Los republicanos y su actitud antigay son derrotados en el Congreso y en Florida | Opinión

Los republicanos de la Florida persiguieron y deshumanizaron sin piedad a la comunidad gay durante la última temporada legislativa. Pero, la semana pasada, ganó el amor.

Y, de manera tan grande y obligatoria que los políticos provinciales no lo pueden usurpar.

El jueves, el Congreso aprobó la Ley de Respeto al Matrimonio, legalizando el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país en una votación tibia, de 258 a 169, pero de todas formas bipartidista.

Al codificar el matrimonio homosexual como la ley del país (el presidente Joe Biden dijo que pronto firmará el proyecto de ley), la Cámara protegió el preciado derecho a constituir legalmente una familia, de ser despojado por la conservadora y politizada Corte Suprema de Estados Unidos.

Inconcebiblemente, entre los 39 republicanos que votaron a favor de la ley, que también reconoce el matrimonio interracial, solo hubo un miembro del Congreso del sur de la Florida que votó Sí: Carlos Giménez.

Su distrito incluye todo el condado de Monroe, donde Cayo Hueso es conocido internacionalmente como uno de los principales destinos amigables para los gais, y el suroeste de Miami-Dade.

La congresista María Elvira Salazar, quien representa a Coral Gables, cada vez más derechista y políticamente histérica, y Mario Díaz-Balart, cuyo distrito se extiende desde el área roja de MAGA de Hialeah-Miami Lakes hasta Naples, cambiaron sus votos anteriores del Sí— emitidos antes de las elecciones intermedias del 8 de noviembre cuando estaban en campaña de reelección— al No.

Así, descaradamente, mintiéndole a los votantes.

La comunidad LGBTQ+ deberá recordar con qué facilidad estos miembros de la Cámara descartaron sus intereses vitales y se negaron a proteger la santidad de la vida familiar.

Pero supongo que al menos podemos estar agradecidos de que ni Salazar ni Díaz-Balart irrumpieran en la Cámara de Representantes con una llorosa oratoria homofóbica contra el matrimonio homosexual como lo hizo la representante de Missouri, Vicky Hartzler.

“Este es otro paso más hacia el objetivo de los demócratas de demoler la familia tradicional, silenciar las voces de la fe y desbaratar permanentemente la base, tejida por Dios, de nuestro país”, dijo Hartzler antes de la votación.

Nada podría estar más lejos de la verdad.

Hay muchas corrientes religiosas que apoyan el matrimonio homosexual, pero la de ella no. Y si crees que este país fue realmente “tejido” por Dios, su hermosa creación también incluyó personas homosexuales. Así ha sido desde el comienzo de la humanidad.

Voto por la afirmación de la familia

Al asegurar el matrimonio de todos, los demócratas afirmaron la vida familiar tradicional de personas como el autor de bestsellers, Armando Correa, padre de tres hijos, cuya vida familiar con su pareja de 37 años es sólida, hermosa y admirable.

Figura frecuente en Miami, donde tiene una segunda casa, se casó el jueves con Gonzalo Hernández en la Secretaría Municipal de Manhattan.

“Coincidencia”, me dijo Correa sobre el momento de la votación en el Congreso.

Buen karma, digo yo.

“Habíamos hablado de casarnos, pero siempre pensamos que esta ley todavía era muy vulnerable, que otro presidente o incluso la Corte Suprema podría eliminarla”, dijo Correa.

Pero eso ya no es probable después de que Biden firme el proyecto de ley que consagra los derechos federales al matrimonio entre personas del mismo sexo. No quiere decir que los republicanos, sin duda, no sigan conspirando contra la vida gay en lugares como la Florida.

Mensaje a la comunidad gay

Los votos de Salazar y Díaz-Balart enviaron el mensaje a la comunidad gay de que, junto con los ataques del gobernador Ron DeSantis y la Legislatura predominantemente republicana, sus familias no son tan valiosas como las heterosexuales.

Se unen a la campaña contra los homosexuales que los republicanos están librando desde los distritos escolares locales hasta Tallahassee para energizar y cortejar a la derecha cristiana homofóbica y ultraconservadora.

Más notablemente, la ley “No digas gay” de la Florida, camuflada como derechos de los padres, trata de impedir que niños homosexuales no hablen sobre cómo se sienten con los maestros y compañeros de clase, y que niños heterosexuales no hablen sobre sus hogares con dos mamás o dos papás.

El efecto escalofriante de la ley, promovida como si solo afectara a los estudiantes de kinder a tercer grado (K-3), se ha extendido rápidamente a todos los distritos escolares y se ha propagado.

LEER MÁS: La gran mentira republicana al descubierto: la ley ‘No digas gay’ afecta a toda la educación | Opinión

Los educadores miedosos prohíben los libros gay y las lecturas del plan de estudios que contienen referencias gay en todos los niveles. Y están disolviendo clubes estudiantiles de alianzas gay-heterosexuales.

Algunos distritos escolares están acabando con programas y relaciones de trabajo de larga data realizados conjuntamente con organizaciones de apoyo.

En el condado Duval, en el noreste de la Florida, la Junta Escolar votó ponerle fin a sus programas de 20 años de antigüedad con la organización de apoyo gay JASMYN, el principal grupo LGBTQ para jóvenes del área.

Para algunos niños homosexuales, las escuelas suelen ser los únicos espacios seguros en sus vidas.

Pero ya sabes lo que dicen sobre el karma.

Regresa para morder.

El miércoles, cuando el matrimonio homosexual estaba en camino a la legalización, el patrocinador de la odiosa ley “No digas gay” de la Florida fue acusado por un gran jurado federal de cargos de fraude relacionados con los préstamos COVID de los que supuestamente él mismo se apropió.

El representante estatal Joe Harding, un republicano de Ocala, renunció después de ser acusado de conspirar para defraudar a la Administración de Pequeñas Empresas para obtener $150,000 en préstamos por daños económicos por desastres.

Si hay algo de lo que debería avergonzarse es de lo que representa: la intolerancia y, ahora, supuestamente, el robo.

La actitud antihomosexual recién adquirida por los republicanos en la Florida recibió una paliza en el Congreso, y en casa.

Derrotas bien merecidas.