Se rehabilitan calles, viviendas, puentes: los juegos olímpicos transforman la zona pobre de París


El Estadio de Francia está a solo 500 metros del vecindario de Francs-Moisins, pero la distancia no podría ser más significativa… Mientras que el estadio será uno de los centros principales de los juegos olímpicos, con entradas que cuestan varios cientos de euros, el suburbio de Saint-Denis (zona pobre), al norte de París, lucha contra la escasez y la delincuencia.

Samia Achoui, una secretaria que vive en uno de los bloques grises golpeado por el narcotráfico, no tiene entrada para los Juegos de París 2024 por ser “demasiado cara”, pero escuchará desde su ventana los vítores y aplausos del recinto situado al otro lado de un canal. 

A pesar de su nombre, los juegos olímpicos se celebrarán en gran parte en el departamento de Sena-Saint Denis, al otro lado de la circunvalación que separa París de sus suburbios más pobres. Este departamento de clase trabajadora, densamente poblado, alberga cuatro de las grandes sedes del evento deportivo mundial, la Villa Olímpica y otros emplazamientos clave.

BAJO EL UMBRAL DE LA ZONA POBRE DE PARÍS

Con los Juegos Olímpicos, del 26 de julio al 11 de agosto, Francia apostó por regenerar una zona que tiene la población más joven del país y donde un tercio de sus 1.6 millones de habitantes vive bajo el umbral de la pobreza.

Su objetivo es cambiar también la imagen de este departamento que acogió varias oleadas de migrantes y que se forjó una imagen de guetos asolados por la delincuencia durante los disturbios urbanos de 2005.

Pese a ser la última morada de muchos reyes de Francia en Saint-Denis, su reputación sufrió un nuevo varapalo mundial por el caos registrado durante la final de la Liga de Campeones de 2022 en el Estadio de Francia.

París 2024
Esta fotografía muestra un edificio modular que se utilizará como espacio de descanso para los conductores de los autobuses olímpicos. (AFP)

“LAS OBRAS TRANSFORMARÁN NUESTRO PUEBLO”, AFIRMA EL ALCALDE DE LA ZONA POBRE DE PARÍS

Mohamed Gnabaly es optimista. En su opinión, los Juegos ayudarán a transformar estos suburbios (zona pobre de París), que en 2023 conocieron nuevos disturbios urbanos a raíz de la muerte de un joven por un disparo de la policía.

Este alcalde de Île-Saint-Denis, la estrecha isla del Sena donde se ha construido una parte de la Villa Olímpica, está “obsesionado” con hacer de esta cita “unos Juegos populares”. Su pequeño municipio consiguió 7,000 entradas, una para casi todos sus habitantes. Y aunque las obras han alterado la vida diaria, está decidido a sacar el máximo provecho de los Juegos.

“Llevo tres años trabajando en esto”, asegura Gnabaly, orgulloso de que su municipio acoja también la Estación África, una zona de aficionados dedicada a la cultura y el deporte africanos.

“Las obras no solo transformarán nuestro pueblo, sino que estaremos en el corazón del reactor. No vamos a quedarnos al margen de los Juegos”, agrega.

Su optimismo no es compartido por todos. “Hay una parte de París que será una fiesta, mientras que a la otra se le impedirá trabajar o circular”, asegura Cécile Gintrac, del colectivo Vigilance JO.

Como a Moussa Syla, un transportista de 45 años, que lleva productos al único supermercado de Francs-Moisins y que ya teme el efecto del evento deportivo “en casa”. “Para circular será un horror”, dice.

ZONA POBRE DE PARÍS: DE VILLA OLÍMPICA A UN BARRIO DE APARTAMENTOS Y OFICINAS

Es difícil ir a cualquier parte de este departamento sin ver andamios o grúas construyendo barrios nuevos. Los Juegos Olímpicos se inscriben en una iniciativa a largo plazo que comenzó con la decisión de construir allí el Estadio de Francia para el Mundial de Futbol de 1998, que ganó el equipo multiétnico de Francia.

Los elevados precios de la vivienda en París y la llegada del metro a este suburbio —el mayor proyecto de infraestructuras de Europa— lo ha vuelto atractivo para los promotores inmobiliarios.

Empresas como Tesla están trasladando sus sedes francesas a antiguas zonas industriales. “Tenemos que encontrar un nuevo impulso para Sena-Saint Denis, para que el empleo se quede”, asegura Isabelle Vallentin, responsable de la empresa encargada de las obras olímpicas Solideo.

“Hay que rehabilitar las viviendas, que están muy deterioradas”, agrega.

Alrededor del 80 por ciento de los 1,700 millones de euros (1,845 millones de dólares) de dinero público para las obras olímpicas se invertirá en este departamento. Aunque la inversión privada es más difícil de cuantificar, es probable que siga esta tendencia.

La Villa Olímpica, que albergará a miles de atletas, es el mayor proyecto de construcción de los Juegos y todo un nuevo barrio ecológico en sí mismo. Su construcción, en una antigua zona industrial junto al río Sena, tomó seis años.

Pero una vez finalizados los Juegos Paralímpicos, previstos del 28 de agosto al 8 de septiembre, se transformará en un barrio de apartamentos y oficinas. Los primeros de sus 6,000 residentes se instalarán en 2025.

EVITAR LA GENTRIFICACIÓN

Pero solo un tercio de los 2,800 apartamentos se venderán en el mercado libre. París 2024 quiere evitar las acusaciones de “gentrificación a escala industrial” que recayeron sobre los organizadores de citas precedentes, como Londres 2012.

