“Rezar no arreglará esto”: indignación contra políticos de EEUU que ofrecen oraciones y condolencias pero no hacen nada por un mayor control de las armas

Hay una corriente de pensamiento en Estados Unidos, influyente y punzante, que rechaza que mayores controles a las armas de fuego podrán reducir la violencia y las muertes que enlutan con estremecedora y cuantiosa frecuencia a la sociedad.

“Las armas no matan, matan las personas”, afirman reiteradamente quienes defienden esos puntos de vista y el derecho casi irrestricto a poseer y portar armas que extraen del texto de la Segunda Enmienda Constitucional.

Un hombre se arrodilla ante un cruz con velas en memoria de las víctimas de la matanza de la escuela de secundaria Marjory Stoneman Douglas, este viernes 16 de febrero de 2018 en Parkland (Florida), al sureste de EEUU (AFP | Rhona Wise)
Un hombre se arrodilla ante un cruz con velas en memoria de las víctimas de la matanza de la escuela de secundaria Marjory Stoneman Douglas, este viernes 16 de febrero de 2018 en Parkland (Florida), al sureste de EEUU (AFP | Rhona Wise)

Algunos, incluso, afirman que un arma como el rifle AR-15, usado en el reciente tiroteo en una escuela en Florida y en muchas otras matanzas en el país, es “muy seguro” y “más fácil de disparar que una pistola”, según lo comentado en un programa reciente de la cadena Fox News.

Pero las armas sí matan, fueron diseñadas para matar y el acceso amplio a ellas tiene que ver con la enorme cantidad de tiroteos y masacres que se registran en Estados Unidos. Un AR-15 quizá es muy seguro para el tirador, pero ha sido letal para los inocentes que en, tiroteo masivo tras tiroteo masivo, son acribillados por su fuego.

El derecho a vivir de 17 personas fue suprimido por un tirador en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida. Miles allí y millones en todo Estados Unidos sufren y exigen acción para prevenir mayor dolor y muerte. (AP)
El derecho a vivir de 17 personas fue suprimido por un tirador en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida. Miles allí y millones en todo Estados Unidos sufren y exigen acción para prevenir mayor dolor y muerte. (AP)

Otros países con mayores regulaciones a la venta, posesión y portación de armas no tienen, ni de lejos, los índices de muertes y matanzas que se registran en Estados Unidos.

En un ejemplo de magnitud diferente, pero que hace un símil ilustrativo, podría decirse que si las armas no matan por sí solas, ¿por qué entonces Estados Unidos, por ejemplo, ha buscado constantemente evitar o frenar la posesión de armas nucleares por parte de dictaduras y países contestatarios?

En realidad, se trate de pistolas, AR-15 o misiles atómicos, su capacidad de destrucción y muerte está intrínsecamente ligada al arma y a su portador, al instrumento y al personaje que decide usarlo y lo usa. Por ello, como muchos han señalado cada vez que se presentan tragedias como los tiroteos en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida, en la escuela Sandy Hook de Connecticut, en una plaza en Las Vegas, en un cine en Colorado, en una iglesia en Texas o en Carolina del Sur y en tantos otros lugares donde se han dado matanzas en el país, las causas tienen que ver con el acceso y uso de armas de muy alto poder por parte de personas con desequilibrios mentales o ideologías perversas. Las soluciones tienen, así, que ver también con una multiplicidad de cuestiones.

Pero cuando se dan horrores como el de la escuela en Florida, poderosas figuras políticas se desentienden del aspecto de las armas y ofrecen a los destrozados familiares de las víctimas y a la desolada sociedad meramente oraciones y condolencias.

Expresiones que muchos agradecen pero que, tras tantas matanzas y tan poca acción, resultan no solo insuficientes y poco consoladoras sino ofensivas para otros muchos. Al margen de su sinceridad o hipocresía, sin propuestas concretas de políticas públicas con capacidad de transformar la realidad actual, esas plegarias y buenos deseos lucen inútiles y frívolos ante la enormidad del dolor de las víctimas, de sus familias y de la sociedad.

Esa situación se complica por el hecho de que muchos de los legisladores que oran y expresan condolencias después de sucesos como en la escuela de Parkland al mismo tiempo han recibido millonarias donaciones de campaña de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), entidad dedicada a promover una comercialización, posesión y portación de armas de fuego en Estados Unidos con máxima liberalidad y mínima regulación.

Familiares, amigos y compañeros de los asesinados en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida, sufren su devastadora pérdida. Muchos de ellos exigen un mayor control de armas para prevenir nuevas tragedias. (AP)
Familiares, amigos y compañeros de los asesinados en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida, sufren su devastadora pérdida. Muchos de ellos exigen un mayor control de armas para prevenir nuevas tragedias. (AP)

Por ejemplo, de acuerdo a un recuento de The New York Times, el senador John McCain ha recibido 7.7 millones de dólares en contribuciones de campaña o gasto directo en su apoyo de parte de la NRA y otros senadores como Richard Burr, Roy Blunt, Thom Tillis y Cory Gardner se han beneficiado respectivamente con 6.9 millones, 4.5 millones, 4.4 millones y 3.8 millones de dólares provenientes de esa organización. Todos ellos ofrecieron en redes sociales u otros medios condolencias y oraciones a las víctimas y sus familiares del tiroteo en la escuela de Florida. Pero no han legislado cabalmente para establecer mejores controles a las armas de fuego en el país

Otros senadores que también han dicho que rezan por las víctimas y han recibido sustanciales apoyos económicos de la NRA son, por citar algunos, Marco Rubio, 3.3 millones; Joni Ernest, 3.1 millones; Rob Portman, 3 millones; Todd Young, 2.8 millones; y Bill Cassidy, 2.8 millones de dólares, según el Times.

