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Putin dio instrucciones específicas para intervenir en las elecciones de EEUU y ayudar a Trump, según reporte

El escándalo por la injerencia de Rusia en las pasadas elecciones presidenciales en Estados Unidos es candente, posiblemente el mayor factor de riesgo e inestabilidad a escala política que enfrenta el gobierno de Donald Trump. Y nuevas revelaciones y reconocimientos no han hecho sino atizar esa llama.

El presidente Donald Trump recibió al ministro de Exteriores de Rusia. Sergey Lavrov, en la Casa Blanca e incluso le compartió información clasificada. Todo mientras arreciaba el escándalo de la injerencia de Rusia en la elección de 2016. (AP)
El presidente Donald Trump recibió al ministro de Exteriores de Rusia. Sergey Lavrov, en la Casa Blanca e incluso le compartió información clasificada. Todo mientras arreciaba el escándalo de la injerencia de Rusia en la elección de 2016. (AP)

Para empezar, la Casa Blanca finalmente ha aceptado lo que los reportes de las agencias de inteligencia estadounidenses han dicho por meses: agentes al servicio de Rusia sí se entrometieron en el proceso electoral de 2016, aunque se matizó que el presidente está seguro de que eso no afectó el resultado de la votación.

Eso no significa, con todo, que Trump haya aceptado públicamente todas las ominosas posibilidades y responsabilidades de esa intrusión, y por el contenido de una reciente oleada de mensajes en Twitter parece que aún minimiza el alcance y la gravedad del asunto. Por lo que dijo en sus tuits intenta limitarlo al hackeo del servidor de email del Partido Demócrata y aún pone todo al asunto como una invención de los demócratas para justificar su derrota en las elecciones.

Incluso alega que si Rusia en efecto intervino, eso sucedió durante la administración de Barack Obama y se pregunta por qué su antecesor no hizo nada para detenerlo.

En sus tuits, Trump no hace alusión a otras de las ominosas implicaciones de la intervención de Rusia: los vínculos posiblemente irregulares de varios de sus más cercanos colaboradores con altos funcionarios o personajes de Moscú, la posible colusión al interior de su equipo de campaña con agentes rusos o los crecientes datos que muestran que desde Rusia se habría, incluso, tratado de irrumpir en los sistemas de captación del voto en multitud de estados del país.

Así, parece que aunque la Casa Blanca finalmente ha aceptado que la injerencia rusa no fue una invención sino una realidad, Trump sólo habría reconocido una parte de ella, la que no le atañe directamente. Y, al mismo tiempo, ha mostrado una singular cercanía hacia el régimen de Moscú, al grado de haberle compartido información clasificada proporcionada por un país aliado, lo que consternó al aparato de inteligencia del país, y habría buscado frenar (por lo dicho en testimonios ante el Senado) la investigación del FBI sobre la relación con Rusia de su exasesor de Seguridad Nacional.

Por otro lado, en realidad el gobierno de Obama sí trató de frenar y sancionar la intrusión electoral de Rusia, como se relata en The Washington Post, aunque en varios aspectos eso se hizo de modo tardío. De acuerdo a ese reporte, en agosto de 2016, en plena campaña electoral por la presidencia entre Trump y Hillary Clinton, el presidente Obama recibió un reporte secreto de la CIA que indicaba que el mandatario ruso Vladimir Putin estaba directamente implicado en una “cibercampaña para alterar y desacreditar la elección presidencial estadounidense”.

Y el reporte incluso indicó que los objetivos específicamente planteados por Putin fueron provocar la derrota de Clinton (o al menos dañarla) y ayudar a la elección de Trump.

La reacción del gobierno de Obama fue mesurada en lo público, aunque de acuerdo al Post sí se realizaron fuertes advertencias a altos funcionarios rusos para que no continuaran su intrusión en el proceso electoral. E, incluso, de acuerdo a la televisora CBS, en sus últimos tiempos antes del cambio de administración, Obama autorizó colocar “implantes” en redes de Rusia que podrían ser activados para lanzar un ciberataque de represalia, pero se dejó al nuevo presidente, Trump, la decisión sobre si ordenar tal acción.

Y, de acuerdo al Post, el gobierno de Obama también discutió otras formas de reacción, como la publicación de materiales embarazosos para Putin y la imposición de amplias sanciones económicas contra Rusia.

Russian President Vladimir Putin (L) meets with his US counterpart Barack Obama on the sidelines of the G20 Leaders Summit in Hangzhou on September 5, 2016. ( Alexei Druzhinin/AFP/Getty Images)
Russian President Vladimir Putin (L) meets with his US counterpart Barack Obama on the sidelines of the G20 Leaders Summit in Hangzhou on September 5, 2016. ( Alexei Druzhinin/AFP/Getty Images)

Pero más allá de los “implantes” en redes rusas, de la expulsión de 35 diplomáticos y la aplicación de sanciones limitadas, la reacción a posteriori del gobierno de Obama fue comparativamente reducida, y la administración de Trump no fue tampoco más allá. Incluso, como se ha visto, el presidente ha tenido una cordialidad curiosa ante Rusia.

Críticos han señalado, así, que la reacción de Obama fue blanda, no equiparable a la gravedad de la injerencia electoral de Rusia, y en ese sentido la de Trump ha sido aún más suave o nula. Ni siquiera ha aceptado la existencia misma de tal intervención, pues sus recientes reconocimientos parecen acotarla al hackeo del Partido Demócrata sin incluir otras intrusiones ni los posibles contactos irregulares de su propio entorno con entidades rusas.

En todo caso, las investigaciones sobre el tema que en el Congreso y en la oficina del fiscal especial para el caso, Robert Mueller, aún están en sus primeras etapas y parece que aún queda mucha tela por cortar y desvelar. Si en efecto, como lo sugieren los reportes de agencias de inteligencia, la injerencia rusa fue extensa, el caudal de revelaciones, datos y acusaciones potenciales al respecto no hará sino arreciar, aunque no es claro aún qué tanto de lo que se descubra será dado a conocer de modo pronto a la opinión pública ni cuáles serán los alcances legales y políticos de ello.

En tanto, la duda sobre por qué Trump solo habría reconocido de modo parcial y tardíamente lo que sería una de las más graves intrusiones extranjeras en la vida política del país en tiempos modernos continúa ominosa y punzante.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro