Un River insólito, con un Demichelis que no se guarda nada para la vuelta
Ya va siendo hora de que se termine esa frialdad. Ni un saludo, ni un canto para el DT, Martín Demichelis . Eso sí, todos están pendientes del tema. River puede ser insólito. Después gana, con goles de alto vuelo. Y la cancha explota. Es el único equipo del país invicto. El más reciente campeón (aunque sea en una copa de un partido), el puntero de la Zona A de la Copa de la Liga y puede presumir como nadie haber ganado tres de los últimos cinco torneos que disputó. Pero muchos de sus hinchas (no son todos, cuidado), no quieren a su técnico .
Y la indiferencia es nada más la que se siente en los buenos partidos. Para suerte del simpatizante, son la parte más frecuentemente de esta historia. Cuando el juego no es bueno o debe convivir con una derrota parcial (porque después suele revertir los resultados), lo que empieza a escucharse es murmullo, impaciencia, y hasta algún insulto encubierto, como el de la final de la Supercopa (“¡Poné a los pibes, la p… que te p…!”).
Los campeones de la Supercopa tuvieron un festejo breve y adecuado previo al partido: una foto con algunos familiares y el trofeo conquistado en Córdoba. Una enorme bandera se desplegó en la Sívori: “Gracias por esta alegría”. Sencillo, no había que perder la concentración. Hubo alaridos de pasión con Aliendro, autor del golazo aquella noche; incluso una merecida ovación a Paulo Díaz (a él sí le perdonan los errores, como el que cometió en el tanto de Benjamín Domínguez, de Gimnasia). Nada para el técnico.
Hay una cuestión de piel que es absolutamente injusta. Los métodos europeizados, son una parte. Su forma de ser “poco argentina”. Y claro, está el tema Enzo Pérez. Tal vez, en unos meses más, la hinchada entienda que no dejará de ser jamás el ídolo de River, que esa noche con el buzo verde, la batalla de Madrid y los títulos por montones, no se mancharon en absoluto. Que lo que el entrenador necesitaba era una energía diferente en el medio. Con menos sabiduría, sí. Pero con un despliegue que ya no se le puede exigir a un futbolista de 38 años.
Porque si el problema es ese, que el ciclo de un ídolo a veces se termina, River estará condenado a vivir sacudones emocionales cuando se alejen Franco Armani, Nacho Fernández, Milton Casco … No tiene sentido.
Si el técnico se equivocó al ventilar intimidades, y ese fue el castigo, ya fue suficiente. Estuvo mal. Punto. A seguir adelante.
A horas del sorteo de la Copa Libertadores, River no puede permitirse generar climas inciertos o inestabilidad en sus sentimientos.
Porque lo que puede pasar es que Demichelis empiece a dudar. Y ese sí que sería un problema grande. Lo mejor del entrenador es su convicción. La valentía con la que sus equipos asumen el protagonismo. A veces, hasta de manera kamikaze.
En la película Gattaca (1998), dos hermanos compiten por ver quién llega más lejos en una carrera en el mar. El vencedor (que además tenía una dolencia cardíaca) siempre era el mismo. El derrotado, cansado de perder, un día le pregunta cómo hacía para lograrlo. “Nunca pienso que tengo que guardar algo para la vuelta”, dice el personaje que interpreta Ethan Hawke.
Los equipos de Demichelis son así, no se guardan nada para la vuelta . Van por el premio mayor siempre. Y por supuesto, eso conlleva riesgos. Como los que padeció con Gimnasia en la noche del domingo. Un adversario ordenado, capaz de ser punzante para aprovechar esos “descuidos conscientes” al que se somete el que va por todo o nada.
Dudó Demichelis, una vez. Fue en el partido con Talleres, por la octava fecha. Ganaba 2 a 0 y metió cinco defensores, quiso “asegurar” el resultado. Le empataron. Hay que ver que eso, justamente es lo que le pedían muchos hinchas… pero no es lo que piensa él.
Siguieron, tras ese empate, algunos partidos malos. Pero eso es parte del proceso. Lo que define a un gran equipo no son solamente los resultados, sino su identidad. Y River la tiene clara gracias al mensaje que llega desde el banco. No debe perderla porque el DT hizo mal un cambio, o un jugador se empecinó con querer patear un penal, o porque un defensor regaló un gol en una mala salida.
Después del triunfo ante Gimnasia, Demichelis fue claro. Este lunes se realiza sorteo de la Copa Libertadores, pero el DT de River entiende que su equipo tiene argumentos para chocar con cualquier rival: “No me puedo permitir elegir los rivales de la Copa Libertadores, además no van a tocar los que yo elija. Somos River y tenemos que ir por todo”. ¿Y el escaso afecto de los hinchas? “Las dos veces que corearon mi nombre fue cuando salimos campeones, entonces entiendo la exigencia. No importa tanto lo mío, porque estos chicos son los primeros en matarse”. A esto sumó qué es lo que pretenden los hinchas del Millonario: “Ya lo dijo Jorge Brito: el hincha de River no cede en la exigencia y la entendemos, sabemos que River no para de crecer. Ganar, gustar y golear no siempre se puede. Volvimos a mantener el invicto, Echeverri hizo su primer gol. Dije hace algunas semanas que no estábamos tan mal, que necesitábamos ese partido de jerarquía que nos diera fuerza. Vamos a poner lo mejor de nosotros, necesitamos de la sinergia de todos”.
River es de los pocos equipos de esta parte del planeta que se desespera por la victoria. En esa vocación se justifica el fervor con el que se vive este deporte.
Lo más importante del año todavía no empezó y ya es tiempo de ordenar las prioridades. No sirve de nada seguir dando vueltas en historias antiguas. Si River es de los mejores del país, en gran parte, es por la determinación de Demichelis.