Tras la resaca electoral, la necesidad de una política económica de futuro

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“Las promesas que hicieron ayer los políticos son los impuestos de hoy”.

William L. Mackenzie King, abogado y político estadounidense

 

Durante el apogeo de las campañas presidenciales, los candidatos compiten por presentarse como la mejor opción para liderar el país, prometiendo resolver desde problemas económicos hasta cuestiones de seguridad y educación. Sin embargo, la realidad es que no todas las promesas son realizables. A menudo, los discursos idealistas tienen como objetivo principal atraer a sectores sociales específicos, sin ofrecer una estrategia clara y factible para obtener los recursos necesarios para cumplirlas.

Los candidatos podrían estar considerando reformas significativas para enfrentar estos desafíos presupuestarios, pero lo que prevalece es el continuo espectáculo electoral. Los ciudadanos, por su parte, deberán lidiar con las consecuencias económicas, como posibles aumentos de impuestos.

Además, en el actual estado de las finanzas públicas de México se proyecta un déficit público considerable (el actual gobierno cerrará el año 2024 con un déficit del 5.9% del Producto Interno Bruto [PIB], que contrasta con el 2.20 % registrado en 2018), lo que puede llevar a un escenario con inflación y a una creciente deuda pública. Esta última pasó de 43.6 % en 2018 a 48.8 % del PIB en 2024, de acuerdo con los Criterios Generales de Política Económica 2024 (CGPE); sin embargo, cálculos del FMI la ubican en 55.6 % del PIB al cierre de la actual Administración federal. El aumento de la deuda soberana deriva en una carga per cápita que pasó de $83,747 en 2018 a $126,917 en 2024, según cálculos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) con base en datos de la Secretaría de Hacienda.

No es realista esperar que los gobernantes asuman solos el costo de estos retos económicos; será la ciudadanía y los recursos nacionales los que tendrán que soportar estos costos. Las promesas de campaña, que a menudo ignoran las realidades económicas y fiscales, pronto mostrarán sus efectos en la economía personal de los votantes y en su seguridad laboral futura.

Es esencial examinar el contexto político, social y económico actual del país para comprender mejor nuestra situación y determinar los pasos a seguir. Superar la resaca electoral y centrarse en los indicadores económicos clave, como el crecimiento del PIB, la tasa de desempleo, la inflación, y considerar aspectos sociales como la distribución del ingreso y la calidad de la educación y la salud pública, son pasos fundamentales.

Los candidatos deben ahora identificar los principales desafíos y oportunidades del país, formular estrategias viables y políticas realistas que aborden los problemas urgentes y explorar áreas con potencial para sustentar el desarrollo y crecimiento futuros.

Aún estamos a tiempo de construir una narrativa que permita a la realidad definir los pasos a seguir, enfrentando los problemas sociales, económicos y políticos más apremiantes. Es crucial renovar nuestro entusiasmo no mediante la polarización, sino a través de la colaboración y cooperación entre todos los sectores, buscando cambios positivos que permitan el avance del país.

* Elio Villaseñor Gómez es director de Iniciativa Ciudadana para la Promoción del Diálogo A. C. (@Iniciativa_pcd).