Algunos republicanos quieren prohibir el uso de la palabra ‘latinx’ y estos demócratas latinos están de acuerdo

Marvin Estrada, cocinero en Stamford, Connecticut, el 8 de febrero de 2023. (Luis Diaz/The New York Times)
Marvin Estrada, cocinero en Stamford, Connecticut, el 8 de febrero de 2023. (Luis Diaz/The New York Times)

Cuando los demócratas en Connecticut presentaron un proyecto de ley para prohibir la palabra “latinx” de los documentos gubernamentales, encontraron aliados improbables: republicanos que incluyen a la gobernadora de Arkansas Sarah Huckabee Sanders, quien prohibió que se usara “latinx” en los documentos estatales como su primera acto oficial.

Sus motivos son distintos: los conservadores argumentan que la palabra, acuñada hace unos 20 años como un término inclusivo y de género neutro para describir a las personas de ascendencia latina, es un producto de la promoción liberal de “conciencia social”. Pero el proyecto de ley que se está tramitando en Hartford fue presentado por varios miembros demócratas del caucus negro y puertorriqueño. Argumentan, entre otras cosas, que la palabra adaptada al inglés corrompe el español y, al hacerlo, se convierte en un acto de apropiación cultural.

La situación ha dado lugar a algunas de las alianzas más extrañas en las guerras culturales. Sanders, que inició la prohibición en su estado en enero, dijo que el término “latinx” era “étnicamente insensible y un lenguaje peyorativo”. Por la misma época, también prohibió la enseñanza de la “teoría crítica de la raza” en las escuelas de Arkansas y el uso de TikTok en los dispositivos estatales, declaraciones que han marcado el tono de su administración conservadora.

“No se puede eliminar fácilmente el género del español y otras lenguas romances como no se pueden eliminar las vocales y los verbos del inglés”, dijo.

En Connecticut, donde el proyecto de ley prohibiría el uso de “latinx” en los documentos del gobierno y de educación estatal, el representante estatal Geraldo Reyes júnior, quien presentó la medida, calificó el término de “ofensivo e innecesario” en un comunicado. “El idioma español existe desde hace 1500 años, e identifica el género masculino, femenino y neutro”, dijo.

Reyes, que representa a Waterbury, citó el uso reducido de la palabra en los países latinoamericanos y la falta de debate generalizado en torno a su adopción inicial.

Victoria Almazan, estudiante de psicología en la Universidad de Connecticut, en Stamford, Connecticut, el 9 de febrero de 2023. (Luis Díaz/The New York Times)
Victoria Almazan, estudiante de psicología en la Universidad de Connecticut, en Stamford, Connecticut, el 9 de febrero de 2023. (Luis Díaz/The New York Times)

Su personal dijo que el término se ha utilizado en documentos del gobierno estatal, pero con poca frecuencia.

Dijo que no pretendía que la legislación que proponía fuera divisoria, pero el uso de la palabra ha suscitado un apasionado debate desde Connecticut hasta Arkansas y más allá sobre la palabra “latinx”, el valor del lenguaje inclusivo y la idea misma de prohibir palabras específicas.

El término “latinx” surgió a principios de la década de 2000. Sus orígenes precisos no están claros: surgió del mundo académico o de los activistas, o quizá de ambos.

Se creó para referirse a una característica del español que no existe en inglés: el español es uno de los muchos idiomas en los que las palabras tienen género y la terminación masculina (en este caso, “latino”) se utiliza normalmente para referirse a un grupo en sentido amplio, aunque este incluya a personas de ambos sexos.

La x en “latinx” cumple una función similar a la de Srx., la versión de género neutro de los honoríficos Sr. o Sra.; crea una alternativa a “latino” y “latina”. La palabra apareció por primera vez en el diccionario Merriam-Webster en 2018. Hay términos alternativos, como “latine” e incluso “latin@”.

“El origen se refería en específico a las personas que no querían ser encasilladas en los binarios tradicionales de género, pero ahora se trata de la cultura hispana en general”, explicó Orin Hargraves, profesor de semántica de la Universidad de Colorado Boulder. “Coincide con todo lo que ha estado sucediendo desde el cambio de siglo de igualar el género, el movimiento #Yotambién, todo eso junto es un gran contenedor en el que puedes poner ‘latinx’“.

