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¿Qué le pasa a esta fotografía para que haya encendido las redes?

Basta ya.

De verdad, basta ya.

Miren a esta mujer. Tipazo, musculada, en bikini, luciendo cuerpo espectacular en la playa. Con su hijo acariciándole la barriguita.

¿He dicho hijo? ¿He dicho barriguita?

¿Qué le pasa a esta fotografía?

(Instagram)
(Instagram)

¿Qué le pasa a esta fotografía? Pues que su protagonista, Sarah Stage, una modelo de 33 años, está embarazada de cinco meses. De su segundo hijo. El segundo, insisto. ¿Ven ustedes la tripa? Pues eso.

Que haga lo que quiera. Que quede claro que no la estoy criticando. Ella tiene su cuerpo y es libre, mientras no perjudique al bebé.

Pero que, por favor, los medios dejen de glorificarla, de ponerla como ejemplo. “La espectacular figura de la modelo embarazada de cinco meses”. “El cuerpo atlético de una modelo embarazada”. Y así.

¿Se imaginan la presión que eso supone para otras embarazadas?

Sarah Stage ya lo hizo con su primer hijo, hace dos años -el niño que ahora acaricia la tripa de su mamá en la playa-. Miren esta fotografía, que la modelo la tomó cuatro días antes de dar a luz. Esto es un embarazo de nueve meses.

(Instagram)

Dejemos de glorificar estos cuerpos irreales de mujeres embarazadas. O los cuerpos irreales de mujeres que acaban de dar a luz y parecen recién esculpidas por un Dios perfeccionista. Los embarazos no son así, de la misma manera que la talla 34 y un cuerpo firme, sin imperfecciones y con un culo respingón se da pocas veces de manera natural en la raza humana de sexo femenino.

Poner de ejemplo a estas embarazadas que parecen no estarlo -y criticar a las que tardan en recuperarse, recordad si no las fotografías en la alfombra roja de los Oscars de Penélope Cruz cinco semanas después de dar a luz- es como alabar la delgadez extrema como norma. ¡Ah, calla! que eso ya lo hacen muchos medios y diseñadores.