“¿Por qué el pueblo cubano (aún) apoya al castrismo?”, ensayo de Alfredo de Triff

Hay que ser bastante osado para atreverse a publicar en Miami un ensayo titulado ¿Por qué el pueblo cubano (aún) apoya al castrismo? (Ediciones Exodus, 2023). ¿Aún?, se preguntarán indignados muchos exiliados, a lo que seguramente seguirá una retahíla de argumentos dirigidos a refutar el título: ¿Y las protestas del 11 de julio de 2021, donde miles de personas salieron a las calles a gritar Patria y Vida? ¿Y el éxodo masivo hacia los Estados Unidos, que en los dos últimos años ha registrado la cifra récord de más de 553 mil cubanos? ¿Y las denuncias por todo tipo de carestías que a diario se suceden a lo largo y ancho de la isla? El autor de esa “apostasía” miamense es Alfredo Triff, un habanero de talante renacentista que, además de músico y ensayista, también es matemático, profesor de filosofía, crítico de arte y conferencista. Lo más significativo: Triff, a pesar del título de marras, ejerce con lúcida ironía el “oficio” más antiguo y noble entre los exiliados cubanos del sur de la Florida: el de anticastrista.

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Digámoslo de una vez, antes de que las páginas del libro caigan bajo el peso de una famosa aplanadora de la Calle Ocho: cuando Triff afirma que el pueblo cubano aún apoya al castrismo, de lo que está hablando es de una reconversión ideológica que algunos exiliados han comenzado a experimentar con el advenimiento de la era woke. El wokismo, afirma el autor, es el sucedáneo actual de la violencia revolucionaria, principal agente de cambio del movimiento comunista en el siglo XX. Triff señala que el ascenso al poder del llamado Socialismo del Siglo XXI —“caballo de Troya por la vía democrática”—, coincide con el momento en que la izquierda descubre que el entramado “occidentocentrista” de las sociedades más prósperas puede ser desmantelado desde adentro. Y es en ese contexto que el cubano anticastrista, defensor a ultranza de los valores democráticos norteamericanos, comienza a ser seducido por un nuevo marxismo que “llega vestido de caperucita”. El caballo de Troya de esa nueva lucha, según Triff, es el “método revolucionario mediático”, más conocido como “cultura de la cancelación”.

Pero al autor le preocupa tanto la suerte del pueblo cubano como la del estadounidense —en realidad, lo que más le preocupa es que el destino de este último termine pareciéndose al del primero—, por lo que su libro es un llamado a salvar un modelo de gobierno que está en peligro. “Las repeticiones no son calcos, pero las similitudes son pavorosas”, señala al identificar las narrativas comunes al castrismo y el ideario woke. Estas son: negar los avances sociales del pasado (los castristas hablan de “seudorepública” para referirse a la etapa histórica que los precedió; los woke estadounidenses creen que el relato fundacional de su nación es una patraña instaurada por supremacistas blancos); instigar los conflictos originados en las diferencias de clases (ricos contra pobres en el castrismo; blancos contra negros en el wokismo); y lo que el autor llama “catastrofismo”, una visión apocalíptica en la que la Revolución se reserva el derecho de salvar a los cubanos de la “hecatombe capitalista”, la misma catástrofe que según los wokes acabará con el planeta Tierra.

Para beneplácito de los lectores, el ensayo está escrito en un estilo directo y ameno, con sentido de urgencia y un afán de síntesis propios de la misión salvadora que el autor se ha propuesto. Dadaísta irredento, escritor paradójico y a ratos hermético —la complejidad en Triff siempre responde a una opción estilística y no a una limitación—, su cambio de registro en este libro recuerda lo que Susan Sontag escribió sobre los escritos más accesibles de Simmel y Adorno: “A veces el ensayista es un escritor difícil que ha condescendido, felizmente, a la forma del ensayo”. No obstante, el bagaje filosófico del autor resulta decisivo a la hora de desarticular algunos de los ejes centrales del ideario woke. Por ejemplo, a ese “presentismo” que mira con ojeriza al pasado, Triff lo examina desde la perspectiva de la axiología, una rama del conocimiento que estudia los juicios de valor moral según la cosmovisión de la época. “La proposición ‘la esclavitud es mala’ es verdadera”, afirma el escritor, “pero no tiene el mismo sentido en 2023 que en 1723, 1523, o 123 d.C.”.

Con su provocador título, Alfredo Triff se suma a una lista cada vez más extensa de autores que, a riesgo de ser “cancelados” y tildados de fascistas —o sea, de ser pasados por la aplanadora woke—, han decidido poner en entredicho lo que uno de esos autores, David Mamet, califica como “neopuritanismo” o “matonismo cultural”. Por su rigor intelectual y sus sólidos argumentos, por su eficacia comunicativa y su didactismo, pero sobre todo porque su autor se formó durante el período más woke del régimen, ¿Por qué el pueblo cubano (aún) apoya al castrismo? está pidiendo una traducción urgente al inglés. Lo de “regresar al futuro” es algo que a los americanos les gusta mucho y de eso Alfredo Triff sabe más que el mismísimo Marty McFly.

cgpandiello@gmail.com