Proyecto hotelero colapsa en Florida. Inversionistas enfrentan la ruina

En una ocasión, mientras promocionaba uno de sus proyectos en un programa de televisión, el empresario y orador motivacional cristiano Rodrigo Azpurua dijo que su empresa existía para el beneficio de otros.

“El fin último de nosotros como empresa no es el dinero”, dijo Azpurúa en una entrevista en el programa matutino de la cadena cristiana internacional en español Enlace. “Nosotros desarrollamos una visión diciendo, debemos servir a otros. Tenemos que crear una empresa donde lo que hagamos sea para el bienestar de la familia, sea para el bienestar de las comunidades, y es el bien de ellos lo que estamos buscando como fin último”.

Pero decenas de personas que han invertido en los proyectos de desarrollo hotelero de Azpurua ven muy poco de los valores que profesa en las acciones del empresario del Sur de Florida, alegando que corren el riesgo de perder cientos de miles de dólares debido a una serie de prácticas empresariales poco transparentes.

“Hay un doble discurso intrínseco en este individuo”, dijo Leonardo Lasso, quien invirtió más de $100,000 de sus ahorros en un hotel que Azpurua desarrolló en Orlando. “Tiene un modus operandi en el que recauda los fondos bajo ciertas condiciones, pero luego se da vuelta y gasta el dinero como quiere, con total discreción y sin cumplir con su palabra, para su beneficio personal y en perjuicio de quienes confiaron en él”.

Demanda en Miami

Lasso es uno de al menos 60 inversionistas desesperados, algunos de los cuales residen en Florida, que afirman estar a punto de perder sus ahorros, e incluso su estatus legal en Estados Unidos, debido a la mala gestión de los proyectos de Azpurua.

En una demanda presentada el mes pasado en el tribunal de circuito de Miami, dos docenas de inversionistas acusaron a Azpurua y su esposa, Dania Carmela Azpurua, de malversar deliberadamente fondos proporcionados por ellos para el desarrollo de un hotel La Quinta y de un hotel Tryp en Orlando.

Otros inversionistas contactados por el Herald dijeron que enfrentaron problemas similares con los proyectos hoteleros de Azpurua en Miami, uno de los cuales nunca se construyó.

Azpurua, un residente de Weston que frecuentaba programas de televisión y escribía columnas en los periódicos promocionando sus proyectos, recaudó millones de dólares de inversores individuales, que oscilaban entre los $50,000 y un millón de dólares cada uno.

Algunos de ellos proporcionaron el dinero en el marco del Programa de Inversionistas Inmigrantes EB-5 del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, que anima a los extranjeros a invertir dentro del país a cambio de obtener acceso a la residencia estadounidense.

“Desviaron dinero a través de una serie de transacciones y entidades diseñadas para ocultar el verdadero estado financiero del ‘Proyecto en Orlando’. Esta malversación incluyó distribuciones indebidas, desvío de fondos a entidades relacionadas y cuentas personales, uso de los fondos para sus propios negocios y tratamiento de los fondos como su ‘alcancía’ personal”, dijeron los inversionistas en la demanda.

Azpurua, que ha estado involucrado en bienes raíces del sur de Florida desde mediados de la década de 2000, es el propietario de Riviera Point, una empresa que recaudó decenas de millones de dólares a través del programa de visas EB-5. Durante la última década, la compañía completó la construcción de cinco edificios de oficinas en Doral y Miramar a través del programa, que otorga a los extranjeros el derecho a residir en Estados Unidos si invierten al menos $500,000 en proyectos que generen empleo.

En años más recientes, Riviera Point ingresó al negocio de construcción y administración de hoteles, construyendo el hotel La Quinta Del Sol Orlando en 2019, el hotel Tryp by Wyndham Orlando en 2020, el hotel La Quinta Inn & Suites Sebring en 2020 y el hotel Radisson Red Miami Airport en 2021, según el sitio web de la empresa.

Pero la empresa no pudo completar todos los proyectos. Un segundo hotel cuya construcción estaba prevista cerca del Aeropuerto Internacional de Miami nunca llegó a despegar, a pesar de que se había comprado el terreno.

Los inversionistas eran invitados a participar en proyectos individuales de construcción de hoteles, en ocasiones bajo el formato del programa EB-5 y en otras como inversionistas directos. Ambos grupos aportaron a Azpurua más de 25 millones de dólares para la construcción de los hoteles Tryp y La Quinta Inn en Orlando.

A los inversionistas se les dijo que los fondos se utilizarían en la construcción de dos hoteles de marca reconocida, que serían administrados por un “gerente hotelero experimentado e independiente, con la expectativa de obtener retornos financieros y la oportunidad de obtener la residencia incondicional en los Estados Unidos a través de el programa EB-5”, resalta la demanda.

Si bien los hoteles de Orlando fueron construidos y comenzaron a operar, éstos comenzaron a tener problemas a raíz de la epidemia del coronavirus, fenómeno que tuvo un fuerte impacto en la industria turística de la ciudad.

Los problemas se agravaron poco después cuando la empresa se vio incapaz de cumplir con los términos de un préstamo de 17,3 millones de dólares obtenido del Apollo Bank en Miami, entidad que luego fue adquirida por el Seacoast Bank.

¿Efectos de la pandemia?

Contactado por el Herald, Azpurua negó rotundamente las acusaciones de irregularidades y dijo que la demanda está llena de declaraciones falsas y difamatorias. “Todo es completamente falso”, afirmó.

