Reino Unido tiene un problemón porque sus infraestructuras no soportan el calor

La ola de calor que se está viviendo en toda Europa las últimas semanas ya está en Reino Unido, lo que ha provocado que las autoridades decreten la primera alerta roja por este motivo en toda la historia. Se espera que los termómetros se acerquen a los 40 grados en localidades como Londres o Birmingham.

Una situación con la que países como España, Francia, Portugal o Grecia están familiarizados todos los veranos, pero que es novedosa en el caso de las islas. Y mucho más preocupante. El motivo principal es que sus infraestructuras (edificios, transportes...) no están preparadas para este calor.

Reino Unido vive una ola de calor histórica. (Photo by Rasid Necati Aslim/Anadolu Agency via Getty Images)
Reino Unido vive una ola de calor histórica. (Photo by Rasid Necati Aslim/Anadolu Agency via Getty Images)

Estos días ya se están viendo las primeras consecuencias, ya que Reino Unido se ha convertido en un país casi paralizado por este evento climático, con las escuelas y consultorios médicos cerrados, los trenes con importantes modificaciones en sus servicios y con la petición a la población de teletrabajar.

Sin embargo, en una nación en la que menos del 5% de la población tiene aire acondicionado en su casa, tal y como recuerda el New York Times, la decisión es difícil.

Por un lado, viajar en trenes sofocantes (la mayoría de líneas tampoco disponen de aire) que además estaban sufriendo serios problemas en su desempeño habitual. Por el otro, quedarse en casa a trabajar, una alternativa que tampoco es mucho mejor.

Y es que cabe recordar que las viviendas en Reino Unido tienen como principal objetivo retener el calor, especialmente en los hogares más antiguos, por lo que con el mercurio por las nubes son prácticamente inhabitables.

Esta situación que se da en las viviendas es extensible a prácticamente cada ámbito de la vida. Hoteles, restaurantes, residencias de ancianos... Con un clima tradicionalmente templado y lluvioso, hasta ahora nunca había sido necesario disponer de unas infraestructuras adecuadas para combatir las altas temperaturas, pero el cambio climático está acelerando a marchas forzadas esta transición que se preveía para dentro de varias décadas.

La mayoría de las líneas de metro no tienen aire acondicionado, por lo que la temperatura es sofocante.. (Photo by Aaron Chown/PA Images via Getty Images)
La mayoría de las líneas de metro no tienen aire acondicionado, por lo que la temperatura es sofocante.. (Photo by Aaron Chown/PA Images via Getty Images)

Más allá de la falta de aire acondicionado en la mayoría de líneas de metro, también se da la circunstancia de que la ventilación es mala y que las vías sufren la dilatación y se ondulan al no haber espacio entre los tramos, poniendo a los vagones en riesgo de descarrilar. Eso obliga en este tipo de situaciones a cancelar los trayectos o a circular a una velocidad muy reducida.

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El aeropuerto de Luton, por ejemplo, se vio obligado a cerrar brevemente después de que el intenso calor provocara un defecto en la pista, lo que obligó a otros vuelos a desviarse a otros recintos cercanos.

Esto ocurre con edificios y transportes, pero los cuerpos de los británicos tampoco están acostumbrados a estas temperaturas, por lo que existe un riesgo alto de salud pública. Aunque en esta ocasión con prevención y haciendo uso de la excepcionalidad se va a superar esta ola de calor, lo cierto es que el avance de la crisis climática obliga a mirar hacia adelante y replantearse todo el sistema.

Y es que los expertos aseguran que lo que está pasando en 2022 será cada vez más habitual en el futuro, por lo que en los años venideros habrá más olas de calor sofocantes en el país.

De momento, las ventas de ventiladores han aumentado un 250% en comparación con el año anterior y las playas están repletas de gente como nunca se ha visto, pero urge ir tomando medidas para adaptar cada vez más las infraestructuras del país a este nuevo escenario. El calentamiento global ya ha demostrado que forma parte de nuestras vidas.

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