Repugnante: Libros sobre Celia Cruz y Roberto Clemente entre los censurados por Florida | Opinión

Estimados padres de la Florida que destruyen la educación pública,

Espero que sus hijos estén leyendo esto a sus espaldas, porque ustedes les están fallando.

No pasa una semana sin que el gobernador Ron DeSantis y el Departamento de Educación de la Florida desplieguen otra artimaña ofensivamente represiva. Y no puedo evitar que esos actos me transporten a dos de mis muchas vidas pasadas: la infancia en Cuba y la maternidad en Miami.

Ninguna de ellas era para cobardes. Pero esta era republicana en la Florida es francamente aterradora.

El último acto infame es la toma por los republicanos del pequeño New College of Florida, de artes liberales en Sarasota, foco ardiente de madres empeñadas en censurar nuestro consumo cultural.

La fórmula de atiborrar la Junta de Síndicos con seguidores de la agenda republicana para promover la ideología de la derecha es una repetición del golpe de estado consolidado en 2019 en el Miami Dade College, la institución de educación superior más grande del país. Cuenta con el mismo elenco de protagonistas: DeSantis y su comisionado de educación, Manny Díaz Jr.

Un avance rápido al 2023, y tenemos madres que acosan a educadores en las reuniones de juntas escolares, que financian las campañas de los políticos, y declaran censurables y prohibidos con éxito libros en las escuelas, como “The Bluest Eye” (El ojo más azul) de la ganadora del Premio Nobel Toni Morrison. Es la historia de una niña afroamericana que busca su lugar en el mundo.

A millones de niños en Cuba, como a mí, todavía se les prohíbe el acceso a cierto tipo de libros. Y ahora a los 3 millones de niños de la Florida les sucede lo mismo.

Que esto nos penetre la mente.

El hecho de que DeSantis ejerza control político sobre la educación y castigue a cualquiera que no esté de acuerdo con él, incluyendo la megacorporación Disney, debería provocar escalofríos de pánico en cualquier miamense que haya huido de regímenes autoritarios.

Encantados con la censura

Pero, por el contrario, los padres de la Florida, incluyendo a los cubanos y latinoamericanos que deberían saber de qué se trata, están encantados con la censura.

Me recuerda mi escuela en Matanzas, tomada por un hombre con una ideología. La renombró Escuela 26 de Julio por su movimiento guerrillero.

Al igual que DeSantis, Fidel Castro también afirmaba que lo que estaba haciendo se llamaba liberación.

Pero, “Mamás por la libertad,” ustedes no me engañan. Están ayudando e instigando la intromisión del gobierno en la educación, lo cual es muy similar a lo que viví en el régimen comunista.

Ustedes no son valientes. Son débiles y funcionan con el combustible de los bullies, el miedo, para crear ambientes hostiles para los maestros y los administradores. Exigen aulas desinfectadas y hechas a la medida de solo cristianos y la prohibición de libros que ayuden a algunos niños a sentirse menos solos.

Como soldados de infantería de DeSantis, están secuestrando la educación, desde el jardín de infantes hasta el campus universitario.

Al prohibir libros sobre las minorías y discusiones sobre identidad de género, lo que hacen los padres como ustedes es renunciar a su primordial responsabilidad: criar a sus propios hijos, y dejar que yo, y no el estado, me encargue de la crianza de los míos.

Muchos de nosotros en el sur de la Florida hemos padecido idiotas útiles como ustedes.

Cuando se corrió la voz a principios de la década de 1960 en La Habana de que las reformas de Castro incluirían que los padres entregaran al nuevo gobierno su “patria potestad”, el derecho a tomar decisiones por sus hijos, se produjo un éxodo secreto de niños cubanos que viajaban solos.

Censor cubano-americano

Es irónico que Díaz Jr., el comisionado de educación de DeSantis, hijo de exiliados cubanos, de 49 años, nacido en Hialeah, esté liderando la embestida para instalar en Florida el tipo de gobierno ideológico del que nuestros padres huyeron.

Es particularmente repugnante que, bajo la supervisión de Díaz Jr., los censores de las escuelas del condado de Duval puedan salirse con la suya al prohibir la dulce biografía para niños de un ícono de la música cubana: “Celia Cruz, la reina de la salsa”, de Verónica Chambers y Julie Maren. Y también la historia de vida de un gran beisbolista puertorriqueño cuyo nombre lleva un parque de Miami: “Roberto Clemente: Orgullo de los Piratas de Pittsburgh” por Jonah Winter y Raúl Colón.

Muchos de los 176 libros que Duval prohibió, muchos títulos premiados, tienen una característica en común: plasman las vidas, luchas y triunfos de modelos para imitar, de minorías o niños que son minorías.

La mayor parte son personas de color.

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No es sorprendente ver los prejuicios exhibidos descaradamente en una ciudad como Jacksonville, que todavía se aferra a algunos de sus ofensivos monumentos confederados. Esto es lo que sucede cuando los que están a cargo dan alas al fanatismo.

El blandengue Díaz Jr. y DeSantis deberían asumir la responsabilidad, al igual que los padres que presionan a favor de esta debacle.

Padres como ustedes están entregando la responsabilidad de criar a sus hijos al estado.

Pero si más o menos a los 8 años ustedes no han establecido la comunicación franca que necesitarán para enfrentar la adolescencia, puedo decirle por experiencia que ninguna orden ejecutiva de DeSantis, ningún mandato de Díaz Jr., y ninguna ley aprobada por la Legislatura —les facilitarán la crianza de los hijos.

No pueden ocultar los aspectos complejos de la vida a sus hijos para siempre. Todo lo que están haciendo es desempeñar un papel en el desmantelamiento de nuestra democracia. Y una vez perdida, llevará toda la vida restaurarla.

DeSantis está haciendo todo lo posible para debilitar la nuestra. Mientras escribo estas líneas, él está liderando una discusión sobre cómo facilitar las demandas contra las empresas de medios, exactamente lo mismo que hizo Castro para consolidar el poder: destruir la prensa libre.

Inspiración para tiempos difíciles en la educación de Florida: el escritorio de la columnista del Miami Herald, Fabiola Santiago, cuenta con un viejo imán que dice “La maternidad no es para débiles”, fotos de sus padres exiliados cubanos y su primer premio de periodismo de la Escuela Secundaria de Hialeah. Fabiola Santiago/fsantiago@miamiherald.com
Inspiración para tiempos difíciles en la educación de Florida: el escritorio de la columnista del Miami Herald, Fabiola Santiago, cuenta con un viejo imán que dice “La maternidad no es para débiles”, fotos de sus padres exiliados cubanos y su primer premio de periodismo de la Escuela Secundaria de Hialeah. Fabiola Santiago/fsantiago@miamiherald.com

En mi escritorio, debajo de mi primer premio de periodismo —Hialeah High School, 1977— y junto a los retratos de mis padres exiliados, se encuentra un imán de refrigerador que inspiraba mi maternidad. Es la caricatura de una mujer con ropa deportiva, sosteniendo guantes de boxeo color azul bebé, su cabello desordenado y una gran sonrisa en su rostro.

“La maternidad no es para cobardes”, declara.

Tampoco lo es la educación —o el periodismo— en la época de Ron DeSantis.