Explicó que los proyectos simplemente fueron víctimas de condiciones adversas del mercado. Fue el lockdown por el COVID. Declararon emergencia nacional por el COVID. ¿Y qué le pasó a la ciudad de Orlando? Se vino abajo. Al igual que en todo el mundo, había cero visitantes. ¿Qué negocio puede sobrevivir sin ingresos?”.

Los demandantes, sin embargo, alegan que Azpurúa simplemente está utilizando la emergencia del COVID como excusa para encubrir una mala gestión y el uso arbitrario de los fondos que ellos proporcionaron.

Algunos de los inversionistas con los que habló el Miami Herald dijeron que las raíces cristianas de Azpurua y sus apariciones en los medios de comunicación fueron factores que influyeron en la decisión de invertir en su negocio.

De 53 años de edad, el empresario figura como profesor en el portal de internet del Alpha & Omega Bible College de Miami, y ha sido presentado como orador en varios seminarios de negocios, donde manifestaba que su fe en Dios y su adhesión a los principios cristianos han sido la piedra angular de su éxito.

En el resumen de su libro, The Creative Dealmaker: A Life Building Upon The Rock, el empresario nacido en Venezuela dice que “aprendiendo de muchos reveses, se reconstruyó así mismo sobre los principios de los evangelios.

Marcas reconocidas

Los inversionistas alegan en la demanda que entraron en el proyecto después de que se les informó que financiarían el desarrollo de hoteles de marcas reconocidas, administrados por un gerente hotelero experimentado e independiente, con la expectativa de obtener retornos financieros y la oportunidad de obtener residencia legal en los Estados Unidos a través del programa EB-5.

Las inversiones se realizaron en RP I-Drive, LLC, una de las compañías vinculadas a Riviera Point, donde Azpurua se desempeña como director general.

Según la demanda, Azpurua “traicionó la confianza de los inversores y procedió a defraudar a decenas de ellos explotando el deseo de los inversionistas de obtener la residencia permanente en Estados Unidos y apropiando indebidamente sus inversiones para su propio beneficio financiero personal y el de su esposa”.

“El último paso del esquema es la supuesta venta de las propiedades que los demandados desean ejecutar de manera inminente, lo que dañaría irreparablemente a los inversionistas que tienen su estatus migratorio vinculado a este proyecto”, resalta la demanda.

Anabell García, una ciudadana venezolana que vive con sus dos hijas en el sur de Florida, dijo que pudo obtener el estatus de residencia estadounidense a través del programa EB-5 de Riviera Point, pero dijo que está muy preocupada por su inversión de $500,000, que constituye la mayor parte de sus ahorros.

Además del estatus legal, ella debía recibir pagos regulares de las empresas de Azpurua, pero dijo que los pagos nunca se hicieron.

Una vez que se enteró de que los hoteles estaban en problemas en diciembre, intentó comunicarse con la empresa pero los correos electrónicos que envió no obtuvieron respuesta. Ahora está preocupada por su futuro. “Necesito el dinero porque tengo una hija de 18 años que va a la universidad”, dijo García.

García y otros inversionistas consultados por el Herald cuestionaron la afirmación de Azpurua de que la falta de ocupación está en el centro del problema del proyecto. Al menos uno de ellos dijo que habían viajado al hotel La Quinta en Sebring, Florida, y dijo que le dijeron que tenían reservas completas para las siguientes dos semanas.

Otra inversionista que pidió el anonimato porque teme perder su estatus EB-5 dijo que el hotel de Orlando tiene todo a su favor. Ubicado a dos millas de Sea World, el Tryp by Windham debería ser una máquina de hacer dinero, dijo.

“El hotel fue construido en una ubicación estratégica, tiene todo que va a ser muy rentable, pero (Azpurua) se niega a darnos un solo estado financiero”, dijo.

Otros inversionistas aseguraron que Azpurua se negó en varias ocasiones a concederles acceso a los libros del proyecto.

Azpurua le dijo al Herald que esto era otra mentira y dijo que revelaba información financiera a sus inversionistas con regularidad. Agregó que, de hecho, había invitado a sus inversores a realizar una auditoría de las operaciones de la empresa.

“Les he dicho, si creen que estas afirmaciones son ciertas, sigan adelante y realicen una auditoría para poder probarlo, pero no lo hacen. En cambio, siguen repitiendo: ‘Me robaste, me robaste’, y a lanzar todas estas acusaciones falsas”, dijo.

Subasta

El último elemento en la lista de quejas de los inversores es la afirmación de que Azpurua organizó una “venta a puerta trasera” de la propiedad, aunque previamente les había dicho que realizaría una subasta para obtener el mejor precio.

Los inversores dijeron que Azpurua se apresuró a cerrar el trato sabiendo que los inversores estaban a punto de pedir a los tribunales que detuvieran la subasta alegando que perjudicaría sus intereses.

Si bien la demanda cuestiona la legalidad de la transacción, Azpurua dijo que la venta fue el resultado de un proceso de licitación online y que la oferta ganadora fue elegida bajo el asesoramiento del corredor contratado, Kabani Hotel Group, que había expresado su preocupación por la debilidad del mercado.

Lasso, cuyos ahorros familiares también están invertidos en los proyectos hoteleros, dijo que el manejo de la venta por parte de los Azpurúa es característico de sus prácticas de negocio.

“Esto confirma los tratos clandestinos de este tipo”, dijo. “Nos tenía a todos distraídos con la subasta mientras todo este tiempo estaba preparando los documentos y trabajando en las condiciones de la venta, y mientras nos preparábamos para una subasta que se suponía que se realizaría en línea, de repente nos enteramos de que habría No habría subasta porque había vendido los hoteles en secreto”.