¿Pudiera una Corriente del Golfo más lenta provocar más inundaciones? Estudio de UM lo averiguará

¿Pudiera el cambio climático causar el colapso de una corriente oceánica crítica que influye en todo, desde el nivel del mar en el sur de la Florida hasta los monzones en el Pacífico y las temperaturas en Europa?

El martes por la mañana, científicos de la Universidad de Miami embarcaron rumbo a las Bahamas para responder a esta pregunta. El equipo, dirigido por Lisa Beal, profesora de Oceanografía de UM, monitoreará las condiciones de la Corriente de la Florida, una parte de la Corriente del Golfo que alimenta otra corriente clave que ayuda a distribuir el calor por todo el Atlántico.

Esta cinta transportadora del calor oceánico puede estar a punto de colapsar, según un controversial estudio publicado el mes pasado en la prestigiosa revista de investigación Nature, que acaparó titulares mundiales al pronosticar que este desastre cambiaría drásticamente los patrones meteorológicos en todo el mundo.

El seguimiento de la fuerza de la Corriente de la Florida ayudará a los científicos a determinar si esa cinta transportadora, conocida como Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC), se está desacelerando o no.

“Nos dará otra pista sobre si los cambios que ocurren en la Corriente del Golfo son coherentes con un debilitamiento de la Circulación de Vuelco”, dijo Beal.

Una de las posibles consecuencias de un debilitamiento de la Corriente de la Florida sería un aumento del nivel del mar y más inundaciones en los días soleados en Miami, junto con el resto de la costa este de Estados Unidos y las Bahamas, dijo Beal. Pero agregó que los científicos no pueden estar seguros hasta que puedan medir lo que está pasando en la corriente.

“Lo que trato de hacer es añadir más información que podamos dar a la gente de la ciudad para que sus expectativas de cuándo va a haber una inundación, por ejemplo, sean un poco más exactas”, dijo Beal en un video publicado por UM.

Una mirada inédita a la Corriente de la Florida

Durante la próxima semana, el equipo de Beal colocará nueve dispositivos de monitoreo a lo largo de un tramo de unas 60 millas de fondo marino entre el sur de la Florida y las Bahamas. Estas estaciones medirán cada 10 minutos la velocidad a la que fluye la corriente, así como el nivel del mar y la temperatura y salinidad del agua, durante los próximos cinco años.

Este torrente de datos proporcionará a los científicos un nivel de detalle sin precedentes sobre las condiciones de la corriente de la Florida.

Hasta ahora, los científicos se basaban en un único cable telefónico abandonado tendido entre la Florida y las Bahamas para monitorear la corriente. Midiendo el voltaje de la electricidad que cruza la línea telefónica, los investigadores pueden deducir la rapidez con que el agua debe pasar por encima.

Esto proporciona a los científicos al menos algunos datos que se remontan a 1982, que han usado para determinar que la Corriente de la Florida podría haber reducido su velocidad en las últimas cuatro décadas.

Lisa Beal, profesora de Oceanografía de la Universidad de Miami (extrema izquierda) revisa los instrumentos que se desplegarán en la Corriente de la Florida con Allie Cook, estudiante de licenciatura de UM, y Rachel Sampson y Paloma Cartwright, estudiantes de doctorado en Ciencias Oceánicas y miembros del laboratorio de Beal. Diana Rose Udel University of Miami Rosenstiel School

Pero una vez que los instrumentos de Beal estén en el agua, dijo, ella podrá de monitorear la corriente con mucha más precisión, lo que permitirá a su equipo ver cómo las temperaturas del océano afectan a su flujo y rastrear el origen de las bolsas individuales de agua en función de su temperatura y salinidad.

Incluso Beal podrá determinar con exactitud las condiciones oceánicas que provocan las inundaciones específicas de la Marea Rey en Miami durante los próximos cinco años. “Podremos decir: ‘Oh, mira, tenemos más masa de agua del Atlántico Sur’, o ‘Tuvimos una mayor recirculación’ o ‘La estructura de la corriente estaba más cerca de la costa o más lejos de ella, y eso afectó al nivel del mar’”, dijo.

Un vistazo al nivel del mar en el futuro

Determinar las condiciones oceánicas no es solo un ejercicio académico. La forma de la corriente de la Florida afecta directamente a la vida cotidiana en el sur de la Florida, aunque muchos de nosotros no nos demos cuenta.

Esto se debe a que el mar no es una superficie plana. Los vientos y las corrientes predominantes amontonan el agua más arriba en unas partes del mar que en otras. La Corriente de la Florida, por ejemplo, eleva el nivel del mar más de dos pies en el lado bahameño de la corriente que en la costa de la Florida, según la NOAA.

Si la corriente se debilita, la diferencia en el nivel del mar entre la Florida y las Bahamas pudiera empezar a igualarse, elevando el nivel del mar en Miami, y más allá.

“La corriente de la Florida es una parte muy importante de las condiciones oceánicas en esta zona, por lo que los impactos no se concentrarán solo en la Florida”, dijo Paloma Cartwright, estudiante de doctorado en el laboratorio de Beal que trabaja en el proyecto. “Se verán en la costa este de Norteamérica y en las Bahamas”.

