De la Puna a la Antártida: la digitalización acercó sociedades que estaban aisladas

Carla Quiroga (LA NACION) dialogó con Rosario Quispe Warmi (coordinadora de la Universidad de la Puna), Ángel Luna (jefe comunal de Chuña) y Walter Nahuel Tripay (jefe de la Base Antártica Esperanza) sobre como las telecomunicaciones ayudaron al desarrolló de sus localidades
Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Malavolta

Si el Covid-19 funcionó como un "acelerador" del desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) durante este último tiempo, las nuevas conexiones en los lugares "más remotos" de la Argentina tuvieron el mismo impacto. Pero uno mucho más fuerte en aquellas sociedades que estaban aisladas del mundo, que vivían en el siglo XXI sin líneas de teléfono, sin internet ni banda ancha.

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La pandemia demostró la importancia de la conectividad para integrar y potenciar el desarrollo digital en el futuro, pero destacaron también lo indispensable de estas conexiones para la educación y el trabajo en pueblos alejados de las grandes ciudades.

En diálogo con LA NACION, tres personas dieron sus testimonios de cómo la tecnología significa progreso en su entorno y que ha demostrado que ya no pueden vivir sin ella.

Polo Sur y alejados de todo

"Nos permitió la conectividad las 24 horas del día", aseguró Walter Nahuel Tripay, jefe de la Base Antártica Esperanza, quien dialogó con la periodista Carla Quiroga. Allí viven 10 familias y en total son 63 personas, de los cuales 15 son niños. Recién este año se logró una conectividad completa en el lugar que le permite a la población conectarse cuando quiera.

"Estar conectados de forma permanente influye en el bienestar de cada uno de los habitantes", aseguró, y agregó que la conectividad permitió a chicos de secundaria poder hacer sus estudios a distancia. Él y su familia llegaron hace casi un año a la base y pudieron tener la misma conectividad que en su casa en Chubut, pero aseguró que nunca se imaginó poder estar hablando por videoconferencia a todas partes del mundo.

Walter Nahuel Tripay (jefe de la Base Antártica Esperanza) aseguró que "el estar conectados de forma permanente influye en el bienestar de cada uno de los habitantes"
Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Malavolta

"Antes, para comunicarme tenía que marcar los 25 números del teléfono que me habilitaba un crédito y podía hablar solo un tiempo -dijo-. La conectividad nos permitió estar con nuestros seres queridos todo el día"

Asimismo, explicó que la digitalización también impulsó el alcance de su radio. "Antes era por banda corta y desde que llegó internet nos escuchan también por streaming", dijo.

Tan cerca, pero tan lejos

"La llegada de la antena de telefonía móvil nos favoreció mucho porque no teníamos conexión directa a ninguna región importante del país. Hoy, nos podemos conectar con el mundo", aseguró Ángel Luna, jefe comunal de Chuña, localidad en la provincia de Córdoba.

"Era un pueblo prácticamente olvidado", aseguró. Con 500 habitantes, Chuña está 136 kilómetros al norte de la capital. Luna vivió allí toda su vida y su ilusión siempre fue lograr cosas importantes; y así lo hizo. Entre ellas: casas viviendas, la erradicación del mal de chagas y mejoras en el sistema de agua potable y en la comunicación en el pueblo. Gracias a eso, los chicos de la escuela secundaria ahora pueden acceder a información y durante el aislamiento pudieron tener clases.

Ángel Luna (jefe comunal de Chuña) aseguró que antes de la conectividad era un pueblo olvidado
Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Malavolta

"Lo venimos gestionando hace mucho tiempo, porque era una necesidad primordial para los vecinos y para mejorar la calidad de vida", dijo. Fue en julio del año pasado cuando recién llegó la antena al pueblo y de ahí en adelante todo cambió. "Mejoró muchísimo la calidad de vida de todo el pueblo. La gente estaba feliz por poder conectarse con parientes", aseguró.

La tecnología como base de la educación

"En la Puna fue lo mejor que pudimos tener, gracias a eso está la universidad aquí. De ninguna manera hubiéramos podido si Telecom no hubiera instalado todos los aparatos que ha puesto", dijo Rosario Quispe Warmi, coordinadora Universidad de la Puna.

Rosario es una mujer coya y líder natural de la Puna Jujeña. Trabaja para que las comunidades coyas puedan desarrollar su vida en su tierra, sin tener que emigrar forzadamente a las ciudades en busca de sustento.

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Para ello, encaró la situación desde diversas aristas: microcréditos para proyectos productivos de ganadería y cultivo, emprendimientos de turismo, artesanías, pequeñas empresas sociales y campañas de prevención en temas de salud. Incluso ha inaugurado la Universidad de Warmi, primera escuela de estudios superiores en la Puna.

A su vez, logró que 20 chicos estén estudiando medicina en el exterior. Hoy, cuenta con más de 3000 socios y unas 6000 familias que están logrando igualdad de oportunidades sin necesidad de migrar. Sueña con una Puna mejor, con profesionales que lideraran el cambio y el desarrollo para ellos y sus familias. Además, en este último tiempo, fueron muchos los chicos que pudieron recibirse a la distancia. "Tenemos un abogado en el pueblo y nos encantaría poder compartirlo con el mundo", dijo.

Rosario Quispe Warmi (coordinadora de la Universidad de la Puna) aseguró que las nuevas conexiones fueron "lo mejor que pudimos tener"
Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Malavolta

La llegada de las telecomunicaciones fue uno de sus tantos trabajos que llevan a este mismo objetivo: más digitalización para más desarrollo. "Que el pueblo pequeño este haciendo cosas significa que estamos vivos. Las comunidades somos el patrimonio vivo ", cerró Rosario, quien fundó la Asociación Warmi Sayajsunqo para defender a las comunidades de la zona, recibió varios premios relacionados a la ayuda social y hasta estuvo nominada para el Premio Nobel.