¿Quién mató a Olof Palme? El misterioso asesinato del primer ministro más polémico de Suecia
En Suecia los muertos hablan.
O al menos es el caso de Stieg Larsson, el periodista y novelista sueco que 15 años después de su muerte sigue ofreciendo pistas para resolver el misterio del asesinato del primer ministro Olof Palme, quien fue baleado en las calles de Estocolmo en 1986 sin que la policía fuera capaz de atrapar a los culpables.
La frenética investigación periodística de Larsson sobre el asesinato de Palme quedó congelada en 20 cajas de archivos con su súbita muerte de un ataque al corazón en 2004.
Larsson era un ambicioso intelectual que deseaba consolidarse como periodista de investigación y comenzó a seguir las pistas pocas horas después de la muerte de Palme.
Paradójicamente, Larsson se convirtió en uno de los escritores suecos más vendidos por sus obras de ficción que por sus averiguaciones sobre la muerte de Palme, que fue tan impactante y dolorosa para Suecia como el asesinato de John Kennedy en Estados Unidos.
Larsson falleció poco después de terminar de escribir la saga Millennium, que ha vendido 80 millones de copias en 50 países. Y aunque no le alcanzó la vida para ver publicada su obra ni para escribir con pruebas definitivas quién mató a Olof Palme, en los archivos parecieran estar todas las pistas.
Saltó a la fama tras su muerte, con la publicación de la trilogía de novelas policíacas Millennium… https://t.co/zjzaoAuXC4
— Culturizando México (@CulturizandoMEX) October 26, 2019
¿Quien esta Olof Palme?
La leyenda de la muerte de Palme es tan grande como su legado. El líder socialdemócrata, considerado como el responsable del sólido sistema de bienestar social que los suecos disfrutan en la actualidad, era amado por muchos y odiado por otros. Algunos sectores de la izquierda desconfiaban de Olof por haber nacido dentro de la aristocracia, mientras que en grupos elitistas lo señalaba como un traidor de los suyos.
La pasión de Palme por la política no se limitaba a los asuntos suecos. Se opuso con vehemencia al envío de tropas estadounidenses a Vietnam, se enfrentó al poderío soviético que intentaba anexar territorio de Escandinavia. También expresó su apoyo a movimientos antisistema en Sudáfrica, El Salvador y Nicaragua.
Pero sus críticos lo acusaban de usar métodos como ortodoxos que lo expusieron a grupos peligrosos y regímenes inescrupulosos. Y para mediados de la década de 1980, tenía tantos enemigos políticos en el extranjero como dentro de casa.
De estos ya no hay.
Olof Palme. pic.twitter.com/mWxcntgPsF— José Ángel (@ja_vera) October 26, 2019
A pesar de su enorme peso político, Palme se negó a abandonar su vida de ciudadano común. La noche del 28 de febrero de 1986 salió con su esposa Lisbet de su piso en Estocolmo y se trasladó en metro hasta el cine para disfrutar de una velada en familia junto a su hijo y su novia.
Al finalizar la función, las parejas se despidieron. Olof y Lisbet caminaban sin guardaespaldas por una calle céntrica de la capital sueca, llena de restaurantes y bares, cuando un hombre los abordó por detrás y les disparó a quema ropa.
Olof quedó tendido en un charco de sangre en la esquina de las calles Sveavägen y Tunnelgatan. Lisbet sobrevivió porque el disparo sólo le rozó el hombro.
El asesino, que vestía un abrigo oscuro, se acercó tanto que posó su mano sobre la espalda de Palme. Con la mano libre accionó su arma y dio un tiro tan letal que cercenó la médula espinal del político, quien murió antes de caer el suelo.
El atacante dio 89 pasos antes de desaparecer en una calle paralela ante la mirada incrédula de unos 20 testigos que presenciaron el hecho. La reconstrucción de esa siniestra escena es la única certeza que tienen los suecos sobre el asesinato de uno de los líderes más polémicos de la historia moderna de Suecia.
Lo que descubrió el escritor de novelas negras
Larsson se familiarizó con la investigación policial desde el primer día. Un contacto en el Servicio de Seguridad Sueco, conocido como Säpo, le confió que tenían un detenido vinculado con grupos de ultra derecha y aunque no conocía su nombre pudo describirlo con lujo de detalles.
Larsson sabía más sobre el asesinato que el resto de los periodistas de sucesos y cuando la policía anunció el nombre de uno de los sospechosos, pudo vincularlo rápidamente con la organización derechista Partido Europeo de los Trabajadores.
Los indicios de que pudiera tratarse de una conspiración internacional llevó a Larsson a pedir ayuda Gerry Gable, el jefe de información de la revista inglesa Searchlight.
En un documento de nueve páginas donde explicaba lo que sabía y lo que le faltaba por descubrir, Larsson escribió: "El asesinato del primer ministro sueco Olof Palme es, para ser perfectamente honesto, uno de los casos de homicidio más asombrosos e increíbles que haya tenido el infortunio de cubrir como reportero".
Desde entonces al menos 10.000 personas han sido interrogadas y al menos 134 han se han declarado culpables del asesinato. Hasta un hombre llamado Christer Pettersson fue identificado por la Lisbet Palme, declarado culpable y luego liberado en un proceso de apelación por falta de pruebas. Pero las pistas falsas y decenas de teorías de la conspiración han llevado a los investigadores a un callejón sin salida por más de tres décadas.
Larsson previó la turbulencia y las dudas que envolverían al caso. "Por momentos, se desarrolla con una velocidad de una novela de Robert Ludlum, otros días para más un acertijo de Agatha Christie...", escribió en su carta a Gable.
"El nombre de la víctima, el ángulo político, el rostro elusivo del asesino, las especulaciones, los pistas que no llevan a ningún sitio, las idas y venidas de presidentes y reyes, las persecuciones de vehículos, los rumores, los teorías descabelladas y los detectives sabelotodo, las llamadas telefónicas, los datos anónimos, los arrestos y la sensación de que la historia está a punto de resolverse, sólo para terminar en confusión".
Larsson trabajó sobre dos hipótesis principales sobre el asesinato de Olof Palme. En la primera los responsables fueron los líderes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), quienes habrían arremetido contra el primer ministro por aprobar una ley de deportación de terroristas que afectó a un grupo de su militantes. La policía intentó vincular el asesinato con la muerte de dos desertores del PKK y al hecho de que el lugar del crimen estaba cerca de la sede del PKK en Estocolmo. Larsson creía que esa opción era demasiado conveniente y racista, aunque un líder del PKK capturado años más tarde en Irak admitió haber sido el asesino.
Larsson se inclinaba por una segunda teoría que señalaba que miembros segregacionistas de los servicios de seguridad de Sudáfrica habrían ordenado el asesinato para frenar la virulenta oposición de Palme contra el Apartheid y el financiamiento millonario de Suecia al Congreso Nacional Africano, fundado por el entonces preso político Nelson Mandela.
El periodista Jan Stocklassa tuvo acceso a los archivos de Larsson y se dedicó durante cuatro años a atar los cabos que el novelista había dejado sueltos.
En el libro Stieg Larsson. El legado, Stocklassa retomó los apuntes de Larsson sobre el asesinato político que habría incluido una conspiración internacional con tal acierto que fue retomada como una línea de investigación por la policía sueca. El investigador principal anunció en la televisión que están entrevistando nuevos testigos y analizando nuevas evidencias físicas 33 años después del fatídico ataque.
Stocklassa cree que el asesino aún vive y está bajo la mira de las autoridades suecas. Las teorías de Larsson aún resuenan para dilucidar el misterio.
I completely agree with Stieg Larsson and Jan Stocklassa, on "...Democracy is not God given, you have to fight for it. May be we have taken it for granted for too long". Source(TOI/20.10.19/Pg.23) pic.twitter.com/lYcaCwYzsl
— Paul Thottam (@paulthottam) October 20, 2019