"Relacionarnos solo con los que se parecen a nosotros es una forma de fascismo muy moderna": Federico Luis, cineasta argentino premiado en Cannes

Federico Luis con Matías Fernández Burzaco
Federico Luis en conversación con Matías Fernández Burzaco, con quien ha trabajado en varias ocasiones. [Gabriel Bosisio]

Cuando tenía 21 años, la edad del protagonista de su película, Federico Luis (Buenos Aires, 1990) se clavó una reja en la pera y el hierro le atravesó la mandíbula, pero sobrevivió.

Su vida cambió y empezó a filmar. Primero hizo videoclips y cortometrajes; le entusiasmó capturar el deseo de personas que parecen estar borradas del universo del placer.

En 2019 estrenó en Cannes su corto “La Siesta”, y la semana pasada hizo lo mismo con su primer largo, “Simón de la montaña”, que se quedó con el Grand Prix de La semana de la crítica, que se realiza en paralelo al festival francés.

El premiado filme puede describirse más o menos así: Simón, personaje principal, se presenta a sí mismo como ayudante de mudanzas y dice no saber cocinar ni limpiar el baño pero sí hacer la cama.

Vive con su mamá al pie de la Cordillera de los Andes, en un pueblo que es frecuentemente devastado por un viento que baja de los cerros.

Hace tres semanas es amigo de Pehuén, un chico que se define como alguien a quien le falta un pedazo del cerebro. Simón busca unirse a su grupo de amigos aventureros y le gusta verlos en la institución recreativa para personas de condiciones mentales y físicas particulares, donde se da un taller de teatro.

Huye de su familia para estar con ellos, contemplarlos, explorar, jugarles, imitarlos. Pehuén hasta le enseña cómo gesticular por si en algún momento desea que le den su propio certificado de discapacidad.

Se refugia en el amor y en la picardía de estos personajes, que tienen un poder de percepción altísimo y rompen todo diagnóstico.

“Son violentos, entrañables, pacientes, enérgicos, líderes, contradictorios”, le dice a BBC Mundo Federico en una entrevista que hicimos en su casa poco antes de que viajara a Cannes.

“En la vida real los padres suelen decidirles el futuro y acá, aparentemente, no: el poder se distribuye al revés porque son ellos los que toman el control-descontrol de su libertad”, añade.

Yo también actúo en el filme. Soy astronauta.

Con Federico Luis ya hicimos “El beso”, un corto que protagonizo y que está basado en un relato de mi libro “Formas propias”. También creamos un videoclip que se llama “Los nenes me odian”.

En “Simón de la montaña”, Pehuén y Simón van al cine; yo estoy dentro de la peli que ven, en una nave espacial a todo riesgo.

El protagonista Simón durante el rodaje.
Federico Luis y Lorenzo “Toto” Ferro, que encarna a Simón en la película. [Leandro Sulia Leiton]

Lo que sigue es parte de la conversación que tuvimos y en la que intentamos ampliar las miradas y las fronteras de las identidades. Los dos somos entrevistadores, los dos entrevistados.

En el mundo todos quieren definirse, pero ¿alcanzan las respuestas para lograrlo?

“No alcanza ni el tiempo”, digo yo. “Hay que hablar ahora porque la gente, cuando vea la película, va a sentir una imperiosa necesidad de definir a estos personajes”, contesta él. Y me muestra de su pecho un curioso tatuaje de Juana de Arco color piel, color “mancha de nacimiento”.

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[BBC]

MFB: ¿Cómo se te ocurrió el personaje de Simón y la entrada a este universo?

FL: Apareció en una conversación con Pehuén, el actor de la película. Desayunando juntos, él me preguntó por qué yo no tenía mi certificado de discapacidad.

MFB: ¿Y vos por qué lo tendrías que tener?

FL: Eso justamente pensé. Cuando pude ver la consistencia de su pregunta y cómo eso ponía en crisis mi idea sobre mi propia identidad, se me reveló un mundo: aquel que me define por mis zonas de imperfección, comunes a las que el mundo usa para definir a Pehuén.

No hice avances en el registro civil, pero sí pensé que esa ocurrencia suya podría cobrar la forma de una película. Y que podría crear al personaje de Simón.

MFB: ¿Es realmente discapacitado el protagonista?

