El reto demográfico: ciudadanos más ingeniosos y servicios adaptados

Oliete/Benasque (España), 2 feb (EFE).- La lucha contra la despoblación es una "carrera de fondo" y un "proceso a largo plazo", un tema complejo que se ha colocado en el centro de la agenda pública española con sus propias reivindicaciones, que pasan por dejar de legislar para el medio rural desde las grandes ciudades o por impulsar servicios adaptados al territorio.

Entre tanto, los ciudadanos ofrecen iniciativa, innovación y mucho ingenio ante una realidad que pide ser tenida en cuenta en los debates de la Conferencia sobre el Futuro de Europa (CoFoE).

Aragón es una comunidad autónoma que ocupa el 10 por ciento del territorio español pero en la que apenas vive el 2,8 % de la población, 1,3 millones de habitantes de los que el 51 % se concentran en Zaragoza, lo que hace que la densidad de población sea de 27,4 habitantes por kilómetro cuadrado.

En Aragón, 521 de sus 731 municipios están por debajo de lo que se considera desierto demográfico: 10 habitantes por kilómetro cuadrado.

En muchos de estos lugares, la iniciativa ciudadana lleva décadas supliendo a un perenne abandono institucional que solo ahora parece estar revirtiéndose.

Aurelio García es el director de la Escuela de Negocios del Pirineo (Esnepi), una entidad que nació en Benasque en 2008, a iniciativa del empresario Carlos Barrabés, famoso por su marca especializada en deportes, y que pretende generar modelos de innovación y apoyar procesos de desarrollo sostenible en territorios rurales.

INNOVACIÓN PARA QUE SUCEDAN COSAS DISTINTAS

Innovación es la palabra clave. Y mirar al medio rural “con otros ojos”, dice. Permitir que sucedan cosas distintas, para lo que es necesario flexibilizar los marcos regulatorios, no saltárselos, sino entenderlos de otra manera más adecuada que favorezca el surgimiento de nuevas iniciativas y oportunidades.

Como ejemplo se puede mirar a la Asociación Guayente, en el mismo valle de Benasque, que cuenta con 45 trabajadores en la actualidad. Se fundó en 1981 para identificar y solucionar las carencias de este territorio pirenaico.

Héctor Rodríguez es el director del centro El Remós, proyecto de la Asociación Guayente, para la atención a personas con diversidad funcional. Cuenta, orgulloso, que la labor del centro ha evitado que muchas familias con personas con discapacidad, en diversos grados, hayan tenido que emigrar a núcleos de población más importantes.

Coincide con Aurelio García en que en el medio rural hay “muchos hándicap”, pero la iniciativa social siempre ha encontrado la forma de superarlos. Aún así, reconoce que las leyes están hechas “para modelos urbanos”.

Además de prestar en el valle un servicio que no existía para un colectivo de personas muy vulnerables, que pueden ser atendidas cerca de sus casas, ha posibilitado la llegada de empleados, y sus familias, a la zona.

Como la de Pilar Orna y Carlos Gaudioso, zaragozanos recién aterrizados en la cuarentena que viven en Benasque con sus dos hijos, de 8 y 5 años, desde 2008.

Él, arquitecto técnico, se fue haciendo un hueco gracias a su máster en Bioconstrucción. Ella llegó a trabajar en el centro El Remós que, dice, ha dado soluciones a la gente, que ya no se tiene que desplazar para prestar un servicio de calidad a sus seres queridos.

Carlos abunda en que, a pesar del teletrabajo, que ayuda, hay determinados sectores profesionales que no tienen hueco en el medio rural y reconoce que el valle de Benasque está “demasiado polarizado hacia el turismo”, que es muy estacional.

En un valle en el que hay “muchísimos niños”, no han echado nada en falta, excepto, quizá, la atención pediátrica y tener el hospital más cercano, el de Barbastro, a una hora y cuarto.

EL TRIPLE IMPACTO DE RECUPERAR OLIVOS CENTENARIOS

A 311 kilómetros de Benasque, en una ruta que, como casi todo en Aragón, pasa por Zaragoza, está Oliete, un pueblo de 343 habitantes en Teruel, en la comarca Andorra-Sierra de Arcos, en el corazón de la España más despoblada.

Allí, hace siete años, cinco jóvenes de la zona fundaron apadrinaunolivo.org, un proyecto transformador que pivota en torno a los casi 100.000 olivos centenarios, abandonados, que trufan las colinas de toda la comarca.

Se pusieron en contacto con los propietarios de estos olivos abandonados, de la variedad 'manzanota', consiguieron un “acuerdo de custodia” para cuidar a muchos de estos ejemplares, recurso natural endógeno con muchísimos beneficios medioambientales, y ofrecieron a la ciudadanía que los apadrinara.

Más de 6.000 personas se han involucrado ya en esta experiencia, que ha permitido recuperar 12.000 árboles y generar quince puestos de trabajo fijos.

Sira Plana es una de las cofundadoras del proyecto. Llama “héroes del cambio” a las madrinas y padrinos, que con 50 euros anuales pueden seguir la evolución de su olivo en la web, visitarlo y catar su aceite, con impacto por tanto en la restauración y hostelería de la zona.

