¿Qué especie responde mejor a "la supervivencia del más apto"?

La idea base de la Teoría de la Evolución, la supervivencia de los más fuertes – que en realidad es un error, como veremos enseguida – se entiende rápidamente. Pero si nos paramos a pensarlo, ¿eso no significaría que tendría que existir una especie, la de “los más fuertes”? En realidad no, porque todos lo son por igual, como se explica en un artículo reciente.

Pero para entenderlo, hay que desmontar un error común, al que ya hemos hecho referencia. Cuando Charles Darwin propuso la evolución por selección natural, explicó que se basaba en la supervivencia de los más aptos – survival of the fittest en inglés. No los más fuertes, si no los mejor adaptados a su entorno.

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Foto de Getty Images.
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¿Y cómo se sabe quién está mejor adaptado? Simple y sencillo: aquél que deja más crías. Los mejor adaptados, los que mejor aprovechan su entorno, llegan en mayor cantidad y mejor estado de salud a la edad reproductiva. Gracias a ello, tienen más crías que heredan sus características, lo que hace que estén a su vez mejor adaptadas y sobrevivan mejor para dejar más crías.

Así funciona la evolución, o al menos así la entendemos. El caso es que, visto así, habrá unas especies con más fitness – esta es la expresión técnica – que otras. Y llevando la cosa al extremo, las que tienen menos fitness, ¿no deberían desaparecer?

Para responder esta pregunta, un grupo de investigación decidió comprobar cómo de adaptadas estaban distintas especies. Evidentemente, no pudieron estudiar a todas las que existen, pero sí un número suficientemente amplio y representativo. En cada una de ellas analizaron cuánta inversión energética realizaban para dejar descendencia.

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La inversión energética es un concepto muy interesante. Se refiere a cuánto alimento del que cogen los padres se destina a tener hijos. Pero no sólo a producir los óvulos y espermatozoides – en los casos donde los haya, claro – si no en todo el proceso. Si son animales, se contabilizan los cuidados parentales, en mamíferos también el tiempo de embarazo, en plantas la cantidad de material con que cuenta el fruto si es que cuenta con algo, en bacterias el tamaño relativo de las células…

El resultado es claro y directo: cada especie tiene un valor absoluto, pero en términos relativos todos aportan lo mismo. La cantidad de alimento – energía y materia – que se cede a la siguiente generación es constante. Puede que un alga simplemente divida su cuerpo en dos células hijas, pero su inversión en la supervivencia de sus crías es igual que la de una elefanta africana, con un embarazo de 22 meses y largos cuidados durante la infancia de la cría.

Así que la famosa frase de la supervivencia de los más aptos se traduce en aquellos que realizan una determinada inversión en que sus crías sobrevivan. Y por eso, todas las especies actuales y pasadas – y futuras, si no nos cargamos antes el planeta – son igual de importantes y relevantes.