FL: Esa es la pregunta que se deben hacer los espectadores, los demás personajes de la historia, pero, sobre todo, él.

Simón es una construcción fantástica que reúne todas las inquietudes, ocurrencias, pasiones y obsesiones alrededor de esta pregunta.

MFB: En general, en las películas los personajes con discapacidad son presentados de maneras positivas y para generar empatía con el público. Lo vemos en Forrest Gump, Gilbert Grape, Rainman, “Amigos Intocables”. Pero en “Simón de la montaña” se revelan dimensiones más oscuras y manipuladoras.

FL: Tener más de una cara es un rasgo constitutivo del humano.

Cuando las películas presentan a los personajes discapacitados como seres de luz, tiernos, buenos, angelicales, lo único que consiguen es retratarlos como caricaturas. Les quitan sus infinitas dimensiones.

Considero digno reponer ese claroscuro. Hay que ensuciar al cine y a sus personajes con los actos y los conflictos de las personas en sus vidas reales.

Y dar la oportunidad a que esas experiencias vivas atraviesen a la ficción, que en general está muerta.

MFB: ¿Qué pensás acerca de exponer a estas personas a la brutalidad del cine?

Silencio.

FL: Lo interesante es pensar quién se adapta a quién.

Creo que el cine puede adaptarse a su sensibilidad, puede hacer un esfuerzo por desconfigurar las formas tradicionales que tiene para acomodarse a los tiempos, a los ritmos, a las percepciones de estas personas.

Esta película fue la primera propuesta laboral para la mayoría de los integrantes del elenco. Eran estudiantes de teatro que elegí, fueron contratados, ensayamos, filmamos y cobraron su sueldo.

El gesto que me parecería sospechoso es el contrario: el de no convocarlos para representarse a sí mismos.

Hay muchas películas que todavía optan por trabajar con actores neurotípicos que los interpretan (como hacía el blackface en los años 30 con actores blancos pintados de negro).

Me entusiasma discutir ese prejuicio y torcerlo, despedir a un mundo que se va enterrando y ver a uno nuevo que está asomando.

MFB: Tanto vos como Simón entran con mucha naturalidad a este universo. Habiendo tanto prejuicio, ¿cómo hace el espectador para lograrlo?

FL: Simón se encarga de ser el representante de la mirada ajena dentro de este mundo. Y en él puede sentarse el espectador, dejándose llevar hacia las profundidades de los demás personajes, como en un viaje a la Luna.

Matías Fernández Burzaco
En "Simón de la montaña", Matías Fernández Burzaco aparece de astronauta en una película que los protagonistas ven en el cine. [Fotograma de la película]

MFB: ¿Y vos tenés tu grupo de amigos? ¿Tu manera de incluirte se parece a la de Simón?

FL: Sí. Yo me enamoro de las personas y de las cosas estando y filmando películas con ellas.

Tendemos a relacionarnos solo con lo conocido, con lo homogéneo, solo con personas que se parecen a nosotros: esta es una forma de fascismo muy moderna.

No relacionarnos con ellos es una violencia “no explícita”. Así se desprecia lo diferente. Eso es algo que nos aliena y nos hunde cada vez más en lo igual.

El personaje de Simón hace un gran esfuerzo por viajar hacia la otredad.

MFB: ¿Y vos qué acercamiento personal tuviste hacia la discapacidad?

FL: Mi hermano es hemofílico, así que pasé gran parte de mi infancia en salas de espera de hospitales.

Una vez lo acompañé a un test psicológico y, para que no me aburriera, me lo hicieron a mí también.

El resultado decía que mi hermano no tenía ningún problema en la cabeza por su enfermedad; el que lo tenía era yo.

Pensé en su cuerpo y en el mío y cómo se afectaban mutuamente.

Quizás vivir eso de cerca me dio la curiosidad y la atracción que tengo hoy por la distorsión del cuerpo humano. O por la discapacidad, aunque me resulta un poco incómodo usar esa palabra (se ríe).

No sé si la queremos seguir usando.

FL: ¿Qué es la discapacidad para vos?

Silencio.

Silencio largo.

MFB: No sé. Un don. Un don que nos permite recibir todo, pero con mayor extrañeza y misterio todavía.

