El proyecto de protección para el Lago de Texcoco ignora la conservación de los ahuehuetes en el lugar

FOTOS: Sharenii Guzmán
FOTOS: Sharenii Guzmán

En las comunidades alrededor del Lago de Texcoco se acaban los ahuehuetes. Estos árboles representativos del lugar han sido mutilados, incendiados, secados, y su abandono incluso se refleja en que no fueron contemplados en el proyecto para hacer de la zona un Área Natural Protegida (ANP). 

Cerca del centro municipal de San Salvador Atenco, Estado de México, se encuentra el Parque Ejidal El Contador, sitio donde quedan contados ahuehuetes maduros. Según estudios históricos, esos árboles estaban ahí desde el siglo XVI, pero las malas prácticas administrativas en el municipio transformaron el sitio —también conocido como “Los Ahuehuetes”— en un balneario del que también se han perdido piezas arqueológicas.

El proyecto Texcoco en el tiempo tiene más de una década documentando el pasado histórico, cultural, social y ambiental en los alrededores del municipio. Uno de sus registros muestra una fotografía aérea de 1930 de lo que fuera El Contador, donde se observa gran cantidad de ahuehuetes.

Sin embargo, el Estudio Previo Justificativo para hacer de la zona una ANP no contempló la conservación de ejemplares cercanos al polígono.

Laura Martínez Ramírez, bióloga texcocana, especialista en el estudio de aves migratorias y fundadora del proyecto Xooch ‘Aleteos por la Cuenca’, señaló que los remanentes del Lago de Texcoco aún contienen riqueza histórica y ambiental, a pesar de los cambios que ha enfrentado y de los megaproyectos de la época actual.

“El intentar que se estableciera un aeropuerto era una amenaza total para las especies y las diferentes formas de vida que habitaban este espacio, pero también para los modos de vida de la gente. Sin duda, que se haya establecido una ANP en este espacio es un paso a favor de este territorio, pero no es la meta”, dijo en entrevista.

Laura Martínez Ramírez, especialista.
Laura Martínez Ramírez, especialista.

Viejos del agua, sin ser considerados

El ahuehuete (Taxodium mucronatum) o “viejo del agua” (del náhuatl Ahuéhuetl, donde atl es agua y huehuetl es viejo) es una especie reconocida como un colosal árbol de la familia de los cedros. Según la plataforma Enciclovida, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), esta especie también es conocida como sabino, ciprés mexicano o ciprés de Moctezuma.

Aurora Montúfar López, bióloga y doctora en Ciencias especializada en arqueobotánica, realizó una amplia radiografía del árbol, incluyendo su morfología, ecología y distribución, así como antecedentes históricos en la Cuenca de México: Teotihuacán, Texcoco, Atenco, Los Remedios y Xochimilco.

En su artículo “Ahuehuete: símbolo nacional”, la especialista habló de los sabinos ilustres en la cuenca, como el árbol de La Noche Triste que cobijó a Hernán Cortés y los árboles que formaron parte de los jardínes del rey Nezahualcóyotl, hoy el parque El Contador. Son árboles tan longevos que llegan a tener hasta 2 mil años, como el árbol de Santa María del Tule, en Oaxaca.

Montúfar López también explicó el aprecio especial de las sociedades mesoamericanas por estos árboles y de sus aplicaciones terapéuticas, religiosas y sociales, al ser indicadores de cauces de ríos extintos o de la desaparición de lechos de agua subterránea. “Estas características, entre muchas otras, le valieron el merecido calificativo de ‘árbol nacional’”, escribió.

Pero en un recorrido por los alrededores de la ANP, pobladores mostraron que algunos de estos árboles se encuentran en mal estado y no fueron contemplados para su conservación.

“No hay registro de ajolotes en el lago”

Con una superficie de 14 mil de hectáreas, la zona del Lago de Texcoco tiene especies representativas como pato golondrino (Anas acuta), chichicuilote (Charadrius vociferus), ajolote de Xochimilco (Ambystoma mexicanum), ajolote de arroyo (Ambystoma leorae), pato mexicano (Anas diazi) y ahuautle (Krizousacorixa femorata), según la Conanp.

Laura Martínez Ramírez, también maestrante en Sociedades Sustentables, explicó que, aunque se tienen registros históricos de algunas especies de ajolotes en este territorio, en la actualidad y con las condiciones del hábitat, pobladores, productores lacustres y algunos especialistas señalan que ya no han encontrado ejemplares en los remanentes del lago.

“Es una realidad, actualmente no hemos encontrado ajolotes, ni la gente que trabaja aquí todos los días”, enfatizó.

Más aún, la experta señaló que las condiciones de contaminación del sitio dificultan que especies como los ajolotes sean reintroducidas, como busca el proyecto de la ANP.

“Sería un reto a largo plazo que se puedan reintroducir estas especies en el territorio, como existieron o se distribuyeron en aquellos años en que se registraron y hablamos de al menos 30 años”, dijo.

Según la publicación “El lago que se niega a morir. Área Natural Protegida Lago de Texcoco”, que distribuyeron la Semarnat y la Conanp en las comunidades aledañas, algunas acciones para la conservación de esta ANP son la recuperación de especies en riesgo como el ajolote de arroyo, una especie amenazada.

Animal Político consultó a la Conanp para conocer cuáles serán las acciones de recuperación de esta especie. Marco Antonio Castro Martínez, biólogo y director regional del Centro y Eje Neovolcánico de la institución, mencionó que el documento justificativo se sustenta con “información documentada de manera ancestral”, es decir, con documentos de los códices que culturalmente se han establecido a lo largo de la historia. 

“Entonces, he de precisarles que el ajolote de río o ajolote de arroyo es una especie que naturalmente sí existía y está documentada en estos antecedentes culturales que se tenían, ancestrales, y que no es que estemos introduciendo una especie, estamos recuperando una especie que nativamente y originalmente se encontraba en el territorio”, sostuvo. 

Castro Martínez señaló que los ajolotes son el grupo de anfibios que más caracteriza al país y al Eje Neovolcánico del centro de México.

“El que los pobladores locales no lo estén identificando como una especie propia (al ajolote de río) es porque, efectivamente, hace tiempo que se perdió por la pérdida de esos ríos que arrastraban con las lluvias al ajolote y que lo depositaban en el lago. Lo que estamos haciendo es recuperar la historia que anteriormente distinguía al Lago de Texcoco”, dijo.

La Conanp señala tener registro de 107 especies endémicas, de las cuales 50 son de flora, 28 de aves, 13 de reptiles, 10 de anfibios, cuatro de peces y dos de mamíferos. Martínez Castro enfatizó que las autoridades trabajarán con los pobladores locales para darles toda la información referente sobre cómo es que pueden recuperar a estas especies. 

Laura Martínez Ramírez, en tanto, menciona que las autoridades deben mirar la conservación de una ANP de manera integral y no como un polígono definido. 

“(Se debe) utilizar este aparato de conservación (como) una herramienta para hacer un manejo integral del territorio que no está acotado al polígono de una ANP, sino como un territorio continuo, que tiene entradas y salidas tanto de la gente que lo habita como de las plantas, animales y demás formas de vida que viven en él y lo visitan”, explica.

Ayer, 22 de marzo, se cumplió un año de que el gobierno declaró el Lago de Texcoco como una ANP. Pobladores señalan que la declaratoria puede ser positiva, pero denuncian que no fueron tomados en cuenta en el proyecto y que no se les considera en las acciones que se están desplegando en la zona.

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