De izquierda a derecha: Allie Cook, estudiante de Oceanografía; Paloma Cartwright (centro) y Rachel Sampson, ambas doctorandas en Ciencias Oceánicas, toman un descanso mientras clasifican el equipo en la cubierta del barco que desplegará sensores para monitorear la Corriente de la Florida. Diana Rose Udel University of Miami Rosenstiel School
De izquierda a derecha: Allie Cook, estudiante de Oceanografía; Paloma Cartwright (centro) y Rachel Sampson, ambas doctorandas en Ciencias Oceánicas, toman un descanso mientras clasifican el equipo en la cubierta del barco que desplegará sensores para monitorear la Corriente de la Florida. Diana Rose Udel University of Miami Rosenstiel School

Una quinta parte del territorio del Condado Miami-Dade está dos pies o menos por encima del nivel del mar, según los datos de elevación del condado, lo que significa que incluso pequeños cambios en las corrientes oceánicas que alteren el nivel local del mar pudieran tener un impacto desproporcionado en grandes franjas de Miami.

Medición de datos en el fondo del mar

En parte, el estudio de Beal es tan singular porque no es fácil colocar equipos científicos en el Estrecho de la Florida. “La corriente es tan fuerte que todo es arrastrado por el viento”, dijo Beal.

Eso descarta anclar largas cuerdas al fondo del mar y hacer flotar instrumentos a varias profundidades para medir la temperatura, la velocidad del agua y la salinidad: la corriente derribaría la línea. Más bien, Beal y su equipo anclarán dispositivos de vigilancia al fondo marino en nueve puntos y medirán las condiciones desde allí.

Vista interior de una ecosonda invertida de corriente y presión, uno de los sensores que Beal y su equipo usarán para monitorear la corriente de la Florida.
Vista interior de una ecosonda invertida de corriente y presión, uno de los sensores que Beal y su equipo usarán para monitorear la corriente de la Florida.

Cada dispositivo emitirá un chirrido de alta frecuencia cada 10 minutos. Las ondas sonoras atraviesan el agua, rebotan en la superficie del mar y acaban descendiendo hasta el fondo marino, donde los dispositivos de vigilancia miden el tiempo que tarda en volver el eco. Esto permite a los científicos determinar la temperatura del agua, ya que la velocidad del sonido en el agua varía en función de la temperatura.

Cada dispositivo tiene también un manómetro, que mide el peso del agua que lo presiona. Esto indica a los científicos cuánta agua hay encima de cada dispositivo, lo que les permite medir el nivel del mar. Por último, los dispositivos también disponen de instrumentos que miden la velocidad a la que el agua se desplaza por el fondo marino.

Combinando estas tres mediciones y un montón de cálculos matemáticos, los científicos también pueden estimar la salinidad del agua y modelar el aspecto de toda la columna de agua por encima de cada sensor. Esto les proporcionará más datos necesarios para averiguar qué está ocurriendo en la corriente de la Florida y si indica que la AMOC va camino de colapsar.

“Incluso si [la Corriente de la Florida] se está debilitando, ¿lo hace de un modo que afecte a la AMOC?”, dijo Beal. “No lo sabremos a menos que podamos medir cómo está cambiando el contenido de calor, porque eso está relacionado con las masas de agua, eso está relacionado con si los cambios ocurren en la columna de agua superior o en la columna de agua inferior y, en última instancia, si entendemos que forman parte de la AMOC o no”.

Un año de espera para obtener datos

Aunque los sensores entrarán en el agua esta semana, Beal no obtendrá datos hasta dentro de un año. Es entonces cuando ella y su equipo planean retirar los sensores, descargar sus datos y volver a colocarlos en el fondo marino.

“No dispondremos de datos en tiempo real, lo cual es una pena”, dijo Beal. Pero eso se debe a las limitaciones físicas de investigar en las profundidades oceánicas”. Todos los sensores de Beal estarán situados a varios cientos de metros de profundidad, fuera del alcance de la mayoría de las señales de comunicación.

“Estamos atrapados en el viejo mundo del código morse”, dijo Beal. “Usamos la acústica para comunicarnos con nuestros instrumentos, literalmente punto punto punto, guión guión... así que imagine cuánto tiempo toma obtener información de esa manera. Es realmente ineficaz”.

Lisa Beal, profesora de Ciencias Oceánicas en la Escuela Rosenstiel de la Universidad de Miami, revisa un manifiesto de equipos a bordo del R/V F.G. Walton Smith, el buque que desplegará sensores para monitorear la Corriente de la Florida. Diana Rose Udel University of Miami Rosenstiel School.
Lisa Beal, profesora de Ciencias Oceánicas en la Escuela Rosenstiel de la Universidad de Miami, revisa un manifiesto de equipos a bordo del R/V F.G. Walton Smith, el buque que desplegará sensores para monitorear la Corriente de la Florida. Diana Rose Udel University of Miami Rosenstiel School.

Es incluso más difícil escuchar los puntos y rayas de un barco que enciende sus motores para mantener su posición en una corriente en movimiento. Así que Beal optó en su lugar por recoger los sensores cada nueve o 12 meses y ponerse al día con todos los datos que ha perdido.

“Podremos entrar y ver los detalles, pero a posteriori”, dijo.

Este artículo sobre el clima está financiado por (FIU) y la en colaboración con Journalism Funding Partners. El Miami Herald mantiene el control editorial de todo el contenido.