Qué hizo River para reconvertirse y ser más sólido tras la salida de Palacios

Marcelo Gallardo ya es un experto en el arte de la reinvención. Durante sus casi seis años en River, se ha consolidado como un especialista en transformar errores, angustias y dolores en nuevos deseos para volver a ser. Este año apostó por la innovación y la jugada fue un pleno certero. Porque, aunque River acumula ocho triunfos (entre ellos la conquista de la tercera Copa Argentina) y una derrota desde que perdió la final de la Copa Libertadores con Flamengo, hoy la gran batalla ganada es táctica, física y mental: el entrenador rompió el molde y logró enhebrar un equipo y un sistema que ya sale de memoria.

Atrás quedó el 4-1-3-2 que supo brillar con tramos de alto vuelo futbolístico durante 2019. Hoy el esquema 3-3-2-2 parece intocable, con un engranaje colectivo afianzado que muestra cómo los jugadores se adaptaron con naturalidad al nuevo juego y se sienten más que cómodos con sus funciones renovadas. Es que, para suplantar la partida de Exequiel Palacios, al no tener un jugador de sus características ni en el plantel ni el mercado, Gallardo optó por tres defensores centrales en la línea de fondo, un volante central con dos carrileros a su lado, dos volantes de creación de juego y dos atacantes bien marcados.

Así, el arco sigue custodiado por Franco Armani; la línea de tres centrales titulares parece estar conformada por Lucas Martínez Quarta, Robert Rojas y Paulo Díaz; la primera línea del mediocampo la integran Enzo Pérez en el eje, con los laterales carrileros Gonzalo Montiel y Milton Casco a sus costados, mientras que en la segunda aparecen los talentosos y desequilibrantes Ignacio Fernández y Nicolás De La Cruz; y la delantera se la adueñaron Matías Suárez y Rafael Borré, quienes congenian de forma espectacular con jerarquía y sacrificio.

Claro que desde que comenzó el año se fueron dando algunos imprevistos que modificaron la situación: ante Independiente no pudieron jugar ni Martínez Quarta ni De La Cruz por suspensiones, pero allí emergió la figura de Robert Rojas, hoy pilar fundamental de la defensa; con Godoy Cruz salió Javier Pinola del equipo titular por bajo rendimiento; frente a Central Córdoba fue expulsado Paulo Díaz y regresó Pinola; y para jugar con Estudiantes se ausentó Martínez Quarta por una lesión muscular en el aductor derecho.

Pero, más allá de los asteriscos que le exijan al DT retocar la base, hay una absoluta aprobación del cuerpo técnico a la tarea que viene realizando el equipo, que suma seis triunfos en fila para mantenerse en lo más alto de la Superliga y estar a dos partidos del título. Tan es así que anteanoche, en la victoria en La Plata, el primer cambio recién se dio a los 34 minutos del segundo tiempo y por obligación: Juanfer Quintero ingresó por el chileno Díaz, quien salió con una contractura menor en el gemelo izquierdo que no sería de gravedad.

Independiente (2-1), Godoy Cruz (1-0), Central Córdoba (2-0), Unión (2-1), Banfield (1-0) y Estudiantes (2-0) fueron los seis éxitos que cosechó River en el inicio del 2020. Son un total de 10 goles a favor y solo dos en contra, lo que marca una tendencia consolidada: hoy es un equipo más equilibrado. Quizás no brilla o no aplasta como antes, pero logró mantener el poder de fuego en ataque y sumó recaudos para defender, batallar y combatir el juego físico que le proponen los adversarios.

La idea no se modifica: River continúa proponiendo un fútbol de ataque, con tenencia de pelota, búsqueda de alternativas constantes y una incesante voluntad de jugar o al menos intentarlo. Para eso, cuenta con jugadores muy versátiles, que pueden desplegarse y realizar un alto desgaste, que tienen creatividad, jerarquía y talento y que entienden cómo desdoblarse físicamente en todo el campo. Todos atacan, todos defienden. Hay una función de equipo y una inteligencia fundamental para mantener el nivel.

"Demostramos una tremenda personalidad. Somos prácticos cuando los rivales nos proponen un juego de poco espacio y mucho contacto físico. Sabemos jugar los partidos. Cuando no nos dejan jugar, tenemos alternativas. Hay que saber entender estos partidos finales y ahí es donde me resulta muy valiosa la asimilación de los jugadores. Venimos siendo un equipo sólido, eso es lo bueno. Y cuando podemos jugar, lo hacemos muy bien", destacó Gallardo tras la victoria ante el Pincha.

Además, el DT repitió varias veces una palabra fundamental para definir a su equipo: "sólido". Y así juega el Millonario hoy. A puro carácter, se impone por la búsqueda de su juego, pero también por su versatilidad para adaptarse a lo que pide el partido. Cuando puede jugar, juega. Cuando debe raspar, raspa. Cuando le toca combatir, combate. Y cuando tiene que correr, corre.

"River tiene un sentido. Sabemos cómo queremos jugar y también entendemos las dificultades que nos presentan los adversarios. Si no entendiéramos eso, nos costaría porque la frustración nos llevaría a cometer errores, no encontrar los caminos y bajar los brazos. Y nosotros lo hacemos: con la jerarquía individual y el funcionamiento del equipo hacemos la diferencia. Cada vez es más difícil, pero está bueno que lo entendamos de esa manera", agregó el técnico.

Mantener la mentalidad competitiva y ganadora siempre ha sido una de las grandes virtudes del exitoso ciclo del Muñeco. Y hoy le sumó una variante más que le permite soñar a lo grande: pese al poco tiempo de rodaje, logró crear un equipo de memoria que se consolida a cada paso que da y apunta a conquistar la Superliga. "Dependemos de nosotros y lo vamos a seguir haciendo de acá hasta el final. Cada vez estamos más cerca, pero hay que seguir sin bajar los brazos", avisa Gallardo. Y lo hará con sus armas que parecen las de siempre, pero están renovadas una vez más.