Roberto Alemann, simplemente "un grande"

No regalo los adjetivos, por lo cual son tan valorados. Roberto Alemann, quien falleció el viernes pasado, a los 97 años, era un grande por donde se lo viera.

Ministro de Economía de la Nación en dos oportunidades: durante 263 días, en 1961, durante la presidencia de Arturo Frondizi; y durante 191 días, en 1982, durante la presidencia de Leopoldo Fortunato Galtieri. Todo esto es muy conocido, como también lo es el hecho de que, entre 1962 y 1964, se desempeño como embajador argentino ante Estados Unidos.

Estoy escribiendo "en caliente", porque sabía que desde hacía mucho tiempo tenía problemas de salud, pero igual la noticia me golpeó. Hoy quiero explicar por qué era un grande.

Las Fuerzas Armadas argentinas intentaron recuperar por la fuerza las Islas Malvinas, a comienzos de abril de 1982. Alemann era el Ministro de Economía, y estaba implementando una política económica que se proponía desinflacionar, desregular y desestatizar la economía. ¿Se imagina al Ministro exigiéndole al presidente de la Nación que detuviera la operación, porque no tenía presupuesto para comprar municiones o combustible? Se lo bancó.

Nacido el 22 de diciembre de 1922, Alemann estudió derecho y economía en la Universidad de Buenos Aires y en Suiza

Hizo algo más. No renunció, disconforme con la decisión de la Junta, o porque sabía que en tales condiciones lo único que iba a generar eran malas noticias. ¿Quién permanece en el gabinete en estas condiciones? Un grande.

Un grande es alguien que no necesita pretender lo que no es. Roberto era miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas desde 1966. Presentó en la Corporación 27 trabajos, pero como recién me incorporé a la institución en 2011, no pude escuchar sus presentaciones, aunque sí leerlas.

Hubiera sido una ridiculez que hubiera pretendido alardear, citando algún esotérico teorema económico, delante de figuras como Rolf Ricardo Mantel y Julio Hipólito Guillermo Olivera. Por el contrario, con el estilo tranquilo que lo caracterizaba, aportaba. Lo cual quiere decir sumar a la cuestión que se estaba debatiendo su extensa experiencia en materia de política económica, sus conocimientos institucionales, etc. La descripción que publicó en LA NACIÓN el 30 de mayo de 1986, sobre el nacimiento del "Club de París", sólo pudo ser escrita por alguien que había estado muy cerca de los acontecimientos.

Fue embajador argentino en los Estados Unidos entre 1962 y 1964

Un grande es alguien que, cuando encuentra a otro en una encrucijada, le sugiere algo que ayuda a solucionar el problema. En 1979, en el Teatro de la Cova, organicé una serie de seis entrevistas con otros tantos exministros de economía. Pero algunos no aceptaban y tenía que presentar la lista de entrevistados. Se lo comenté, muy preocupado, a Alemann, y me dijo: "Abra el juego, invite a expresidentes del Banco Central". Así fue como entrevisté a Félix Gilberto Elizalde.

Un grande lo es 24 horas al día. Paternalmente, cada vez que me veía me recomendaba bajar de peso. En algún momento de la década de 1970, al terminar de participar juntos en un programa de TV, me invitó a subir a su auto. Le señalé que él vivía en la calle Melián y yo en Flores, de manera que no le quedaba de camino. Insistió en que subiera y me dijo: "¿Sabe lo que es un auto? Un artefacto que sirve para llevar a los amigos". En aquel momento yo no era nadie y él. un grande.

Físicamente muy alto, pintón y fácilmente reconocible, en un par de oportunidades su vida corrió peligro. Durante el corralito de fines de 2001, al pasar frente al Banco de Boston, una turba lo empezó a correr. Alguien le hizo una zancadilla y pudo zafar de milagro, ingresando al banco por una puerta lateral. La otra ocasión, varios años después, ocurrió cuando tuvo la mala suerte de pasar por delante de la puerta de un hotel donde algunos partidarios de Chávez estaban protestando. Nuevamente, zafó de milagro.

En 1957 integró el elenco fundador de la Asociación Argentina de Economía Política, del cual el único que queda vivo es su hermano Juan Ernesto Alemann.

Uno se alimenta con los textos de algunos talentosos, pero también con la interacción que tuvo la suerte de desarrollar con algunos grandes. En mi caso, entre otros, con Roberto Teodoro Alemann.