Reseña: J.Lo se dirige a una nueva galaxia para una historia de amor en “Atlas”

Seamos claros, cuando se trata de Jennifer Lopez, se trata de una historia de amor. Siempre es la historia de amor.

J.Lo, la estrella pop, canta sobre el amor reavivado en su último álbum, “This is Me … Now”. J.Lo también es asidua a las comedias románticas, ha hecho películas sobre la búsqueda del amor (incluida la película extremadamente autobiográfica con el mismo título que su álbum).

J.Lo la diosa-celebridad de la vida real también aparece en innumerables titulares sobre ... ¿Qué más? El amor, para bien o para mal.

Y si te decimos que en “Atlas” J.Lo interpreta a una analista de datos que viaja a un planeta poblado por malvados robots de inteligencia artificial (IA) que se preparan para extinguir a la humanidad, tu única pregunta realmente debería ser: ”¿Qué hay de la historia de amor?”.

¡Me alegro de que lo preguntes! Porque sí hay una, pero puede que no sea con un humano. De hecho, puede ser con un programa de computadora. Pero la hay. Porque “Atlas”, una epopeya de ciencia ficción a menudo ridícula con diálogos más cursis que el algodón de azúcar, aunque también con un corazón de oro humano a la antigua, es un filme de J.Lo. De principio a fin.

Le daremos algo de crédito a los cineastas: “Atlas”, dirigida por Brad Peyton (“San Andreas”) es oportuna. Y no sólo porque López ha estado en las noticias últimamente, sino porque el tema es la IA, que ha estado en las noticias incluso más que Bennifer.

Comenzamos nuestra historia en la Tierra, bastante lejos en el futuro, en un momento en el que alguien puede decir ”¿Recuerdas que solía haber cosas llamadas teléfonos inteligentes?” y todos se ríen. Un montaje de noticias nos informa que las cosas no han ido bien para la raza humana. La IA, creada para hacer avanzar a la humanidad, se ha vuelto en su contra, matando a más de 1 millón de civiles.

El malvado líder de la IA es Harlan (Simu Liu), quien después de traicionar a la humanidad ha escapado a un lugar desconocido lejos de la Tierra. Pero cuando un socio suyo, Casca, es capturado en la Tierra, el jefe del ICN, una coalición de naciones que luchan contra la amenaza de la IA, llama a Atlas Shepherd (Lopez) para que lo ayude a interrogarlo. ¿Quién mejor que la mujer que ha dedicado su vida a la caza de Harlan?

Aprendemos que Atlas no es una persona feliz. Además, es adicta al café y odia, odia absolutamente, la IA, por razones desconocidas.

De todos modos, Atlas hábilmente se las arregla para obtener la ubicación de Harlan gracias a Casca, y pronto se encuentra rogando unirse a una misión a su lejano planeta para capturar al malvado robot, con quien comparte una misteriosa conexión pasada. Al principio, el comandante de la misión, Banks (Sterling K. Brown), se opone enérgicamente, pero cambia de opinión rápida y lógicamente. (Tanto Liu como Brown merecen papeles mucho mejores que los genéricos y sin vida que se les dan).

Pronto se dirigen al GR-39 en la galaxia de Andrómeda, donde los guardabosques espaciales del ICN caen en una desastrosa trampa tendida por Harlan. Es aquí donde Atlas conoce a la otra persona más importante de la película, bueno, no a una persona. Es su software de inteligencia artificial, quien demuestra ser su aliado crucial una vez que Atlas se ve obligada a aterrizar de emergencia, con su traje de batalla mecanizado, en el planeta.

La cuestión clave es el fomento de la confianza. Atlas, como decíamos, no confía en la IA. Pero a medida que los dos se conocen, el software se entrega (tiene una voz masculina “predeterminada”) y revela su nombre: Smith.

Atlas: ”¿Era necesario?” Smith: “Los nombres crean una reacción emocional”. Atlas: “Eres un programa informático”.

El plan consiste en encontrar a Harlan, derrotar su cobarde plan para destruir a la humanidad y salir del planeta, todo mientras se mantiene con vida. A cada paso, Smith informa a Atlas con todos los datos a su disposición de cuán remotas son las probabilidades. Esto da lugar a algunas bromas divertidas mientras Smith, con la voz de Gregory James Cohan, “aprende” el sarcasmo y el humor.

En cuanto a Atlas, necesita aprender a bajar la guardia, o más bien, sus paredes cerebrales. Su desconfianza en la IA la lleva a rechazar obstinadamente (al principio) las súplicas de Smith de usar el “enlace neuronal”, una vía hacia los cerebros de los demás, que mejorará enormemente las posibilidades de supervivencia de Atlas, combinando su capacidad analítica con el acceso a los datos de Smith.

Harlan no aparece hasta la mitad de la película, y pronto aprendemos algo sobre el trágico pasado que comparte con Atlas. En cualquier caso, es Smith, no Harlan, quien finalmente evoca el sentimiento real de Atlas, y le da a Lopez la oportunidad de emocionarse, lo que hace razonablemente bien, dado el diálogo mediocre. Se podría decir que es un triángulo futurista: humano, IA mala, IA buena.

¿Quién ganará? Nuestro protocolo, como diría Smith, no nos permite hacer spoilers. Pero puedes adivinar una idea que emerge con luz propia: es una palabra de cuatro letras que comienza con “A” y termina con “R”.

“Atlas”, un estreno de Netflix, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por violencia fuerte de ciencia ficción, acción, imágenes sangrientas y diálogos fuertes”. Duración: 118 minutos. Una estrella y media de cuatro.