Ciertamente se trata de aportaciones legales, pero resulta especialmente punzante constatar cómo el dinero de la NRA fluye en apoyo de legisladores mientras el Congreso mantiene inacción en el tema del control de las armas de fuego.

En tanto, matanza tras matanza enlutan al país con centenares de víctimas, y muchos miles más mueren en Estados Unidos en incidentes de armas menores pero no por ello menos letales y aberrantes sin que el Congreso dé un paso en el tema del control de armas, ni siquiera en el mínimo de pedir revisiones de antecedentes penales en todo tipo de compraventa de armas o de prohibir la compra de armas a personas que, por sospecha de vinculación con el terrorismo u otros delitos graves, no se les permite viajar en una avión comercial. Ni siquiera porque la mayoría de los estadounidenses apoya un mejoramiento de la regulación de las armas de fuego.

Y esa exasperación es muy patente y dolorosa. Es el caso de Lori Alhadeff, cuya hija Alyssa, de apenas 14 años, fue una de las víctimas del tiroteo en la escuela de Parkland. Ella elevó un desesperado clamor al presidente Donald Trump. Como se reportó en CNN, Alhadeff dijo “presidente Trump, ¡por favor haga algo! Haga algo. ¡Necesitamos acción ahora! ¡Estos chicos necesitan seguridad ahora!”.

Trump dijo públicamente que la nación entera reza por las víctimas y dijo a sus familiares que “estamos aquí para ustedes, para lo que sea que necesiten, lo que sea que podamos hacer, para aliviar su dolor”. Luego, añadió que “ningún niño o maestro debería nunca estar en peligro en una escuela estadounidense. Ningún padre debería temer por sus hijos e hijas cuando les da un beso de despedida en la mañana”.

En contraste, también se ha difundido, en medios como The Independent, el caso de una joven llamada Sarah, que se afirma sería una estudiante de la escuela en Florida, que tras proferir un insultante calificativo contra el presidente le espetó en Twitter que “muchos de mis compañeros de clase están muertos. Haga algo en vez de hacer oraciones. Rezar no arreglará esto. Pero el control de armas prevendrá que esto pase de nuevo”. Ese mensaje ha tenido ya cientos de miles de RT en Twitter.

Pese a su retórica, Trump aún no ha hecho lo que muchas familias de las víctimas necesitan ni ha dado pasos para disipar ese miedo que sienten incontables padres y madres por sus hijos.

Las palabras de Alhadeff lo ponen muy claro: “presidente Trump, ¿ha dicho lo que puede hacer? Usted puede detener que las armas lleguen a las manos de estos niños… ¿Qué puede hacer? ¡Puede hacer mucho! ¡No es justo para nuestras familias que nuestros niños vayan a la escuela y sean asesinados!”.

Con todo, Trump nunca habló en su intervención sobre la tragedia de la escuela en Parkland sobre el tema de las armas y aunque aludió a la cuestión de las enfermedades mentales no dio detalles sobre lo que podría hacerse al respecto.

Una multitud acudió a una vigilia en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida, para rendir homenaje y compartir el dolor por las 17 personas asesinadas allí por un tirador armado de un rifle semiautomático. (Reuters)
Una multitud acudió a una vigilia en la escuela Stoneman Douglas High en Parkland, Florida, para rendir homenaje y compartir el dolor por las 17 personas asesinadas allí por un tirador armado de un rifle semiautomático. (Reuters)

En realidad, ni la presente Casa Blanca ni el Congreso han movido hasta ahora un dedo ejecutivo o legislativo, ni en esta ni en otras tragedias similares, en materia de control de armas. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, incluso lo ilustró con una idea peligrosamente cercana al equívoco discurso del extremismo pro armas.

Ryan dijo que el “terrible tiroteo” en la escuela de Parkland no debe dar pie a debatir sobre la “supresión de los derechos de los ciudadanos”. Al aquilatar toda noción de ampliación de las regulación de las armas con “supresión de derechos”, Ryan cierra la puerta a una solución viable cuando, en realidad, la Segunda Enmienda no se conculca o vulnera con acciones como una mayor revisión de antecedentes o con la prohibición de la venta de armas semiautomáticas.

En realidad, las propuestas de sentido común en materia de control de armas no tratan de prohibir o requisar todas las armas en el país ni de violentar el derecho a su posesión para la defensa personal, la caza o el tiro deportivo. No buscan vulnerar la Segunda Enmienda sino corregir distorsiones y excesos que han sido parte de los elementos catalizadores de matanzas y tragedias,

Algo similar sucede con quienes dicen que cuando se ha desatado una tragedia no es el momento de hablar sobre control de armas. Ciertamente no es el momento apropiado para ellos, pues quedan en patente debilidad argumental ante el dolor y la indignación ciudadana, pero sí lo es porque la misma sociedad, el clamor de las familias de las víctimas y la memoria de los fallecidos, lo exige. Porque el dolor de la tragedia presente y el temor de sufrir nuevas pérdidas levantan la legítima pregunta de hasta cuándo seguirá la pasividad ante este rudo tema y exigen comenzar a discutir el asunto de modo amplio y sustantivo.

El suprimido derecho a la vida de los inocentes asesinados, y el imperativo de prevenir que ese derecho vuelva a ser suprimido, mueve y justifica esa poderosa exigencia.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro