Retroceder hasta ocho siglos para vivir la Fiesta de Moros y Cristianos de Elda, en España

Retrocedimos en el tiempo hasta ocho siglos para vivir la Fiesta de Moros y Cristianos de Elda. Es una tradición, que cada año agrupa a miles de personas, para disfrutar de la generosidad del ambiente carnavalesco, que se precipita por las calles. La celebración tiene lugar anualmente por el mes de junio, y dura cinco días de jueves a lunes, a excepción de que coincida con la festividad del Corpus Christi.

Representación de la Reconquista en un evento callejero y multitudinario.
Representación de la Reconquista en un evento callejero y multitudinario.

Una cantidad considerable de los más de 50 mil habitantes de este pueblo español, situado al sur de la cálida Comunidad Valenciana, en la provincia de Alicante, se calzan y visten como los hombres, mujeres y niños que vivieron en la península ibérica, durante la ocupación musulmana y la resistencia cristiana.

Las vestimentas irradian ilusión, magia y fantasía. El maquillaje de los festeros es extraordinario, hecho con arte, gracia y una excentricidad que roza lo místico.
Las vestimentas irradian ilusión, magia y fantasía. El maquillaje de los festeros es extraordinario, hecho con arte, gracia y una excentricidad que roza lo místico.

Durante las cinco bulliciosas jornadas, los eldenses reviven hechos históricos que son teatralizados en las denominadas “embajadas”. A través de ellas, los emisarios de cada ejército, negocian la rendición de su contrario. Los primeros embajadores son los moros, que encuentran la resistencia de los cristianos y deciden batirse cuerpo a cuerpo. Y como la historia recoge, ante su caída, el bando cristiano recoge el guante y arremete contra sus enemigos musulmanes, recuperando el castillo y su hegemonía en España.

Los cristianos lucen cascos, yelmos, cotas de malla y capas que les cubren desde los hombros a los pies.
Los cristianos lucen cascos, yelmos, cotas de malla y capas que les cubren desde los hombros a los pies.

En resumen, es una representación de la Reconquista en un evento callejero y multitudinario, repleto de alegorías, que conforma un canto a las glorias pasadas, y que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, gracias a su singularidad.

La comparsería exhibe excéntricas y figurativas confecciones que transforman estas fiestas en un absoluto espectáculo monumental.
La comparsería exhibe excéntricas y figurativas confecciones que transforman estas fiestas en un absoluto espectáculo monumental.

Es obligado reseñar a los “alardos” que preceden a las “embajadas”. Son las diversas huestes que recorren las calles, disparando pólvora al aire con arcabuces, y alardeando de su potencial bélico, (de ahí su denominación), para retar al contrario. Esa mañana, las calles de Elda se cubren de humo blanquecino, y el estruendo de las explosiones nos acompañan hasta el mediodía; tiempo de ir al “cuartelillo” a tomar el aperitivo.

Este año se cumplen 80 años de la recuperación de una antiquísima costumbre, la de los Moros y Cristianos eldenses.
Este año se cumplen 80 años de la recuperación de una antiquísima costumbre, la de los Moros y Cristianos eldenses.

Los “cuartelillos” son los establecimientos donde se come y bebe en compañía de amigos y allegados, y su denominación tiene relación por supuesto, con esta contienda entre moros y cristianos. Estos locales, son bares y cafeterías que rebosan de parroquianos. Comparten sin remilgos copa y plato, y cualquiera es bienvenido. Es tiempo de fiesta. Son “festeros” los miembros de las Comparsas que gozan de esta particular romería; mientras que los “fiesteros” son los disfrutones, que lucen trajes relativos a la Fiesta pero no están afiliados a ninguna compañía.

Otras de sus raíces se asocian a la soldadesca del siglo dieciocho y principios del diecinueve, con sus arcabuceros “alardosos”.
Otras de sus raíces se asocian a la soldadesca del siglo dieciocho y principios del diecinueve, con sus arcabuceros “alardosos”.

Las vestimentas irradian ilusión, magia y fantasía. El maquillaje de los festeros es extraordinario, hecho con arte, gracia y una excentricidad que roza lo místico. Las armas y artefactos que cargan, están elaborados con maestría. No dejan nada a la imaginación.

El furor de los cientos de figurantes se transmite a las calles y materializa en las Comparsas, que actualmente son nueve: cinco del bando cristiano: Estudiantes, Contrabandistas, Cristianos, Piratas y Zíngaros; y las cuatro del lado moro: Marroquíes, Musulmanes Realistas y Huestes del Cadí.

Trajes de las Comparsas conservados en la sede de la Junta Central de Comparsas.
Trajes de las Comparsas conservados en la sede de la Junta Central de Comparsas.

Las chaquetillas bordadas y pantalones bombachos de telas satinadas son las más comunes. Vemos infinidad de gorros de fieltro rojo, usados antiguamente por los moros andalusíes de la alta sociedad marroquí, turbantes, zapatos artesanales de puntas puntiagudas… Los cristianos lucen cascos, yelmos, cotas de malla y capas que les cubren desde los hombros a los pies. La comparsería exhibe excéntricas y figurativas confecciones que transforman estas fiestas en un absoluto espectáculo monumental.

En el libro de José Blanes Peinado, “La Fiesta de Moros y Cristianos de Elda”¹, su autor, un festero de raza, recopila los fundamentos de este espectáculo, cuyo inicio se asienta en el siglo diecinueve. El nacimiento de esta romería tendría un componente divino, espiritual y liberalizador. Escribía el filósofo español Francisco Rodríguez Adrados que “es el despertar de la exaltación dionisíaca (que) arrastra con su ímpetu a todo individuo”.

Otras de sus raíces se asocian a la soldadesca del siglo dieciocho y principios del diecinueve, con sus arcabuceros “alardosos”; y las fiestas patronales con su espiritualidad. En 1864 durante las celebraciones patronales en Elda, bajo la advocación de San Antón, celebradas en febrero, se hacían los honores al Patrón al unísono de las lides entre Moros y Cristianos.

Es cierto que estas festividades decaerían a finales del siglo XIX sin aún esclarecerse el motivo con certeza. No resurgirían hasta muchos años después. En enero de 1944, mientras el pueblo disfrutaba de sus fiestas patronales de San Antón Abad, informalmente se juntó un grupo de vecinos, disfrazados en algunos casos, portando arcabuces; indumentaria que se procuraron alquilándola, o pidiéndola prestada a vecinos de poblaciones colindantes.

Este año se cumplen 80 años de la recuperación de una antiquísima costumbre, la de los Moros y Cristianos eldenses. Lo atestigua la foto que atesora la Junta Central de Comparsas situada en una de las calles más frecuentadas de este dinámico pueblo, que se precia de rendir culto a la memoria, y sus vecinos producen uno de los mejores calzados españoles, esparcidos ya por medio mundo.