Robert F. Kennedy Jr. se prepara para ejercer el poder en salud pública

Robert F. Kennedy Jr. apoyó al expresidente Donald Trump tras finalizar su propia campaña presidencial independiente. (Hiroko Masuike/The New York Times)
Robert F. Kennedy Jr. apoyó al expresidente Donald Trump tras finalizar su propia campaña presidencial independiente. (Hiroko Masuike/The New York Times)

El presidente electo, Donald Trump, lo ha animado a “descocarse en materia de salud”, pero no ha aclarado qué papel jugará Kennedy.

Cuando 12.000 profesionales de la salud pública se reunieron en Minneapolis la semana pasada para la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Salud Pública, Jerome Adams, quien se desempeñó como máxima autoridad de salud en el primer gobierno del presidente electo Donald Trump, lanzó una advertencia punzante sobre Robert F. Kennedy Jr.

“Si RFK tiene una influencia significativa en el próximo gobierno, eso podría erosionar aún más la voluntad de las personas de ponerse al día con las vacunas recomendadas”, dijo Adams. “Me preocupa el impacto que eso podría tener en la salud de nuestra nación, en la economía de nuestra nación, en nuestra seguridad global”.

Ahora, Kennedy, un declarado escéptico de las vacunas, está en posición de tener una influencia significativa sobre una amplia gama de políticas. La arrolladora victoria electoral de Trump, con Kennedy a su lado, es —a ojos de sus simpatizantes— no solo un mandato, sino también un repudio a las élites de la salud pública que durante tanto tiempo han mantenido a Kennedy a raya.

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Como candidato presidencial independiente y como defensor de Trump, Kennedy prometió poner patas arriba el sistema agrícola y la burocracia de salud pública del país, destripando de hecho franjas enteras del Estado regulador, bajo la rúbrica de erradicar el “amiguismo” y la corrupción.

Después de que Trump fuera elegido por primera vez en 2016, Kennedy les dijo a los periodistas que Trump prometió dejarle presidir una comisión de vacunas, pero eso nunca llegó a suceder. Ahora, Kennedy tiene una influencia mucho más fuerte, después de haber reunido a sus seguidores a favor de Trump. El presidente electo ha indicado que Kennedy desempeñará un papel en su nueva administración y recientemente dijo que dejaría que Kennedy “se descocara en materia de salud”, pero no ha sido específico sobre lo que eso significa.

Algunos han especulado con que Trump lo nombrará “zar de la salud” dentro de la Casa Blanca, para guiar al presidente en asuntos de salud pública; una persona familiarizada con la transición dijo que Kennedy estuvo en Mar-a-Lago el miércoles y habló con Trump sobre la agenda de salud pública.

La visión del mundo de Kennedy se plasma en dos de sus estribillos más frecuentes: “No hay nada más rentable para gran parte del sistema de salud que un niño enfermo” y “Las agencias de salud pública se han convertido en títeres de las industrias que se supone que deben regular”.

Ahora que los republicanos controlarán el Senado, Kennedy podría, en teoría, obtener la confirmación para cualquiera de los altos cargos sanitarios: secretario de Salud y Servicios Humanos, comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) o director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés).

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“Hay una verdadera victoria de mandato aquí, con muchos millones de personas que son votantes de Trump por primera vez”, dijo Calley Means, un empresario de la salud que ha sido asesor de Kennedy y que fue fundamental para conectarlo con Trump. “Es un verdadero mandato para enfrentarse a instituciones sanitarias rotas, y para ofrecer el cambio”.

Kennedy no respondió a las solicitudes de comentarios. En una entrevista con NPR el miércoles, dijo que su papel en el nuevo ggobierno aún no se había decidido. Pero dijo que Trump le había dado tres instrucciones: librar a las agencias reguladoras de “la corrupción y los conflictos”, “devolver a las agencias al estándar de oro” de “ciencia y medicina de base empírica y basadas en la evidencia” y “acabar con la epidemia de enfermedades crónicas con impactos medibles” en un plazo de dos años.

En cuanto a las vacunas, dijo: “No vamos a quitarle las vacunas a nadie”. Dijo que quería que los estadounidenses pudieran tomar “decisiones informadas” sobre la vacunación, una idea que preocupa a los expertos en salud pública, quienes dicen que los requisitos de vacunación en las escuelas son especialmente importantes porque las vacunas son más eficaces para frenar la propagación de enfermedades infecciosas cuando se vacuna a comunidades enteras.