FL: O sea que le encontrás un placer…

MFB: La vida se impone, por más que uno viva entre tragedias gigantescas. La vida te corrompe y te dice “estás vivo, estás acá, ¿no ves que estás sintiendo tanto?” Eso es maravilloso.

Estar vivo es lo más difícil. Duermo con un respirador, hay riesgo de ahogo. Mi cuerpo es infinito, indescifrable, la piel crece.

También estoy siempre con personas que me cuidan, eso me deja escucharlas y observarlas: veo el comportamiento humano.

En la calle es igual: ocho de diez personas me miran y los veo gesticular. Los veo en vivo, espontáneos, asustándose, y eso es brutalmente genial.

Igual no suelo preguntarme qué es la discapacidad.

FL: ¿Simplemente la vivís?

Federico Luis y Pehuén, uno de los protagonistas de la cinta.
Federico Luis y Pehuén, uno de los protagonistas de la cinta. [Lorenzo Ferro]

MFB: Claro. Resbalo en la fiesta. Mi sueño es saber vivir. Y aprender a amar, descubrir el mundo, asombrarme. Y un día sentir, también, el mayor dolor de la historia. Atravesándome.

FL: ¿Para qué?

MFB: Para ver qué pasa. Para sentir, estar ahí.

El ser humano desea sentir, desea la vida, aunque sea en medio de tragedias y de algunas —cortísimas— alegrías. Uno quiere percibir.

¿Y qué sería ser discapacitado para vos?

Silencio largo.

Es una trampa del lenguaje. “Discapacitados”, “chicos con capacidades diferentes”, “chicos especiales”, “diversidad funcional”.

FL: ¿A vos cómo te hacen sentir estas expresiones actuales?

MFB: Mal. Habría que repensar todo. Pero todo, no solo esto.

El mundo piensa menos de lo que habla. ¿Cómo hace uno para sacar una conclusión acerca de la identidad del otro? Hay que ser muy inteligente o muy vago.

Algunos de estos términos suenan con desprecio o con poca seriedad. Descartémoslos.

FL: Yo empezaría por descartar la palabra “distinto o diferente”. ¿“Distinto” respecto de qué?

MFB: Claro. Distinto implica que hay implícita una idea de lo otro “normal”. Lo distinto y lo normal.

FL: A lo mejor ya es momento de dejar de usar esa idea binaria sobre la capacidad humana.

MFB: Y que la palabra no abarque solo la falta. Debería referirse a la capacidad: todo lo que hacemos, lo hacemos para el otro. Las miradas, la presencia, la manipulación, la violencia, la impunidad, el corazón.

Somos así, solo tienen que acercarse y hablarnos, preguntarnos, oírnos, mirarnos, para saber de nosotros.

FL: Me pregunto si es posible encontrar una zona común del desperfecto humano. A medida que fui descubriendo la mía, ahora que pienso, consideré que es la parte que más me interesa y me define.

MFB: ¿Buscamos una palabra que permita poner al reverso el sentido entero que inventa la palabra “discapacidad”?

FL: Y que nos deje capturar los matices desde un lugar más libre.

Quizás en vez de discapacidad, nombrarlo “hiperpercepción”.

Actores de "Simón de la montaña"
Varios de los actores de "Simón de la montaña". [Leandro Sulia Leiton]

MFB: Lorenzo “Toto” Ferro es el gran actor argentino de su edad, ya con dos películas estrenadas en Cannes. ¿Por qué lo elegiste a él para interpretar a Simón?

FL: Bueno, además de su dimensión como actor, veo su profundidad humana, su compromiso y su fuerza de trabajo.

Eso fue muy importante para construir a Simón. Ensayó con los actores hiperperceptivos, me vio dirigirlos, los conoció y creó un vínculo real por fuera de la ficción.

Eso lo convirtió en mi representante del otro lado de la cámara, algo así como un director desde adentro de la escena, una mamushka de dirección.

Cuando estaba editando, fue una maravillosa sorpresa descubrir a través de los micrófonos corbateros cómo Lorenzo les hablaba a sus compañeros antes de escuchar “acción”. Les daba indicaciones.

Por ejemplo: en la montaña, a veces yo estaba lejos y no me oían. Entonces él interpretaba libremente y dirigía.

