Racing y un golazo agónico ante Riestra que el Cilindro celebró como si fuera una final

Santiago Solari, el primero en colgarse del alambrado, tras anotar su gol
Santiago Solari, el primero en colgarse del alambrado, tras anotar su gol - Créditos: @Fotobaires

La foto final es con cuatro futbolistas de Racing colgados del alambrado, en un eufórico festejo del tanto de Santiago Solari cuando el partido ya parecía con el 0 a 0 sellado en el resultado. Ese fue el desahogo final, aunque nada tuvo que ver con lo que pasó en los 100 minutos anteriores, en un tarde que parecía ideal para la siesta del sábado. Pero justo en el último minuto, en el último centro al área, la Academia encontró el resquicio al arco de Deportivo Riestra. El recién ingresado Agustín Almendra mandó la pelota al área, pivoteó Maximiliano Salas y Solari la tocó suave al segundo palo: todo a un toque: el envío del volante, la “dejadita” del delantero y la definición del goleador. Golazo y explosión en un Cilindro que hasta entonces sólo transpiraba frustraciones.

Es un triunfo apretado, muy corto en el resultado. Pero para Racing tiene un enorme valor anímico. No sólo porque lo sostiene en la cima de posiciones. Sino porque, aunque no lo pudo hacer desde el juego, rindió algunas materias que tenía pendientes. Se llevó el triunfo sin su ancho de espadas Adrián Martínez. Consiguió los tres puntos sobre el pitazo final de Fernando Echenique, algo que todavía no se le había dado en este 2024, en el que parecía que si los partidos no se le abrían rápido se le volvían en contra. Por todo eso, tuvo un sabor especial. “De la mano de Costas la vuelta vamos a dar”, terminó cantando el Cilindro, alegre porque la punta sigue pintada de celeste y blanco.

Sufre Riestra, festeja Racing: el golazo de Solari cambió la foto del final
Sufre Riestra, festeja Racing: el golazo de Solari cambió la foto del final - Créditos: @Fotobaires

A Racing se le cortó la racha goleadora, ese tren de victorias por amplia diferencia al que venía subido la Academia en las últimas semanas, especialmente empujado por la locomotora oportunista de Adrián Martínez. Pero este único tanto se celebró más que los 17 que había hilvanado en los últimos cinco partidos ante Belgrano, Coquimbo, Tigre, Argentinos y Sportivo Luqueño.

Era una cita incómoda la que le tocaba a Racing para cerrar el semestre como local. Una primera mitad del año irregular, con momentos en los que acumuló goleadas a favor y también algunos golpazos a cuestas, sobre todo en la Copa de la Liga por no lograr hacerse fuerte en Avellaneda. Contra esos fantasmas debía jugar la Academia, que además no contaba con su ancho de espadas, Maravilla Martínez, marginado por una lesión en su tobillo derecho.

A ese combo se sumaba que enfrente estaba Deportivo Riestra, un rival de esos que ponen los nervios de punta. No sólo por su disposición táctica, con los once futbolistas detrás de la mitad de la cancha resueltos a defender su arco propio pero también a aprovechar algún mal retroceso académico para lastimar. Riestra es un equipo molesto, que irrita con el manejo de los tiempos y al que en cada cancha del fútbol argentino le hacen sentir la desaprobación por su rápido ascenso y por sus excentricidades. En este caso pagó caro los siete minutos de adición en el segundo tiempo.

Más allá de esos chispazos de bronca que despertaba Riestra en hinchas y futbolistas, el partido no lograba tomar temperatura en la primaveral tarde de Avellaneda. Allá lejos y en el tiempo, este ciclo de Costas se inició como local el 27 de enero, ante Unión. Fue derrota por 1 a 0. Un partido que luego se dio similar a otros, como los de Godoy Cruz o Sarmiento (dos derrotas). Aquella imagen inicial había quedado debajo de la alfombra, de los triunfos por goleada de la mano de Maravilla y Maximiliano Salas o también de las tempranas eliminaciones de la Copa de la Liga y la Copa Argentina.

Recién a los 42 minutos de partido Racing pudo generar algo de peligro. Salas pescó un rebote y, de derecha, le rompió el pecho a Ignacio Arce. El arquero visitante fue el que más cómodo pareció estar en la cancha. A esa chance del correntino le siguieron un disparo lejano de Baltasar Rodríguez y un cabezazo franco pero desviado de Gabriel Rojas. En la segunda mitad, una corrida solitaria de Solari, que contuvo muy bien Arce. Hasta que llegó ese pase de Almendra que cambió la historia del partido. Cuando daba la sensación de que la Academia cerraría esta primera mitad del año con una cara parecida a la del inicio de este 2024, apareció la sonrisa con el gol agónico. Y por eso celebra la mitad celeste y blanca de Avellaneda.