Como candidato presidencial, Kennedy pasó de centrarse en las vacunas a un tema más amplio: los estadounidenses, argumentó, sufren una epidemia de enfermedades crónicas. Y cuando se alineó con Trump, ese tema recibió un nombre: “Hagamos a Estados Unidos Saludable de Nuevo”. Rápidamente se puso de moda.

Hoy es el líder indiscutible de un floreciente movimiento de “libertad médica” que combina una feroz resistencia a las medidas de salud pública y una profunda sospecha hacia la industria con una aceptación de la medicina alternativa y los alimentos naturales. En un reciente ensayo de opinión en The Wall Street Journal, Kennedy pedía que la mitad del presupuesto de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por su sigla en inglés) se dedicara a “enfoques preventivos, alternativos y holísticos de la salud”.

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Como candidato a la presidencia, prometió procesar legalmente al exintegrante más prominente de los NIH, Anthony Fauci, “si se cometieron crímenes”. Fauci, quien se jubiló como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en 2022, declinó hacer comentarios el miércoles.

Kennedy, abogado ecologista y vástago de una de las familias demócratas más ilustres de Estados Unidos, no tiene ningún título en medicina o salud pública. Su trabajo sobre el medioambiente, y en particular el mercurio en los cursos de agua, le llevó a cuestionar la seguridad de las vacunas, algunas de las cuales contenían un conservante a base de mercurio, el timerosal, hasta que los fabricantes lo eliminaron en 2001 a instancias de los CDC.

Al igual que Trump, Kennedy ha culpado en el pasado a las vacunas infantiles del autismo, una teoría desacreditada que ha sido rechazada por más de una decena de estudios científicos revisados por pares en múltiples países. Ha denunciado los calendarios de vacunación infantil y los mandatos de vacunación contra el coronavirus como una extralimitación del gobierno y una forma de enriquecer a los fabricantes de medicamentos.

Hace dos semanas pronosticó sus planes para la FDA en las redes sociales.

“La guerra de la FDA contra la salud pública está a punto de terminar”, escribió Kennedy. “Esto incluye su agresiva supresión de psicodélicos, péptidos, células madre, leche cruda, terapias hiperbáricas, compuestos quelantes, ivermectina, hidroxicloroquina, vitaminas, alimentos limpios, sol, ejercicio, nutracéuticos y cualquier otra cosa que mejore la salud humana y no pueda ser patentada por la industria farmacéutica. Si tú trabajas para la FDA y eres parte de este sistema corrupto, tengo dos mensajes para ti: 1. Conserva tus archivos, y 2. Haz las maletas”.

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Los expertos en salud pública temen que incluso si Kennedy no es nombrado para dirigir una agencia específica, su ataque público contra las vacunas reducirá las tasas de vacunación.

Kennedy también ha prometido que Trump presionará para eliminar el flúor del suministro de agua, una promesa que Kennedy reiteró en NPR el miércoles. Junto con las vacunas, los CDC incluyen la fluoración, que previene la caries dental, como uno de los “10 grandes logros de la salud pública” del siglo XX.

“Creo que es justo decir que estamos en territorio desconocido”, dijo Michael Osterholm, quien dirige el Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota y ha asesorado a presidentes de ambos partidos desde Ronald Reagan. “En mis 50 años en el negocio, nunca tuve que encontrar, ni siquiera en el primer gobierno de Trump, un desprecio insensible por la ciencia y los hechos”.

Los CDC ya están registrando lo que sus expertos consideran un preocupante descenso en las vacunaciones contra el sarampión. En lo que va de 2024 se han producido 13 brotes de sarampión, frente a los cuatro de 2023, lo que pone en peligro a quienes padecen trastornos inmunitarios y a quienes no pueden vacunarse por razones médicas. Y Kennedy no es el único dirigente que plantea dudas.

En Florida, Joseph Ladapo, máxima autoridad de salud del estado, ha contradicho repetidamente las recomendaciones de los CDC sobre vacunación. Durante un reciente brote de sarampión, Ladapo dejó en manos de los padres la decisión de enviar a sus hijos a la escuela, aunque no estuvieran vacunados.

Ladapo también aconsejó recientemente a los floridanos que evitaran las vacunas de ARNm para la COVID-19, alegando —sin pruebas— que planteaban un “riesgo desconocido de posibles efectos adversos.” Ladapo ha sido mencionado para un posible papel en el segundo gobierno de Trump, según una persona informada sobre las discusiones. Otras personas consideradas, dijo esta persona, son Jay Bhattacharya, economista de la Universidad de Stanford y experto en política sanitaria, y Martin Makary, cirujano y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Su oposición a los confinamientos durante la pandemia de coronavirus fue atacada por expertos en salud pública.

Kennedy también ha apuntado a las industrias alimentaria y agrícola. En su ensayo para The Wall Street Journal, expuso propuestas para un segundo gobierno de Trump que incluían reducir el uso de pesticidas y reformar los subsidios que hacen que el maíz y la soya sean artificialmente baratos.

Y pidió a Trump que “deje de permitir que los beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por su sigla en inglés) utilicen sus cupones de alimentos para comprar refrescos o alimentos procesados”. El año pasado, alrededor de 42 millones de estadounidenses recibieron beneficios del SNAP cada mes, según muestran los datos federales.

Sid Miller, el comisionado de agricultura de Texas, quien ha formado parte del equipo de transición de Trump —en particular, ayudando a seleccionar el liderazgo del Departamento de Agricultura de EE. UU.— dijo en una entrevista el miércoles que había preguntado a los posibles candidatos: “¿Puede trabajar con Robert F. Kennedy Jr. para que Estados Unidos vuelva a ser saludable?”.

Miller y Kennedy comparten algunos objetivos que no estarían fuera de lugar en un gobienro liberal, por ejemplo, sacar los alimentos procesados de los comedores escolares en favor de los productos orgánicos.

“Esto no debería ser una cuestión partidista”, dijo Miller. “¿Quién no quiere niños sanos?”. Pero reconoció que conseguir que algunas medidas superen al lobby alimentario podría ser una “dura lucha”. Kennedy también parece haber respaldado una propuesta para abandonar el actual sistema de cobertura sanitaria basado en seguros en favor de cuentas individuales de ahorro sanitario, un plan que los republicanos han propuesto como alternativa al programa conocido popularmente como Obamacare.

Cuando el representante Chip Roy, republicano por Texas, propuso la idea el lunes como parte de un ensayo de opinión en The Hill, Kennedy escribió en las redes sociales que Roy “da exactamente en el clavo”.

Thomas Frieden, director de los CDC en el gobierno de Barack Obama, escribió en un reciente ensayo de opinión que Kennedy tenía razón al centrarse en las enfermedades crónicas, los riesgos medioambientales y la peligrosa e inapropiada influencia corporativa en las decisiones de salud. Sugirió políticas basadas en evidencias para atacar esos problemas, incluyendo “políticas integrales de control del tabaco y el alcohol” e impuestos sobre los refrescos azucarados.

Pero Frieden también escribió que Kennedy había “difundido repetidamente falsedades” sobre las vacunas.

Queda por ver si el objetivo declarado de Kennedy de erradicar los conflictos de intereses en el gobierno federal —como sacar a los intereses farmacéuticos y agrícolas de la formulación de políticas federales— le cuadrará a Trump, cuyo primer gobierno estuvo repleto de ejecutivos de las principales industrias.

Steven Brozak, presidente de WBB Securities, una firma de inversión de Wall Street especializada en cuidado de la salud, dijo que Kennedy le había “tomado el pulso a la insatisfacción que sienten los estadounidenses con su atención a la salud”, y ahora tenía una “oportunidad de oro” para dirigir a los fabricantes de medicamentos hacia un camino de mayor innovación.

“Todas y cada una de las grandes farmacéuticas y biotecnológicas se dirigen a su puerta para tratar de entenderlo”, dijo Brozak. “En esta época de incertidumbre, él puede salir ahí fuera y conseguir más desafiando al sistema que cualquier otra persona haya hecho nunca en materia de salud”.


Sheryl Gay Stolberg
cubre la política de salud para el Times desde Washington. Ex corresponsal en el Congreso y en la Casa Blanca, se enfoca en la intersección entre las políticas de salud y la política. Más de Sheryl Gay Stolberg


Rebecca Davis O’Brien
es reportera de política y cubre la elección presidencial de 2024. Más de Rebecca Davis O’Brien

c. 2024 The New York Times Company