Vallentin, de Solideo, afirmó que insistieron en que los promotores “respondieran primero a las necesidades locales de vivienda”. En ese tenor, entre 25 y 40 por ciento de los pisos –dependiendo de los tres municipios que abarca la Villa– se destinarán a viviendas de protección social y el resto se alquilará a precios “asequibles”, a través de organismos semipúblicos de vivienda.

El otro gran logro en Sena-Saint Denis es la construcción de nuevas piscinas, que la zona necesitaba, como el espectacular Centro Acuático Olímpico, frente al Estadio de Francia.

UNA PASARELA PEATONAL Y CICLISTA

Las infraestructuras olímpicas se extienden por todo el departamento y podrían incluso transformar pequeñas ciudades (otra zona pobre de París), como Dugny. Su población crecerá un tercio con la construcción de viviendas en un terreno heredado del centro de medios olímpico.

Dugny, hasta ahora mal comunicada en transporte público, espera diversificar su parque de viviendas, un 77 por ciento de las cuales son sociales, la tasa más alta de Francia. Un tercio de las 1,400 nuevas viviendas se destinará para el acceso a la propiedad.

Su joven alcalde, Quentin Gesell, afirma que muchos de sus amigos que crecieron en Dugny “tuvieron que marcharse porque no pueden ni comprar”, al contar con ingresos demasiados altos para una vivienda social.

Otra transformación más sutil será una serie de nuevas pasarelas que unirán zonas durante mucho tiempo separadas por autopistas y ferrocarriles que atraviesan el departamento, que acoge el aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle.

Cerca de la barriada de Francs-Moisins, se está construyendo una pasarela peatonal y ciclista que cruzará el canal de Saint-Denis y lo conectará con el Estado de Francia, sustituyendo un viejo puente poco fiable.

“Ahora es una pesadilla cruzar Tienes que plegar el cochecito y llevar al bebé en el otro brazo. Así que esto es estupendo, una auténtica ventaja para la zona “, comenta Karene, madre de tres hijos.

“A MENUDO PAGAN MAL”

Hacía años que se hablaba del puente, pero los Juegos, que sufragan dos tercios de los 10.5 millones de euros (11.4 millones de dólares) del costo de su construcción, lo hicieron realidad.

La cita olímpica ha sido el “punto de inflexión que ha acelerado la transformación” de estos suburbios, declaró a la AFP Stéphane Troussel, presidente del consejo departamental.

Pero existen dudas sobre los puestos de trabajo que los Juegos prometieron ofrecer al departamento, cuya tasa de desempleo del 10.4 por ciento es casi un tercio superior a la media nacional.

“Los Juegos están contratando. ¡Consigue un trabajo!”, decía el folleto de una feria de empleo organizada en diciembre.

“He estado en muchas y siempre es lo mismo. No son las empresas en las que te gustaría trabajar y a menudo pagan mal “, señala Fouad Yousfi, mientras pasa entre los estands que buscan limpiadores y pasteleros.

TRABAJOS DE CORTA DURACIÓN

Stéphane Laurent, de 47 años, buscaba un “trabajo rápido” y salió de otra feria con una oferta para formarse como guardia de seguridad, un puesto que se necesita para los Juegos. Aunque, según las estimaciones oficiales, unas 180,000 personas trabajarán en los Juegos, la mayoría tendrán contratos de corta duración, como las 6,000 contratadas por Sodexo para el catering de la Villa Olímpica.

“Tenemos que ser honestos. Probablemente hay un desajuste entre lo que se esperaba y el nivel de desempleo y precariedad que tenemos”, explica Bernard Thibault, exdirigente sindical vinculado a la organización de la cita olímpica.

Zona Pobre París
Los anillos olímpicos se instalarán frente a la estación de tren de Nantes el 10 de julio, antes de los Juegos Olímpicos de París. (AFP)

Mehdi Ourezifi, responsable de Services Persos, una organización local sin ánimo de lucro dedicada a la reinserción laboral que consiguió parte del contrato de lavandería de la Villa Olímpica, asiente.

“Somos uno de los ganadores, pero en general, las empresas locales y los programas de reinserción laboral están decepcionados”, agregó.

OPERACIONES CONTRA LOS NARCOTRAFICANTES Y VENDEDORES AMBULANTES

Más allá de los beneficios económicos y de infraestructuras, uno de los mayores legados de los Juegos podría ser la imagen que se tenga de Sena-Saint Denis, donde se crió la estrella del futbol Kylian Mbappé.

La policía ya ha intensificado las operaciones contra los narcotraficantes, los vendedores ambulantes y otras personas que “monopolizan los espacios públicos”, y está prevista una operación de seguridad masiva durante el evento deportivo.

Pero el ataque a una comisaría en marzo, a raíz de la muerte de un joven atropellado por la policía, y el robo al jefe de la delegación olímpica mongola en octubre no ayudan a mejorar su imagen.

Con los Juegos, el departamento espera inscribir un nuevo capítulo de su historia, en que se valoren su diversidad y su potencial más que la delincuencia y los disturbios esporádicos. De vuelta a la barriada de Francs-Moisins, Karene desea que esta “visibilidad” beneficie a todos.

“Una vez se apague la llama, en cinco, diez o 15 años, se vendrá a Sena-Saint Denis para ver el legado que París dejó”, augura el presidente del departamento Stéphane Troussel. N

(Con información de AFP)

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