Qué es el invierno nuclear, una solución al cambio climático que nadie quiere

invierno nuclear - imagen creative commons vista en Flickr - crédito Xavier Laviron
invierno nuclear - imagen creative commons vista en Flickr - crédito Xavier Laviron

Ahora que todos estamos atemorizados por el perceptible y constante alza en las temperaturas globales. Ahora que vemos que el récord de mes más caluroso del registro histórico se bate prácticamente cada año (como sucedió el pasado julio) de forma consecutiva. Ahora que vemos a muchos científicos se afanándose en buscar posibles soluciones que enfríen el planeta unos pocos grados, quisiera hablaros de un método infalible para que la temperatura descienda hasta 9 grados casi instantáneamente. Este “truco” es posible además con una tecnología que ya existe, no haría falta inversiones millonarias en I+D. Poniéndola en práctica haríamos pasar al planeta por un invierno que extendería su reinado durante varios años. ¿Por qué no aplicar esa solución entonces? Porque nadie en su sano juicio querría enfriar el planeta a un coste tan tremendo: la probable extinción de la humanidad y de casi todas las especies animales a causa de un invierno nuclear.

Los que hemos vivido la Guerra Fría estábamos familiarizados con este concepto, que sobrevendría si las dos potencias nucleares entrasen en guerra haciendo uso de sus enormes arsenales nucleares. Tras la explosión de todos los artefactos y la destrucción casi completa y mutua de ambos contendientes, las bombas levantarían una enorme nube de polvo que, suspendidas sobre la atmósfera durante meses, ocultaría por completo la visión del sol sumiendo a la superficie del planeta en la oscuridad. Las plantas serían las primeras en morir, al ser incapaces de realizar la fotosíntesis, y tras ellas toda la cadena trófica que hubiera tenido la fortuna de sobrevivir a las explosiones y a la radiación, iría desmoronándose como fichas de dominó puestas en hilera.

¿Por qué os vuelvo a hablar ahora de este viejo modelo climático derivado de un conflicto nuclear a escala global? Pues porque un equipo de investigadores de la Universidad Rutgers, del Centro Nacional para Investigación Atmosférica de los EE.UU. y de la Universidad de Colorado ha realizado un estudio que confirma que – una guerra nuclear entre Rusia y los Estados Unidos - daría como resultado un invierno nuclear.

En este nuevo trabajo, los investigadores tuvieron en cuenta un número muy alto de variables, tales como el número estimado de bombas, su potencia, el lugar en el que explotarían y la cantidad de humo que podría generar cada una de ellas. El análisis se centró en el peor de los escenarios, aquel en que ambos bandos emplean todas las bombas de su arsenal, es decir el de la guerra total. Además, los investigadores asumieron que todas y cada una de las bombas alcanzarían su blanco.

Tras realizar los cálculos con el nuevo modelo diseñado, se compararon los resultados con otros llevados a cabo en 2007 por el Instituto Goddard para el Estudio del Espacio. ¿El resultado? En ambos modelos el invierno nuclear sobrevendría, reduciendo la temperatura global en 9 grados durante varios años. Además, las precipitaciones se reducirían en un 30% durante los primeros meses que siguieran a la guerra.

También aparecieron algunas diferencias entre los modelos, por ejemplo el de 2007 predecía el colapso de la estación de los monzones y cambios muy notables en el fenómeno climático que llamamos El Niño. Mientras que el nuevo modelo predice que la cubierta global de humo duraría más tiempo que lo que decía el anterior. En ambos casos el humo comenzaría en los lugares en los que los artefactos nucleares explosionaban, y se iría extendiendo poco a poco por todo el hemisferio norte hasta, finalmente, llegar también al hemisferio austral.

¿Se extinguiría la humanidad? Ninguno de los modelos mencionados trató este asunto, y aunque durante la década de los 80 esto se daba por supuesto, lo visto en la zona de exclusión de Chernobyl sugiere que tal vez podría haber bolsas de habitabilidad, y por tanto supervivientes.

Sea como sea es mejor que la respuesta no llegue a saberse jamás, y que encontremos otra forma de enfriar el planeta que no involucre la llegada de un invierno nuclear.

El trabajo se ha publicado en Journal of Geophysical Research: Atmospheres

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