Meilene Belmont, directora de servicios para personas transgénero de Translatinx Network, un grupo de defensa y apoyo para personas trans con sede en Nueva York, adopta el término por su sentido de inclusión. Dijo que “latina” es su término preferido como mujer transgénero, aunque valora “latinx” para los compañeros que se sienten de otra manera.

“Me parece que ‘latinx’ es para todos, para cualquier persona que se identifique como trans, gay, bisexual, cisgénero, para cualquiera”, afirmó Belmont. “La x al final es para todos”.

Algunos críticos, como el representante demócrata de Arizona Ruben Gallego, han manifestado su inconformidad con el término, rechazan “latinx” no debido a que busca ser un término inclusivo, sino, porque, según él, fue impuesto por personas ajenas a una comunidad. En una entrevista, Gallego afirmó que le pidió a su personal que no lo usara.

A otros les molesta el uso de la “x”: no es una terminación plural original de la lengua y argumentan que la inclusión de esa letra es un blanqueamiento de una palabra castellana. La Real Academia de la Lengua Española, que supervisa el diccionario más autorizado de la lengua, no ha aprobado este uso.

Pero los intentos de restringir el idioma por decreto gubernamental también han suscitado críticas.

“Ninguno de estos términos: hispano, chicano, latino, latinx, latine, latinoamericano, incluye a todos en nuestra comunidad”, afirmó en una declaración John Lugo, director de la Unidad Latina en Acción, una organización de defensa de los trabajadores en Connecticut. El activista considera que el esfuerzo de Connecticut para prohibir el término es “un ataque a nuestra diversidad”.

“No deberíamos controlar el lenguaje que la gente utiliza para describir su identidad”, dijo Lugo.

La palabra “latino” se incluyó por primera vez en el censo estadounidense en el año 2000; antes de eso, a partir de 1980, las preguntas de la encuesta sobre etnicidad utilizaban la palabra “hispano”.

“En aquel entonces, surgieron conversaciones similares sobre la adecuación de dicho término”, recordó Mark Hugo Lopez, director de la investigación sobre raza y etnicidad de los Centros de Investigación Pew. En aquel momento, los críticos argumentaron que “hispano” era una etiqueta impuesta a la gente, y no algo que ellos mismos eligieran. Hoy en día, los encuestados por el Centro Pew sobre cómo se definen a sí mismos prefieren el país de origen, como mexicanoestadounidense o cubanoestadounidense, dijo López.

Algunas preocupaciones sobre “Latinx” evocan aquel debate de los años ochenta: “Es un término muy blanco y un término blanco no debería representar a una población no blanca”, dijo Victoria Almazan, de 20 años, estudiante de psicología en la Universidad de Connecticut, a favor del proyecto de ley para eliminar el término en ese estado (también hay un movimiento en los países hispanohablantes para crear alternativas de género neutro). Los republicanos de Arkansas, añade Almazan, también tenían razón, pero por razones equivocadas.

“Creo que la inclusión es importante, pero es mejor encontrar una palabra diferente”, dijo.

A pesar de todo el debate político y académico, “latinx” parece preocupar poco a muchas personas que se describen a sí mismas como latinas o hispanas. Eso se debe sobre todo a que muy poca gente lo conoce: según una encuesta de 2019 realizada por el Centro de Investigaciones Pew, solo una cuarta parte de los hispanoamericanos estaban familiarizados con el término y solo el 3 por ciento lo usaba para referirse a sí mismos.

Unos dos años después, una encuesta de Axios-Ipsos Latino realizada en colaboración con Noticias Telemundo mostró que alrededor de la mitad de los encuestados de origen hispanohablante no tenían objeciones a que se refirieran a ellos como latinx.

“Si es más inclusivo, es algo bueno, no veo nada malo en ello”, dijo Marvin Estrada, de 34 años, cocinero en un restaurante local, una tarde reciente en Stamford. “Pero sinceramente, no había oído la palabra hasta hoy”.

c.2023 The New York Times Company

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Miami va por buen camino para ser el centro de series y películas en español