Buscan un “triple impacto”: el medioambiental; el social, con la generación de oportunidades para personas en exclusión socio-laboral y con discapacidad que trabajan en las distintas vertientes del proyecto, y el desarrollo rural sostenible.

SALVAR LAS ESCUELAS

La pérdida de servicios básicos tales como el médico o el colegio aceleran el camino que anda un pueblo en riesgo hacia el olvido y la desaparición. En 2016, el colegio de Oliete estuvo a punto de cerrar. Apadrinaunolivo.org incorporó a su almazara a una persona con niños, la escuela se mantuvo abierta y hoy día hay 17 críos en dos aulas.

Lo mismo han hecho este curso en el cercano pueblo de Alacón. Allí ya se había anunciado el cierre de la escuela, pero desde apadrinaunolivo.org, que también ha puesto en marcha una conservera en este municipio, hicieron un llamamiento, facilitaron la instalación en la localidad de una familia con siete hijos y otro en camino, a cuyo padre dieron trabajo, y el colegio sigue abierto.

Cerrar una escuela es una señal, “inequívocamente un desastre para un pueblo”, porque se impide que se fije población, según Plana, quien califica de “utopía” las posibilidades de reabrirla. Y eso que los entornos rurales “están llenos de oportunidades”.

Desde este rincón de Teruel también apuestan por el ingenio para revertir el problema de la despoblación en unas zonas en las que, reconoce Plana, se echan muchas cosas de menos.

"Los años nos han demostrado que no debemos de seguir esperando", enfatiza, aunque también asegura que estaría "genial" tener apoyos institucionales, ciertas recompensas, ventajas, apoyos... que contribuirían a exportar modelos de éxito como este y generar más impacto.

LEYES PARA EL MEDIO RURAL

Pero al final, coincide con los habitantes del norte, los puestos de decisión están en los despachos de grandes ciudades y no tienen en cuenta a los pueblos.

No se piensa en cómo una ley o una norma afectan al entorno rural, y por eso reclama estudios transversales, excepcionalidades y un análisis sobre si esas decisiones son injustas o atentan contra la igualdad de oportunidades. “Las leyes están pensadas en entornos urbanos y a veces encajan, y a veces no”, corrobora, desde Benasque, Aurelio Gracia.

Oportunidades que, volviendo al Pirineo, ha sabido aprovechar Juan Manuel Lamora, de Casa Manolet, que tiene en Sahún un rebaño de vacas de ganadería extensiva.

Gracias al proyecto Ixorigué, que nació en red con la participación de una empresa tecnológica de Casteldefels cuyo director es ribagorzano, Lamona es uno de los ganaderos que ha digitalizado sus reses con un collar con GPS. Un ejemplo de cómo generar economías basadas en lo tecnológico en el medio rural.

Ahora, el de Casa Manolet sabe en todo momento dónde están sus vacas cuando es la época de pacer en el monte. Sabe cuándo están de parto o en celo, y eso le evita grandes caminatas y sustos.

Y eso que es pesimista con el futuro de la ganadería en zonas de montaña, por su escasa rentabilidad. Apuesta por el turismo, para el que los agricultores y ganaderos ejercen de “jardineros”, pero sin el que en un territorio como el valle de Benasque, dice, no habría ni escuelas ni centro de salud ni gente.

Aurelio García destaca que este proyecto, impulsado por Esnepi, ha generado un modelo que permite que los habitantes de la zona vivan no necesariamente de sus recursos endógenos.

Aplicando la innovación, si las cosas salen bien, “que fácil no es”, se puede conseguir, agrega, crear modelos que permitan vivir y no necesariamente de lo que hay en el entorno, creando mucho empleo y ayudando a los ganaderos, y a sus vacas, incluso si están a miles de kilómetros de distancia.

Cerca de Sahún, Arturo Lanau, presidente de la Asociación de Productores de la Patata de Chía, recoge a sus dos hijos en el bus del colegio y después explica este proyecto, que cobra vida a 1.162 metros de altitud, lo que junto a las técnicas de cultivo tradicionales, que aún utilizan la tracción animal en lugar de la mecánica, confiere a este producto características únicas en sabor y textura.

Siete personas se dedican a esta actividad, de forma complementaria y sin inversión previa, y producen 130.000 kilos al año que se venden en Zaragoza, Huesca y Lérida y también por internet.

LA TENDENCIA DE BUSCAR LO AUTÉNTICO

Todas estas son iniciativas que marcan una tendencia que “no es fácil que dé resultados”, insiste Aurelio García. La solución vendrá cuando muchas personas trabajen en esa línea y, con sus aciertos y sus errores, se instauren nuevos procesos.

Es, por lo que dice, un momento de “grandes oportunidades” para el medio rural, aunque sigue habiendo muchas cosas que les desfavorecen, como la concentración del talento en las grandes urbes.

Frente a ello, apunta, hay que destapar las tendencias que buscan lo auténtico, lo original, lo saludable, vivir de otra manera, en armonía con la naturaleza. Todos estos vientos a favor contrarrestan los que vienen en contra, zanja.

Isabel Poncela

(c) Agencia EFE