiscales han comenzado a trazar la narración más detallada hasta ahora de la cadena de acontecimientos que dicen que llevaron a la muerte de Shakur, un relato que se pondrá a prueba en los tribunales.

Aunque hace tiempo que se conocen las líneas generales del asesinato de Shakur y su posible móvil, cientos de páginas de testimonios de testigos ante el gran jurado revisadas por The New York Times —declarados bajo juramento y con descripciones sorprendentemente vívidas para un caso de hace décadas— ofrecen nuevos detalles de cómo las disputas hiperlocales entre facciones de bandas enfrentadas desembocaron en una pelea de rap que acabaría siendo fatal y que alteraría el curso de la historia del hiphop.

Hijo de padres integrantes de las Panteras Negras y antiguo estudiante de Artes Escénicas convertido en bailarín de hiphop, Shakur había irrumpido como solista a principios de la década de 1990 con una mezcla única de poesía callejera introspectiva y furia juvenil. Shakur, un orgulloso antihéroe cuya popularidad no hizo más que crecer a medida que se veía envuelto en violencia y rivalidades, se transformó al morir en un icono del hiphop y en un mártir de la cultura pop.

El miércoles, Davis hizo su primera aparición en el Tribunal de Distrito del Condado de Clark para una comparecencia programada, que el juez aplazó porque Davis no tenía un abogado presente; según dijo, su abogado desde hace mucho con sede en California, Edi Faal, no podía estar allí. En una breve entrevista telefónica, Faal dijo que Davis, de 60 años, tenía intención de declararse inocente. Se negó a discutir detalles específicos sobre el caso, diciendo que estaba en el proceso de conseguir a Davis un abogado de Nevada.

“Como en todos los casos, creo que debemos dejar que las cosas se desarrollen en la sala del tribunal”, señaló Faal.

Algunas de las nuevas pruebas ponen en tela de juicio la opinión generalizada que se había formado en torno al asesinato. Aunque Davis había dicho a la policía que su sobrino, Orlando Anderson, que murió en un tiroteo relacionado con una banda en 1998, disparó el arma, dos testigos compartieron relatos con el gran jurado que ponían en duda la versión generalizada.

Las personas cercanas al caso han reaccionado a la noticia de la detención de Davis con una mezcla de conmoción y alivio.

Allen Hughes, que dirigió dos de los primeros videos musicales de Shakur y trabajó con su familia en “Dear Mama: The Saga of Afeni and Tupac Shakur”, una serie documental sobre el rapero y su madre estrenada este año, dijo que la familia se había preguntado si alguna vez se rendirían cuentas por su muerte.

“Durante todos estos años, todos sabíamos de qué se trataba”, aseguró. “Que la policía no cerrara el caso no significa que no supiéramos quiénes eran los verdaderos culpables”.

Ahora, acusaron a alguien de su muerte. Y Greg Kading, detective retirado de la policía de Los Ángeles que empezó a volver a investigar el asesinato en 2006, declaró: “El asesinato de Tupac Shakur nunca volverá a ser un misterio sin resolver”.

Zafarranchos y represalias

La música y la imagen pública de Shakur habían adquirido un cariz más oscuro tras su detención y posterior condena por abuso sexual en 1993, cuando se alineó con el sello de rap gánster Death Row Records y su líder, Suge Knight, que orquestó su fianza de 1,4 millones de dólares pendiente de apelación.

Mientras aún esperaba el veredicto del caso, Shakur había sufrido una emboscada, un robo y un tiroteo en el vestíbulo de un estudio de grabación de Nueva York, un ataque del que más tarde culparía a su antiguo amigo Notorious B. I. G. y a los afiliados de la discográfica neoyorquina Bad Boy Records, entre ellos Sean Combs, conocido en ese entonces como Puff Daddy. (Ellos negaron su implicación, y Notorious B. I. G. afirmó que escribió su tema burlón “Who Shot Ya?” antes del incidente).

Después de que Shakur respondiera con la respuesta furiosa y personal “Hit ‘Em Up” en junio de 1996, lo que antes era una competición a fuego lento entre la vanguardia del hiphop en las costas este y oeste se convirtió en una disputa en ebullición, en la que cada bando contaba con el apoyo de enemigos jurados en el submundo de las bandas para obtener protección y credibilidad en la calle.

Esas tensiones crecientes empezaron a desbordarse cuando los jugadores de cada bando se preparaban para viajar a Las Vegas para ver el combate de Tyson contra Bruce Seldon en la MGM Grand Garden Arena.

Poco antes del combate, un zafarrancho en el centro comercial Lakewood, en el sur de California, desencadenó una secuencia de represalias.

Denvonta Lee, que dijo ser afiliado de los South Side Crips de Compton, declaró este verano ante el gran jurado de Las Vegas que Davis —que se autodenominaba “el general de cinco estrellas” del conjunto Crip local— había dado 4000 dólares a un jugador de fútbol americano local para que comprara ropa antes de ir a la universidad y dijo a otros miembros de la banda que lo acompañaran al centro comercial.

Allí, el grupo de jóvenes Crips chocó con un grupo de Mob Piru Bloods, afiliados a Death Row, sus rivales más cercanos, lo que dio lugar a una pelea por el robo de una cadena de lujo. “Eso es como quitarle la corona a alguien”, testificó Lee. “Significa algo”. En 24 horas, añadió, había estallado “una guerra” a nivel local. “Hubo tiroteos por todas partes”, afirmó.

Uno de los participantes en la pelea del centro comercial, según los testigos, fue Orlando Anderson, un sobrino de Davis conocido como Baby Lane. En septiembre, Anderson viajó a Las Vegas con su tío y otros Crips para pasar un fin de semana de boxeo, juego y juerga.

El combate de pesos pesados terminó en menos de dos minutos con un nocaut de Tyson en el primer asalto. Algunos asistentes ni siquiera llegaron a sus asientos antes de que terminara.

Mientras los reunidos planeaban sus próximos movimientos para la noche, Anderson, ignorando la necesidad de refuerzos, se encontró solo cerca de los ascensores del hotel MGM y cara a cara con Shakur y su séquito de Bloods, incluido el mismo hombre cuya cadena había sido robada en el centro comercial de California.

En una refriega que fue captada por las cámaras de seguridad a eso de las 9 de la noche, el grupo empezó a dar puñetazos y patadas a Anderson, que se negó a cooperar con la policía y la seguridad del hotel después de que sus agresores se dispersaran.

Ahora, era Anderson quien buscaba vengarse. “No iba a volver a Compton sin que se hiciera nada”, declaró Lee al gran jurado.

Un encuentro mortal

Davis, un exitoso traficante de drogas y líder de los Crips en el momento de la muerte de Shakur, escribió en un libro de memorias de 2019, “Compton Street Legend”, que la noche del tiroteo tomó una pistola Glock de un socio de drogas de Nueva York antes de salir con Anderson para encontrar a Shakur y Knight.

Amigo de la infancia de Knight —los dos jugaron juntos al fútbol en Pop Warner—, Davis se había visto envuelto durante la década de 1990 en la creciente escena nocturna del rap de gánsteres, pero su relación con Death Row se agrió cuando la discográfica se asoció de manera más estrecha con los Bloods. En su lugar, Davis se alió con sus rivales de Bad Boy, proporcionando a sus soldados Crip seguridad en la costa oeste para los artistas y ejecutivos de la discográfica, a cambio de acceso a conciertos y fiestas.

Tras una vigilancia fallida de Shakur y Knight en el Club 662, el Cadillac blanco en el que viajaban Davis y Anderson se topó por casualidad con el BMW de Shakur, al que vio asomarse por el lado del copiloto.

Si Pac no hubiera estado asomado a la ventanilla, nunca los habríamos visto”, escribió Davis. “Como dos carneros chocando los cuernos, Suge y yo nos miramos fijamente a los ojos”.

Según el testimonio de los testigos y las versiones de las fuerzas del orden, Terrence Brown conducía el Cadillac blanco aquella noche. Davis iba en el asiento del copiloto, Anderson detrás y Deandrae Smith, conocido como Big Dre, también sentado detrás. (Davis es la única persona del vehículo que sigue viva, según la policía).

Al describir el tiroteo, Davis escribió en su libro de memorias que había arrojado la Glock al asiento trasero antes del encuentro en el semáforo. Aunque en ocasiones se ha negado a decir quién efectuó los disparos aquella noche, hace casi quince años dijo a los agentes de la ley que había sido Anderson.

Sin embargo, los nuevos testimonios del caso sugieren una versión diferente de los hechos.

Lee, el testigo del gran jurado, era compañero de habitación de Smith en aquella época y declaró ante el tribunal en julio que Smith había admitido en aquel momento que había efectuado los disparos que mataron a Shakur e hirieron a Knight. “Orlando no tenía un tiro claro”, dijo, y añadió: “Dre dijo: ‘Oye, dame la pistola’, tomó la pistola, pum, hizo lo suyo”.

Sin embargo, en Compton y más allá se especuló con la posibilidad de que Anderson hubiera apretado el gatillo como venganza por la paliza recibida en el MGM. Smith dejó que Anderson se llevara la “gloria”, declaró Lee. “No quería llevarse el mérito de Orlando”.

La acusación contra Davis no identifica al tirador, pues se afirma que Davis proporcionó el arma a Smith “y/o” a Anderson “con la intención de que esos conspiradores cometieran ese crimen”. Kading, el exdetective de Los Ángeles, comentó en una entrevista que creía que la “prueba primordial son las confesiones de Keffe D en sus entrevistas con la policía de que entregó el arma a Orlando Anderson y este apretó el gatillo”.

Según su amigo, Anderson no solía reivindicar el asesinato. “‘Estás loco, amigo, no creas todo lo que oyes’”, recordó Lee que le decía.

Compartiendo su historia

Inmediatamente después del asesinato, al estallar una guerra de bandas en Compton, la policía organizó lo que Robert Ladd, exdetective del Departamento de Policía de Compton, describió ante el gran jurado como una “orden de registro masivo de varias bandas”, deteniendo a conocidos miembros de bandas para intentar reducir la violencia en las calles y registrando los domicilios de Davis y de los demás miembros del Cadillac blanco.

No obstante, la investigación inicial se estancó y la policía culpó a la falta de cooperación de los testigos. Se reavivó en 2006, cuando el Departamento de Policía de Los Ángeles abrió un grupo de trabajo para investigar el asesinato, aún sin resolver, de Notorious B. I. G. en 1997, en un tiroteo que durante mucho tiempo se pensó que estaba relacionado con la muerte de Shakur.

Fue durante esa investigación cuando Kading persuadió a Davis para que hablara con él tras amenazarlo con una acusación por tráfico de drogas.

En 2008, Davis aceptó lo que se denomina un acuerdo de ofrecimiento, en el que Kading se comprometía a no procesar a Davis por lo que le contara sobre Tupac y Biggie, siempre que nada de lo que dijera resultara ser mentira.

Kading grabó la entrevista de Davis y, tras retirarse del Departamento de Policía, el detective utilizó el contenido de la confesión en un libro de 2011 titulado “Murder Rap: The Untold Story of the Biggie Smalls and Tupac Shakur Murder Investigations”. En 2015, la grabación se incluyó en un documental basado en el libro.

A Davis le irritaron las revelaciones de Kading. Deseoso de compartir su historia tras recuperarse de un cáncer de colon, empezó a hablar en público del caso. Fue un paso arriesgado. Aunque Davis —que ha pasado una cuarta parte de su vida en la cárcel, en parte por cargos de tráfico de drogas— habría estado protegido de la acusación por lo que le dijo a Kading durante su reunión, sus posteriores revelaciones públicas no estaban protegidas, señalaron los expertos legales.

Davis dio su primera entrevista pública sobre el tema de la muerte de Shakur para una docuserie de 2018 llamada “Death Row Chronicles”.

“Estaba tratando de explicar las cosas con suficiente cuidado para caminar por la cuerda floja entre tomar crédito y no ser arrestado”, explicó Mike Dorsey, el director de “Murder Rap”, quien fue consultor en “Death Row Chronicles”. Dijo que Davis llegó con un abogado.

Después de que la serie se emitiera sin dar lugar a acusaciones, Davis escribió sobre el caso en su libro de memorias. Sus entrevistas sobre el tema, incluso con prominentes yutuberos, se volvieron “cada vez más sueltas”, comentó Dorsey.

Los agentes de policía y los fiscales de Las Vegas vigilaban de cerca las entrevistas de Davis.

“Desde 2019, ha aparecido al menos ocho veces en promoción de este libro y ha repetido varias versiones de esos sucesos, y en todas reconoce que es quien ordenó la muerte de Shakur”, dijo Marc DiGiacomo, fiscal del caso, en la corte el viernes pasado.

En su libro de memorias, Davis se ablandó al mencionar a Shakur y su familia, escribiendo que tenía “un profundo sentimiento de remordimiento” por el dolor que causó su muerte.

Aun así, se mantuvo firme en que la venganza era necesaria por la paliza a su sobrino, llegando a decir que, para algunos de los Crips implicados, el asesinato les valió “algunas medallas”.

“Pero generó demasiada atención”, continuó Davis, “y nos puso bajo los reflectores de la policía, que no cesaron y acabaron por hundirnos. Fue una gran pérdida para todos los implicados”.

c.2023 The New York Times Company

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