MFB: ¿Hay diferencias entre trabajar con actores profesionales y no actores? ¿Fue más difícil con los actores no profesionales?

FL: No, al revés. Los hiperperceptivos ya venían con una verdad infinita frente a la cámara.

Con los profesionales, en cambio, había que construir un personaje de cero, para ver si alcanzaban ese nivel de verdad que tenían los hiperperceptivos constantemente.

MFB: Luego de esta experiencia, ¿qué les espera a los actores con discapacidad? El espectador podría preguntarse hasta qué punto se sienten responsables el cineasta y la productora de esto.

FL: Este es el tema que más me atraviesa y en el que más pienso en este último tiempo. Todas las ideas que tengo son provisorias, pero considero que es muy distinto en cada caso.

Creo que las personas que tenían una familia o una institución de contención antes de la película, seguirán así luego de ella. Y que las que tenían una vida caótica y sin contención, lamentablemente también tendrán tendencia a seguir así una vez que la película termine.

Muchas veces pensamos que el cine tiene un poder más grande o más duradero del real.

Me cuesta creer que una película filmada durante un mes, o dos, o tres, tenga la fuerza para salvar o arruinar una vida. Siento que el efecto, sea positivo o negativo, es transitorio como el de un viaje.

Sí me alegra que la película tejió como legado una amistad con una nueva comunidad de personas. Eso es lo más lindo. Pehuén es amigo de Lorenzo, por ejemplo. Y mío. Lo voy a seguir a todas partes. Aunque diga que se muere. Aunque se muera.

MFB: ¿Qué significa estrenar esta película en el contexto de una página tan triste de la historia del cine argentino? Con la incertidumbre, con el cierre del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).

FL: Es desolador. Es una buena noticia en un funeral.

Veo un panorama muy oscuro por delante. El cine y la cultura son el enemigo político que el presidente actual eligió para dar su batalla simbólica y hacer su campaña.

Es gente que se ha dedicado sistemáticamente a desmantelar la cultura argentina, con una crueldad escalofriante y en dirección a un capitalismo salvaje.

Sin pluralidad de voces, sin cine federal, sin cine de autor y sin voces singulares es imposible filmar una película hoy en Argentina.

Por eso siento una gran tristeza. También me siento un privilegiado y más que nunca un responsable de cuidar al cine de nuestro país, correr la voz, pedir ayuda en el mundo para no dejarlo morir.

“Simón de la montaña” fue de las últimas películas que llegaron a existir antes del apocalipsis del instituto de cine argentino. La última en llegar a la costa.

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[BBC]

Post Data

Hace poco Pehuén, el actor más amigo de Simón dentro de la película, amenazó con suicidarse. Le dijo a Federico que si no le compraba entradas para un recital se tiraba de un puente y entonces en los títulos de la película iban a tener que poner “en memoria de Pehuén Pedre”. Prendió fuego su casa.

Nadie sabe su diagnóstico, pero deja rastros de posibles esquizofrenias y paranoias. Sus padres lo abandonaron. Hace meses había soltado la medicación (en la película toma pastillas) y andaba solo por la calle.

Conoció a Federico años atrás, en unas clases de actuación. En los rodajes de “Simón de la montaña” era recibido como la gran estrella del cine mundial. “Marlon”, le decían.

Durante todo el rodaje, vivió en la misma casa del director.

Federico lo acompaña siempre con los trámites de su identidad: tarjeta habitacional, DNI, certificado de discapacidad. Van juntos a ver psiquiatras y terapeutas como también al cine y a comer sándwiches enormes de milanesa en restaurantes.

Pehuén tiene novia. “Tiene mucho amor”, asegura Federico Luis.

Federico le consiguió un hogar para que vaya, coma y duerma. Sabía que por el desequilibrio actual de su salud mental era difícil que viajara a Cannes, pero desea que se estabilice para llegar al Festival de cine de San Sebastián. Y viajar juntos.

“Igual nunca se sabe”, reconoce. “Pero confío en que vendrá a España”, dice después y levanta el puño.

*Matías Fernández Burzaco es un escritor, rapero y actor argentino, protagonista del documental de BBC Mundo "Fuera de forma".

Thumbnail del documental "Fuera de forma"
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[BBC]

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