El regreso de Juan Carlos a España levanta polémica incluso en la realeza y no le permiten dormir en la Zarzuela

Juan Carlos durante la regata InterRias en el puerto gallego de Sanxenxo, en su primera visita a España tras su exilio por casos de corrupción
BRAIS LORENZO

MADRID.- Juan Carlos I, rey emérito de España, se ha salido con la suya, pero solo a medias. Más de 650 días después de su huida a Abu Dhabi acosado por sus problemas con la Justicia, el monarca volvió a poner los pies en la península ibérica el pasado jueves. Sin embargo, eso no significa que haya sido exonerado por la opinión pública o se haya rehabilitado su figura. Su estancia se ha visto envuelta por la polémica en las redes sociales y entre la clase política.

En marzo, la Fiscalía del Tribunal Supremo archivó la última causa por el oscuro origen de su fortuna, abriendo la puerta a su retorno a España. Ahora bien, en ninguno de los casos abiertos, la Justicia ha declarado a Juan Carlos I inocente de las acusaciones derivadas de los escándalos publicados en la prensa, sino por la prescripción de los delitos, su inviolabilidad recogida en la Constitución, o el hecho de haber regularizado con el fisco su situación después de haber recibido el dato del inicio de pesquisas sobre su riqueza.

Felipe y Juan Carlos en 2015. La salida del país del exmonarca buscó lavar la imagen de la Corona y aliviar la presión sobre su hijo
Felipe y Juan Carlos en 2015. La salida del país del exmonarca buscó lavar la imagen de la Corona y aliviar la presión sobre su hijo


Felipe y Juan Carlos en 2015. La salida del país del exmonarca buscó lavar la imagen de la Corona y aliviar la presión sobre su hijo

La estancia del rey emérito se inició el jueves en el pueblo de Sanxenxo, en Galicia, para asistir a una regata de vela, y se prolongará hasta el lunes, cuando se reunirá en el Palacio de la Zarzuela con su hijo, Felipe VI, y la reina Sofía. El monarca hacía meses que había trasladado a la prensa a través de sus allegados su deseo de retornar al país, lo que se convirtió en motivo de roce con el gobierno de Pedro Sánchez, e incluso la propia Casa Real.

La figura de Juan Carlos I, ya inevitablemente asociada a la corrupción, es tóxica para una monarquía que intenta rehabilitar su imagen pública. De hecho, la principal motivación de la marcha del rey emérito fue la de cavar un cortafuegos alrededor de Felipe VI. Por eso, de momento, deberá conformarse con estancias cortas en territorio español y mantendrá su residencia oficial en Emiratos Árabes Unidos. Ni siquiera le ha sido permitido pernoctar en el Palacio de la Zarzuela, como había solicitado.

Baja popularidad y críticas

En su primera aparición pública, unas 300 personas se congregaron en Sanxenxo para recibirlo con gritos de “¡Viva el Rey!”. No obstante, no parece que sean representativas del sentir mayoritario. Desde hace años, el CIS, el centro de sondeos públicos, no hace ninguna pregunta relacionada con la monarquía.

“Juan Carlos I suspende entre una mayorías de los votantes de todos los partidos. Tan solo lo aprueban los mayores de 75 años”, sostiene Juan José Domínguez, sociólogo que trabaja para una encuestadora privada.

Tanto las redes sociales como las declaraciones de partidos políticos y personalidades públicas reflejan una evidente división de pareceres. El PSOE de Pedro Sánchez no ha disimulado su malestar y ha insistido que se trataba de un viaje “de carácter personal”. Además, se ha esforzado en destacar la “transparencia de la actual Casa Real”. “Hoy suben las temperaturas en todo el país. Bochorno en Sanxenxo”, dijo en un irónico tweet, Carmen Calvo, exvicepresidenta socialista.

El rey emérito Juan Carlos I es retratado junto a su examante Corinna Larsen
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Juan Carlos I y Corinna Larsen, cuyas explosivas declaraciones complicaron la situación judicial de su antiguo amante (Alamy/)

Más críticos han sido los partidos nacionalistas vascos y catalanes, así como la izquierda, con Unidas Podemos a la cabeza. Su secretaria general, Ione Belarra, declaró que “solo debería volver a España para rendir cuentas con la Justicia”. Pere Aragonés, presidente de la Generalitat de Cataluña, denunció el “contraste” del retorno de Juan Carlos I con la “represión” al expresidente catalán Carles Puigdemont, exiliado en Bruselas. Todos ellos piden una reforma legal para al menos eliminar la inviolabilidad del rey.

En cambio, los partidos de la derecha han dado la bienvenida al monarca. “Esperemos que tenga una buena estancia en la que es su casa”, manifestó la secretaria general del Partido Popular, Cuca Gamarra.

Por su parte, la prensa conservadora ha destacado las luces de los 39 años de reinado de Juan Carlos I, muy especialmente su papel en la transición a la democracia, recordando en que ya no tiene ningún problema con la Justicia española.

Este no es el caso de los tribunales británicos, donde todavía está en curso la demanda por acoso interpuesta por la que fuera su amante, la empresaria alemana Corinna Larsen. Precisamente, su ruptura con Larsen fue decisiva para que saliera a la luz pública el “regalo” que le hizo Juan Carlos I de 65 millones de dólares, y cuyo presunto origen habría sido el cobro de comisiones ilegales por los negocios de compañías españolas en Oriente Medio.

El apoyo del PSOE a la monarquía cierra de raíz cualquier especulación sobre una próxima adopción del sistema republicano. Además, la reforma de la Constitución requiere un amplio consenso en el Parlamento, lo que implica que el cambio debería contar con el apoyo de al menos algún partido de la derecha. Ahora bien, el hecho de que sea la juventud el sector social donde el desapego con la monarquía es más pronunciado suscita inquietud en la Casa Real de cara a un futuro más lejano.